Kioscos “saludables” en las escuelas, impuestos más altos a las bebidas azucaradas, advertencias en los envases de “comida chatarra”, nuevas drogas para reducir el apetito. Esta semana, reunidos en Escocia, los mayores expertos en obesidad del mundo evaluaron estas y muchas otras medidas como alternativas para frenar el fuerte avance que tuvo esa enfermedad, especialmente en el mundo occidental. La receta más llamativa, sin embargo, llegó desde Oriente. La trajo un investigador japonés y sonó bastante sencilla: para mejorar, afirmó, hay que comer más arroz. Y lo justificó con una batería de estadísticas que obligaron a tomarlo en serio.
El trabajo que se puso al hombro el profesor Tomoko Imai, del Departamento de Nutrición del Doshisha Women's College de Kyoto, junto con colegas de la Nagoya University y otros dos centros de investigación locales, fue el de comparar exhaustivamente las tasas de población obesa y las cantidades de consumo de arroz por habitante de 136 países de todo el mundo con poblaciones mayores al millón de habitantes.
Tras esa observación, quedó al descubierto un patrón muy claro: casi sin excepción, los países cuya población consume más arroz presentan una proporción sustancialmente menor de personas excedidas de peso en relación a las naciones donde ese cereal se come menos o casi no tiene presencia en la mesa. "Se encontró una relación significativa. El consumo de arroz resultó ser inversamente proporcional a la obesidad", fue la conclusión.
Por supuesto que la mucha o poca ingesta de arroz no es lo único que define que las personas lleguen a niveles de peso insalubres. Por eso, estos investigadores también tomaron en cuenta para su cálculo estadístico la influencia de una serie de factores relacionados con el estilo de vida y la situación socioeconómica propia de cada país, incluidos el consumo total de energía en la dieta, el nivel educativo, la cantidad de fumadores, el producto per cápita, el gasto en salud y el porcentaje de población mayor a 65 años. Y aun con ese ajuste, explicaron, la relación se mantuvo inalterada: a mayor ingesta de arroz, menos personas obesas.
"Las relaciones observadas sugieren que la tasa de obesidad es baja en países que tienen al arroz como comida básica. Por lo tanto, un estilo de dieta japonés o asiático, basado en el arroz, puede ayudar a prevenir la obesidad”, aseguró Imai, para sorpresa de los asistentes al 26° Congreso Europeo de Obesidad, que acaba de concluir en una primaveral pero aún gélida ciudad de Glasgow.
“Teniendo en cuenta los crecientes niveles de obesidad en el mundo, comer más arroz debería ser recomendado para proteger a la población contra la obesidad incluso en los países occidentales”, enfatizó el académico japonés que lideró la investigación, basada en datos de la Organización de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y otras fuentes especializadas.
Y hasta se animó a estimar que, si el consumo de arroz por persona se elevara sólo en 50 gramos por día (un cuarto de taza), el mundo podría rápidamente tener siete millones de adultos obesos menos. Actualmente son 650 millones y estos niveles casi se triplicaron desde la década de 1970, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
El análisis realizado por los japoneses mostró que el consumo total de energía, las tasas de tabaquismo, los niveles de obesidad, pero también el porcentaje de población mayor a 65 años, el producto per cápita y el gasto en salud fueron significativamente más bajos en los países con mayores niveles de consumo de arroz, como Bangladesh (que lidera el ranking con 473 gramos diarios por persona), Laos (443 g), Camboya (438 g), Vietnam (398 g) e Indonesia (361 g).
Esto en comparación con los países de mucho menor consumo de arroz, como Francia (15 g), el Reino Unido (19 g), los Estados Unidos (19 g), España (22 g), Canadá (24 g) o Australia (32 g). Argentina, con una media de 22,5 gramos diarios por habitante, figura en el puesto 78 del ranking.
Eso equivale a decir que nuestro país está algo por debajo de la mitad de la tabla, superando a países de la región como Chile (22 g), México y Paraguay (13 g), pero con un consumo bastante menor que Uruguay (31 g), Bolivia (72 g), Colombia (73 g) y especialmente Brasil (92 g), Ecuador (122 g), Perú (128 g) y Cuba (153 g).
"Comer arroz parece protegernos contra el aumento de peso. Es posible que la fibra, los nutrientes y otros componentes presentes en los granos puedan incrementar la sensación de saciedad o llenura, y prevenir así que se coma en exceso. El arroz también es bajo en grasa y produce un nivel de glucosa en sangre relativamente bajo luego de consumirlo, lo que suprime la secreción de insulina, aunque hay también se ha registrado que personas que comen demasiado arroz tienen más posibilidades de desarrollar síndrome metabólico y diabetes. De esta manera, el consumo de una cantidad apropiada de arroz puede prevenir la obesidad”, aseguró Imai.
"Lo que hizo este estudio fue aislar uno de los ingredientes —el arroz— que integran un patrón alimentario mucho más amplio, que es el asiático. O puntualmente el japonés, del que ya teníamos mucha evidencia, producida principalmente a nivel local, acerca de su asociación con la salud e incluso con una mayor longevidad", analizó Mónica Katz, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición.
"Lo importante en estos casos —señaló Katz— es evitar creer que los eventuales efectos sobre la salud o la enfermedad podrían ser producidos por un sólo alimento de ese patrón. No se trata de que los argentinos tengamos que ponernos a comer más arroz únicamente. La lectura sería que, si siguiéramos el patrón de alimentación japonés, seguramente, hoy tendríamos índices de obesidad bastante diferentes".
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