En tiempos de pandemia de Covid-19, “la leche materna es el alimento esencial para que el niño crezca sano”, aseguró a AIM el médico especialista en Pediatría y Neonatología Darío Argain, quien destacó “la comodidad y la higiene que la lactancia aporta, a la hora de amamantar” y señaló que más allá del contenido afectivo, “la protección tiene varias aristas y lo importante es que aunque no tenga dinero para comprar ropa o alimentos, cualquier madre puede ofrecer a su hijo la mejor leche”.
En diálogo con esta Agencia, Argain recordó que “en los primeros meses de vida existe un trasvasamiento de elementos activos como la globo globulina, que es una manera que tienen la mamá de pasarle defensas a su hijo, hasta que éste pueda crear las propias o las reciba con las vacunas. La leche materna es el alimento esencial para que el chico crezca”.
Además, el profesional valoró “la comodidad y la higiene que la lactancia aporta, a la hora de amamantar. Los biberones, aunque sean con los mejores productos, siempre tienen riesgo al momento de prepararlos, sea por la higiene, por la calidad del agua o las mamaderas e implican un gasto más para la familia”.
Tiempo de lactancia
Nada más tierno que ver a una mamá amamantando a su hijo. El diálogo que se establece a través de las caricias y las miradas, indica que la lactancia materna es el más maravilloso acto de amor a través del cual la madre ofrece su leche a su bebé para alimentarlo. La leche materna es el primer y único alimento que debe darle desde que nace hasta los primeros nueve meses de vida, porque contiene las sustancias necesarias en las cantidades y proporciones perfectas, satisface todos sus requerimientos y favorece su desarrollo físico y mental.
El especialista insistió en el beneficio de la lactancia, ya que es “una alimentación irremplazable porque no sólo tiene nutrientes sino otros elementos que le dan al niño protección contra enfermedades como las alergias o las inmunológicas”.
También indicó que en todas las especies, la lactancia es equivalente a los meses de gestación. “En el caso del ser humano lo ideal es hasta los nueve meses, aunque algunos estudios indican que es favorable propenderla hasta los dos años, por varios motivos”.
Además, “en las personas con problemas socio-económicos, cuando no estamos seguros que el niño más allá de la lactancia materna- reciba una nutrición adecuada, es recomendable prolongarla durante dos años”.
Otros beneficios son la imposibilidad de embarazo mientras se amamanta, además del contexto afectivo madre-hijo que se genera en esa instancia. “La unión del pezón de la mamá con la boca del bebé genera un contacto psico-afectivo que incide en el desarrollo neurológico e intelectual del futuro chico. Por eso se recomienda la lactancia no menos de nueve meses, pero si hay riesgo socio-económico es mejor hasta los dos años”.
No obstante, aclaró que la lactancia no impide que desde los seis meses se incorporen alimentos externos (papillas), que agregan proteínas. A eso debe sumarse la ingesta de hierro, “debido que las anemias generan retrasos cognitivos e intelectuales que dejan secuelas irrecuperables. Es importante prevenir las anemias nutricionales y para eso nada mejor que la lactancia materna”.
La leche materna aporta también calcio, vitaminas y aminoácidos –que formarán luego la estructura proteica del chico-. “Con la lactancia se combinan tres factores: el nutricional puro, los elementos que terminarán de madurar los órganos del niño y el componente psico-afectivo de lo que significa un niño amamantado con otro que se alimenta artificialmente”.
En la concientización de la lactancia debe prevalecer el papel del Estado, aunque también la labor de las organizaciones intermedias, las enfermeras y trabajadoras sociales es prioritaria.
Mitos sobre la lactancia
Respecto de la influencia que produce el estrés en las mamás, Argain opinó que “es muy relativo. Algunos profesionales dicen que baja la calidad de la leche, pero el estimulo de la succión genera en la hipófisis de la mujer, una producción hormonal que garantiza la cantidad de leche mínima básica que necesita el chico”.
Argain desmitificó que si la madre está estresada no puede dar el pecho, que se queda sin leche o que ésta no será buena. “Incluso, hay quienes dicen que los nervios se transmiten al bebe por la leche. Esto es absurdo. Por mucha que sea la crisis, el estrés, la dificultad o el hambre, la mujer sigue teniendo leche para su hijo. La leche sólo disminuye cuando el niño deja de mamar y eso pasa cuando le dan la mamadera”.
No se requieren dietas especiales en las mamás que amamantan, dijo, y remarcó que “tampoco necesitan tener ningún cambio en sus hábitos de vida o en su alimentación. Simplemente, lo que pedimos es que tengan una dieta sana, variada y equilibrada, con proporciones adecuadas de lácteos, cereales, carnes, frutas y verduras”.
Más enfermedades si no hay lactancia
“Los chicos que no son amamantados son más propensos a las enfermedades”, aseguró y detalló: “los que se alimentan con mamadera tienen más diarreas, infecciones respiratorias, problemas de dentición, alergias por la incorporación de factores exógenos y anemias. Y por supuesto, la crianza psico-social que recibe el niño y el desarrollo cerebral producto del contacto afectivo con su mamá son irremplazables”.
Por eso, los que optan por el biberón deben saber que existen riesgos: la calidad del agua con que se prepara la leche, la higiene de las manos, de la mamadera, cómo se conserva la preparación. “Todos son factores que se pueden evitar fácilmente con la lactancia materna”, indicó el médico.
Para Argain, haber desterrado los biberones de las mesas de luz de las madres recién paridas “es un triunfo de los pediatras que entendemos que la lactancia materna es lo mejor. Hemos derrotado las campañas de las multinacionales, que durante años dijeron que la lactancia alteraba el cuerpo de la mujer y que los chicos no se alimentaban bien. No obstante, la lucha sigue y si bien hoy hemos ganado, no debemos entregarnos”.
Reflexionar sobre la importancia alimentar exclusivamente con leche materna a los niños durante los primeros nueve meses, cruciales en el bebe, evitará miles de muertes infantiles cada año.
Tiempos de pandemia
"Tener un hijo en tiempos de pandemia es complicado. Por empezar, aunque la mamá no sea Covid positivo, no puede recibir visitas y está sola con su pareja. Si tiene otros hijos, los hermanos no pueden ir a conocer al bebé. Ni tampoco los abuelos. La repercusión emocional de todo esto recién se va a medir en el futuro", señaló la doctora Ana Pedraza (MP 42867) integrante de Fundasamin y una de las máximas referentes del país en materia de neonatología.
La especialista recordó que "cuando todo esto empezó en China, a fines de diciembre de 2019, no solamente no se podía amamantar al hijo, sino que hasta estaba prohibido el contacto, las madres con Covid positivo no podían ver a su bebé ni darle de comer. Fue tal el pánico inicial, que se tomaron máximas precauciones, hasta que se analizó que el virus no estaba en la leche y que en la ecuación riesgo-beneficio, amamantar era muchísimo más beneficioso desde el punto de vista de la protección contra infecciones, el valor nutricional, como para las propias madres".
El dato
En los casos de mamás con Covid-19, cada vez son más los médicos que advierten que prohibirle a la madre ver al bebé y no tener contacto con su hijo, aumenta significativamente las posibilidades de tener depresión posparto.
De la Redacción de AIM.
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