Científicos demostraron una relación inversa entre el peso, obesidad y perímetro de la cintura y la percepción del sabor, aunque reconocen que los resultados "no permiten saber si esta relación es causa o consecuencia".
Las personas obesas perciben menos el sabor que las que no lo son y tiene una influencia genética, lo que puede ser determinante para diseñar dietas personalizadas más eficaces.
A esta conclusión llegó un grupo de investigadores españoles, que publicó los resultados en la revista American Journal of Clinical Nutrition.
El trabajo, que se llevó a cabo con una muestra de 381 hombres y mujeres, fue realizado por un equipo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciberobn) de la Universidad de Valencia.
En concreto, los científicos demostraron una relación inversa entre el peso, obesidad y perímetro de la cintura y la percepción del sabor, aunque reconocen que los resultados "no permiten saber si esta relación es causa o consecuencia".
"Por un lado, conclusiones recientes en ratones han demostrado que la inflamación que suele existir en la obesidad es capaz de destruir las papilas gustativas", argumentó la investigadora del Ciberobn y coordinadora del proyecto, Dolores Corella.
No obstante, Corella también señaló la posibilidad de que las personas con menor capacidad de saborear "tuvieran que comer más alimentos para conseguir que llegara al cerebro una información suficiente y parar de comer", lo que podría llevar a la obesidad.
Al mismo tiempo, los científicos identificaron por primera vez un gen relacionado con la percepción del sabor denominado "LRRC2", gracias al análisis del genoma de los participantes y que, curiosamente, también está vinculado al asma y otras enfermedades pulmonares.
"Es un dato curioso porque hace unos años se descubrió que algunos receptores del sabor, fundamentalmente el sabor amargo, además de en la lengua, se encontraban en el pulmón", señaló Corella aunque sostuvo que es algo que requiere "más investigación".
Con estos resultados, el equipo científico puso de manifiesto la necesidad de tener en cuenta la capacidad de percepción de los distintos sabores por cada persona a la hora de pautar dietas para prevenir o tratar la obesidad.
En el estudio también se contó con la colaboración del Human Nutrition Research Center de Boston.
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