A través del Centro de Bioinvestigaciones (Ceibo) (Argentina) y en colaboración con otros organismos nacionales e internacionales, la Unnoba lleva adelante varias líneas de investigación sobre insectos, entre ellos, las vinchucas. El doctor Rolando Rivera Pomar, director del Ceibo y coordinador de estas iniciativas, señaló que estos trabajos “aportan al conocimiento general sobre el vector de la enfermedad de Chagas”.
“Tenemos varios proyectos, algunos de ellos con la colaboración de grupos de investigación de otras instituciones. Nosotros participamos del proceso de secuenciación del genoma de la vinchuca que se publicó en 2015 y a partir de ahí hicimos uso de esa información para abrir nuevas líneas”, planteó el investigador.
“Uno de los proyectos -detalló Rivera Pomar- está dirigido a estudiar cuestiones básicas del insecto como el desarrollo embrionario o la conformación de su sistema respiratorio; y otros, por ejemplo, permiten saber cómo el insecto interactúa con el parásito que transmite, o cuáles son los genes vinculados con la resistencia a insecticidas. Son aspectos sobre los que no se sabe demasiado”.
El director de Ceibo explicó que hay becarios que trabajan en descubrir cómo la vinchuca reconoce al trypanosoma (el parásito que transmite la enfermedad) y, a su vez, cómo éste se da cuenta de que está dentro el insecto. Para ello se estudian las transformaciones que se producen a nivel genético cuando están en contacto.
Existe otro proyecto, en colaboración con la doctora Sheila Ons (Unlp), que estudia los genes relacionados a la resistencia a insecticidas. “Se trata de una investigación con posibles aplicaciones para la resolución de una problemática real y ya tenemos dos patentes en trámite”, destacó. Al respecto, comentó que existen mutaciones genéticas que convierten a la vinchuca en resistente a los insecticidas. “Tener esta información básica permite ensayar nuevas estrategias de control del insecto", consideró.
La Unnoba participa con otros equipos y tiene al Ministerio de Salud como adoptante de los desarrollos: “El objetivo es establecer un método que permita saber, con un test genético relativamente simple y antes de aplicar el insecticida, si existen insectos resistentes. En función de ese resultado evaluar la conveniencia de aplicarlo o no”, apuntó.
El director del Cebio mencionó que gracias a la colaboración establecida con el Instituto Nacional de Salud Pública de México tienen cubierto el estudio del genoma de las tres especies de vinchucas más representativas de América.
Sobre las motivaciones que llevaron a desarrollar estas líneas de trabajo en el seno de la Unnoba, Rivera Pomar aclaró que varias de estas investigaciones son “históricas” de su laboratorio. Al mismo tiempo, recordó que la región está dentro del área epidemiológica del Chagas.
En esta línea comentó: “Son proyectos importantes que le han servido a la Universidad para generar conocimiento y, a la vez, vínculos que pueden derivar en otras investigaciones pertinentes a problemáticas de la región”.
Al respecto contó que las bases de algunas de estas investigaciones se están extrapolando al estudio de otros agentes: “El mismo modelo para estudiar cómo una vinchuca transmite el trypanosoma lo estamos aplicando en colaboración con la doctora Inés Catalano para saber cómo una 'chicharrita' transmite el agente que causa el 'achaparramiento' del maíz. El vector es otro, el agente infeccioso también, pero el concepto es el mismo. Este es un proyecto financiado por la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires que está orientado a indagar sobre una problemática de la región.
“Tenemos el convencimiento de que el conocimiento es global, pero su efecto puede ser local y que solo haciendo ciencia básica original y de calidad, se pueden obtener aplicaciones reales", concluyó.
Los jóvenes investigadores que integran el trabajo coincidieron en señalar que la curiosidad fue lo primero que los acercó a estos insectos. Ada Nazar, comentó: “Las vinchucas me eligieron a mí, son insectos bastante nobles y fáciles de tener en una colonia. Investigarlas es algo así como un juego de niños en el que siempre se descubren cosas nuevas”.
Por su parte, Andrés Lavore remarcó: “Si bien el Mal de Chagas es una enfermedad conocida, las investigaciones en ciencia básica son escasas. Es una enfermedad olvidada, y para la cual existen muchos espacios vacíos a nivel científico”.
