El impacto del ejercicio en el cerebro va más allá de los beneficios directos. La actividad física estimula cambios fisiológicos, como la producción de factores de crecimiento que favorecen la creación de nuevos vasos sanguíneos en el cerebro y la salud de las células cerebrales. Según los resultados de los científicos de Harvard, el mejor ejercicio físico es la caminata.

Además, se observó que mejora el estado de ánimo, el sueño y reduce el estrés y la ansiedad, factores que desempeñan un papel crucial en la función cognitiva.

Estudios adicionales respaldan la relación entre la actividad física intensa y la protección contra el envejecimiento cerebral. Actividades como correr, nadar, andar en bicicleta o practicar baile demostraron tener efectos positivos en la función cognitiva, según la profesora Chandramallika Basak, autora de uno de estos estudios.

Aunque la mayoría de las investigaciones se centraron en las caminatas, expertos sugirieron que otras formas de ejercicio aeróbico que elevan la frecuencia cardíaca pueden ofrecer beneficios similares. La práctica habitual de actividades como correr, mejora la plasticidad cerebral y contribuye al bienestar general del cerebro.

Para maximizar los beneficios cerebrales del ejercicio, el Dr. McGinnis recomendó establecer el ejercicio como un hábito regular, similar a tomar un medicamento recetado. Se sugiere realizar actividad física moderada, como caminar a paso ligero, durante al menos 150 minutos por semana. Además, recomienda iniciar con unos pocos minutos al día y aumentar gradualmente la duración.