¿Te gustaría mejor tu conciencia emocional? ¿Necesitas potenciar tu motivación? Entonces, los mapas mentales focalizados en la inteligencia emocional (IE) pueden ser tu mejor estrategia para el día a día. Te explicamos cómo llevarlos a cabo.
Tony Buzan fue el psicólogo que desarrolló y popularizó la estrategia de los mapas mentales allá por los años 60. Sin embargo, que él registrara y acercara al gran público esta herramienta no significa que antes no existiera. Porque, de algún modo, ese recurso en el que escribir notas cortas y unirlas con flechas o diagramas es algo que siempre ha acompañado al ser humano.
El propio Buzan explicó que esa técnica, con la que crear una especie de árbol colorido de ideas y conceptos, era algo que ya usaba Leonardo Da Vinci. También Albert Einstein era conocido por llevar notas escuetas en sus bolsillos sobre ideas que conectaba con otras. Estos recursos pueden convertirse en excelentes mecanismos para potenciar la memoria, la creatividad o la productividad.
Al fin y al cabo, no deja de ser un esfuerzo por parte de nuestro cerebro por alejarse del pensamiento lineal y automático y, poder así, despertar la autoconciencia. Los mapas cognitivos pueden aplicarse también al universo de la inteligencia emocional (IE) para permitirnos desarrollar sus competencias básicas asociadas. ¿Por qué no habilitarnos en esta interesante herramienta?
Un mapa mental tiene una estructura organizativa que parte de un centro o idea central. Este enfoque puede ser muy beneficioso para conectar y comprender nuestras emociones.
¿Qué son los mapas mentales para la inteligencia emocional?
Los mapas mentales para la inteligencia emocional tienen como objetivo registrar, conectar y decodificar toda la información relativa a nuestro siempre complejo tejido de las emociones. A menudo, esta estrategia se define como “pensar fuera de la caja”. Es decir, nos facilita poner fuera lo que sucede en nuestra mente para comprendernos mejor y mejorar nuestro potencial humano.
Estamos ante un recurso para el aprendizaje de nuestros estados psicoemocionales que, mediante el papel y el lápiz, traza un puente directo hacia nuestro interior. Y todos sabemos lo laberíntico que es ese mundo. Por término medio, la mayoría de la gente opta por reprimir y guardar sus emociones difíciles en lugar de trabajar en ellas. Nos tragamos el estrés y engullimos la ansiedad hasta que, tarde o temprano, llega la enfermedad y el no poder más.
Un estudio de la Universidad de Texas destaca cómo la inteligencia emocional mejora la salud y el bienestar. De este modo, si nos habilitáramos en la utilización de estos mapas mentales, lograríamos múltiples beneficios. Los analizamos.
Así puede ayudarte este recurso
Las personas pensamos y reaccionamos con frecuencia de manera automática. Lejos de aplicar un enfoque más analítico y reflexivo, nos dejamos llevar por la acción-reacción. Es entonces cuando tomamos decisiones equivocadas o decimos y hacemos cosas de las que, poco después, nos arrepentimos.
Los mapas mentales para la inteligencia emocional nos permitirían desgranar lo que sentimos para darnos lo que necesitamos y actuar de manera acorde a nuestras metas y valores.
Nos permitirá clarificar el origen de nuestro malestar.
Además, nos facilita el poder detectar esos pensamientos que refuerzan las emociones difíciles.
Tomamos conciencia de nuestras relaciones con los demás y las dinámicas que las dificultan.
Desarrollamos una mejor autoconciencia de nuestras emociones y necesidades.
Nos damos cuenta de por qué falla nuestra motivación en un momento dado.
Clarificamos nuestras metas, valores y necesidades.
También podemos descubrir qué habilidades sociales mejorarían nuestro potencial.
“Si tus habilidades emocionales no son buenas, si no tienes autoconciencia, si no eres capaz de manejar tus emociones angustiosas, si no puedes tener empatía y tener relaciones efectivas, entonces no importa cuán inteligente seas; no vas a llegar muy lejos”. Daniel Goleman-
¿Cómo podemos aplicarlos?