En la misma línea, Melina Belliera agregó: “Personalmente lo que me motiva es poder aprender y descubrir cosas nuevas. No perder nunca la capacidad de asombro”.
Agustina Pascual evocó: “Desde que empecé a cursar la carrera de Genética me llamó mucho la atención cómo surge un embrión, cómo a partir de una célula se disparan un montón de procesos que dan como resultado un organismo nuevo. La curiosidad fue un disparador para dedicarme a la ciencia”.
Finalmente, Andrés Lavore, añadió una apreciación compartida por sus pares: “En todo investigador hay una ambición por tratar de resolver algo, encontrar la respuesta a una incertidumbre y cuando lo consigue siente que su trabajo aporta algo al conocimiento de la biología y de la genética a nivel global”.
Los integrantes de los equipos de investigación, describieron el alcance de sus trabajos sobre vinchucas y confiaron sus motivaciones. El común denominador: la búsqueda de nuevos conocimientos para resolver problemas.
Melina Belliera, licenciada en Genética egresada de la Unnoba, becaria de Conicet y ayudante de Ingeniería Genética: “Como parte de mi tesis doctoral, y en cooperación con el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-Intech), trabajo en un proyecto que consiste en estudiar vinchucas infectadas con Trypanosoma Cruzi, el agente causal de la Enfermedad de Chagas. El objetivo es ver a distintos tiempos cómo varía la expresión génica, tanto del parásito como del vector, y así encontrar posibles puntos claves entre los dos organismos que determinen el desarrollo del parásito en el tracto digestivo de este insecto para luego transmitirlo a un huésped válido para la enfermedad. A escala global, hay muy pocos estudios sobre la interacción entre ambos organismos. Ya hicimos el modelo experimental con uno de los vectores de la enfermedad de Chagas, infectamos al insecto en el laboratorio de la Universidad de San Martín, hicimos las réplicas pertinentes y estamos analizando los cambios en la expresión génica de ambos”.
Andrés Lavore, biólogo, investigador asistente de Conicet, profesor adjunto de Bioinformática: “Estoy trabajando con vinchucas como modelo biológico, haciendo genética del desarrollo. Principalmente estudié los genes que actúan en forma temprana en el desarrollo del embrión, focalizando en el estudio del establecimiento del eje anterior-posterior, investigación que hoy en día mantenemos. Recientemente empecé con una nueva línea, indagando en el proceso de formación de las tráqueas [sistema respiratorio de las vinchucas], y la respuesta a hipoxia, para saber cómo responde este sistema frente a un déficit o aumento en la concentración de oxígeno. Además, estoy involucrado en un proyecto de investigación con México, junto con el Centro de Estudios Genómicos de la Unlp, en el cual estudiamos los transcriptomas totales [lectura de genes presentes]de las tres especies más importantes en la vectorización de la Enfermedad de Chagas. Los proyectos de genética del desarrollo son de investigación básica, mientras que otros pueden tener una proyección en el ámbito de la ciencia médica. El de colaboración internacional es un proyecto con aplicaciones posibles, ya que los datos que se obtengan van a ser el punto de partida para analizar eventos de resistencia a insecticida”.
Ada Nazar, licenciada en Genética de la Unnoba: “Como parte de mi tesis de doctorado trabajo estudiando el proceso de traqueogénesis en insectos. Mi proyecto se basa en estudiar toda la red génica que controla la formación de tráqueas durante la embriogénesis. Focalizamos el estudio en embriones porque actualmente hay mucha información acerca de la biología y fisiología de este proceso en larvas e insectos adultos, pero hay muy poco conocimiento de cómo ocurre esto en fases tempranas del desarrollo. En el laboratorio ya se identificaron varios genes que intervienen en este proceso y quedan bastantes más por analizar, no sólo para identificarlos sino para determinar la función que tienen”.
Agustina Pascual, licenciada en Genética de la Unnoba, ayudante de Genética del Desarrollo, becaria de Conicet: “Estudio el desarrollo embrionario de la vinchuca, en distintos tiempos, principalmente en aquellos que se sabe que ocurren procesos importantes. Me enfoco en los genes que actúan temprano, como la ovogénesis, segmentación y establecimiento los ejes principales de las vinchucas. Es un área de investigación bastante novedosa. Hay información de otros insectos, pero de vinchucas hay realmente poco. Elegí como modelo de estudio este insecto porque es un vector de interés sanitario”.
Fuente: Argentina Investiga
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