Los mapas mentales de inteligencia emocional no buscan solo que seamos conscientes de nuestras emociones. El objetivo es que tracemos un plan de acción ante lo que nos sucede. Por ello, disponer de una representación gráfica de la madeja de sensaciones, necesidades y emociones que hay en nuestra mente, nos permitirá trazar decisiones más innovadoras y saludables.
Veamos los pasos para llevarlos a cabo.
1. Concepto central: ¿qué estoy sintiendo ahora?
Los mapas mentales para la inteligencia emocional parten siempre de un elemento nuclear que se sitúa en el centro de nuestro esquema. Para poder clarificarlo deberemos hacernos las siguientes preguntas:
¿Qué estoy sintiendo ahora?
¿Qué sensaciones, emociones o experiencias me dominan en este momento?
También te será útil pintar ese círculo central que explicita tu estado anímico actual de un color concreto. A partir de este elemento, se desarrollará el resto del mapa.
2. Conexión causal: ¿qué origina lo que siento?
La segunda fase de nuestro ejercicio consiste en clarificar qué origina ese estado emocional. Del núcleo central pueden salir ahora múltiples esferas secundarias que irán conectadas con una línea.
Si parte de lo que experimentas es causa de alguna relación con otra u otras personas, elige un color concreto.
Si aquello que te sucede y sientes se debe a experiencias pasadas o presentes que no has manejado, elige otro color.
En caso de que tu estado emocional se deba a circunstancias sociales o estructurales (trabajo, temas económicos, etc.) opta por diferenciarlo también con otra tonalidad.
3. Las líneas de asociación: herramientas que conectan con lo que siento
El tercer paso para llevar a cabo nuestros mapas mentales para la inteligencia emocional será clarificar un mecanismo de acción. Sin embargo, antes de ello, debemos poner atención a esos elementos conectores, a esas flechas o rayas que hacemos para unir unos círculos con otros.
En las líneas que conectan un concepto mental con otro, escribiremos la competencia que necesitamos despertar para sentirnos más válidos y capaces. Ejemplo de ello sería, ser más asertivos, reflexivos, empáticos, mejores comunicadores, etc. Veamos una muestra:
(1. Concepto central: me siento frustrado)——(línea de conexión: necesito mejorar mi autoconciencia emocional)——(2. ¿Qué lo origina? Soy muy exigente conmigo mismo)———(línea de conexión: debo mejorar mi autoaceptación)——(3. Propuesta de solución: me pondré metas más realistas).
4. Esferas de solución: ¿qué puedo hacer?
Toda emoción sentida requiere un ejercicio de responsabilidad personal y actuar ante lo que nos sucede. Un modo de lograrlo es mediante este ejercicio de papel y lápiz con el cual, crear un mapa de conceptos interrelacionados. Una vez hemos clarificado el problema central y sus detonantes, es momento de pensar qué podemos hacer.
Busquemos, imaginemos y demos forma a una acción por cada conexión causal trazada. Es decir, si hemos identificado detonantes en nuestras relaciones con los demás, busquemos una estrategia de actuación. En caso de que también hayamos definido algún problema relativo al trabajo, nuestra economía o a malestares del pasado no abordados, pensemos qué estrategias deberíamos poner en práctica.
No nos quedemos solo con un plan de acción, cuantas más ideas nos vengan a la mente, mejor.
“Las reglas de trabajo están cambiando. Se nos juzga por un nuevo criterio: no solo por lo inteligentes que somos, o por nuestra capacitación y experiencia, sino también por lo bien que nos manejamos a nosotros mismos y a los demás”. Daniel Goleman-
La inteligencia emocional es una aliada de la inteligencia general al permitirnos tomar contacto con lo que sentimos para tomar mejores decisiones. Hay muchas maneras de desarrollar un poco mejor esta herramienta de vida, de bienestar y de convivencia. Sin embargo, algo tan simple como los diagramas y los mapas mentales, se alzan como un ejercicio sencillo, ilustrativo y práctico.
Fuente: La Mente es Maravillosa.-
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