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Ocho pasos que deberías seguir para salvar a tu relación del desastre

Tu pareja no es perfecta y tu relación tampoco. Por mucho que lo intentes, no lo conseguirás. Más bien te convertirás en el peor de los enemigos.

Todos tenemos una idea de qué es una relación de pareja, pero que todos la tengamos no implica que sea la misma. Hay quien da más peso a la confianza, otros a la intimidad, también están esos que consideran el concepto como obsoleto y hay quien prefiere a alguien que tenga aficiones y preferencias muy similares… para gustos los colores. Eso sí, independientemente de lo que piensa cada quien, existen una serie de comportamientos y actitudes que es mejor evitar, ya que pueden deteriorar la relación hasta llegar a romperla por completo.

Quizás al principio no seamos conscientes de ello, pero lo cierto es que producen un deterioro progresivo que puede acabar en dinámicas tóxicas o juegos del mal amor, como diría el psicoterapeuta argentino Marcelo Ceberio. Sí, sin quererlo ni saberlo, podemos llegar a sabotear nuestra relación. Si no quieres ser de esos que contribuyen a la destrucción de su relación, es importante que tengas en cuenta los siguientes aspectos:

1. No esperes todo de tu pareja
Tu pareja puede apoyarte, comprenderte, ayudarte… pero no es tu salvación ni tu “solucionador de problemas”. Grábatelo a fuego. Y es que hay una razón muy concreta: no puedes situar en hombros ajenos asuntos que solo te corresponden a ti. Tus necesidades, tus miedos, tus problemas… son responsabilidad tuya. No es justo ni debes cargárselos a otra persona. Más que nada porque ella no eres tú y por mucho que quieras no lo vive igual ni tampoco ha pasado por lo mismo, además de que te impedirá madurar psicológicamente. Descargar sobre otra persona tus heridas y nudos emocionales es una carga excesiva que impide su resolución y que poco a poco mina la relación.

2. Más responsabilidad y menos culpas
“Es que siempre esperas a que lo haga yo”, “no me entiendes”, “no reaccionas” “mira lo que me has hecho”, “estoy así por tu culpa”, son tan solo algunos ejemplos de cómo puedes culpar a tu pareja de lo ocurrido o de cómo te sientes. Lo cierto es que en muchas ocasiones los problemas no son solo responsabilidad de una persona, sino que ambas partes están implicadas. Además, mucho cuidado con los mecanismos que pones en marcha a la hora de discutir, ya que la forma de resolver los conflictos también afecta a la relación. Por ello, es importante que trates de evitar la presencia de los cuatro jinetes del apocalipsis que señaló John Gottman, psicólogo experto en relaciones: actitud defensiva, indiferencia, crítica destructiva y desprecio. Lo fácil es echar balones fuera, lo difícil asumir la responsabilidad que te toca en lo ocurrido. Porque tú también puedes ser partícipe y en el caso de no serlo, culpando no vas a solucionar nada… ¿Qué tal si pruebas con algo más constructivo?

3. Deja respirar, no ahogues
Otro de los aspectos importantes para evitar sabotear tu relación es tener claro cómo te relaciones con la otra persona, es decir, saber cuál es tu estilo de apego. Por ejemplo, las personas con inseguridad y baja autoestima suelen pensar que su pareja lo es todo y que no pueden vivir sin ella, lo que conlleva un cúmulo de preocupaciones y chequeos obsesivos de la otra persona y la relación en general para comprobar que todo va bien. Tienen tanto miedo al abandono, al rechazo o a no estar a la altura que sin quererlo pueden llegar a provocarlo a través de ese amor asfixiante que manifiestan y que no deja espacio para la libertad.

4. No estás con un adivino, ¡exprésate!
Si no estás cómodo con algo, díselo. Si algo te molesta o quieres hacer otra cosa, díselo; pero por favor no te quedes esperando a que tu pareja lo adivine. No tiene ninguna bola mágica. Olvídate de ese tópico “si no te lo tengo que pedir ya no lo quiero” que tanto daño ha hecho. Tu pareja no está en tu mente, no sabe cómo estás o en qué piensas si no se lo dices… Puede intuirlo, pero por supuesto puede equivocarse. Es mucho más rentable que aprendas a comunicarte de manera asertiva, así no solo sabrá qué necesitas, sino que también ella podrá conocerte mejor.

5. Comprende al miedo que hay detrás de tus reacciones
Querer a otra persona también implica comprender sus miedos, sus heridas… Es saber a qué teme y qué hay detrás de algunas de sus reacciones, pues todos tenemos una historia. Evidentemente, esto no significa que todo sea justificable, pero quizás tu pareja fue herida en el pasado y tiene miedo de que vuelva a repetirse, si lo tienes en cuenta te será más fácil comprenderla. Al igual que tú, también tiene sus miedos e inseguridades.

6. Hay algo más allá de los fallos y errores…
Regla de oro para evitar sabotear tu relación, sobre todo, cuando va pasando el tiempo. Si solo te fijas en lo que no tiene, no hace o hace mal, la perspectiva de futuro es muy negra. Poner el foco de atención únicamente en los fallos, los defectos o las debilidades del otro distorsiona tanto la relación como a esa persona y por supuesto la hace daño. Tener una relación de pareja implica no solo admirar a la otra persona y darle afecto, sino también aceptar sus defectos. Sin embargo, si los señalas constantemente y los amplificas quedarás atrapado en una atmósfera negativa que cada vez irá a más y más.

7. Invierte en seguridad, aumenta tu autoestima
La inseguridad y la baja autoestima son los grandes enemigos en las relaciones de pareja, ya que implican una imagen negativa de ti mismo y una colección de miedos en tu mente. De hecho, ambos aspectos están relacionados con sensaciones de amenaza constante: temor a que te rechacen, te traicionen, te critiquen duramente o miedo a no ser suficiente… Lo peor de todo es que no distingues que tus pensamientos no son reales y te comportas en base a ellos, lo que en muchos casos puede llevarte a sabotear tu relación. Además, aunque lo tengas muy escuchado, ten en cuenta que, si no puedes valorarte ni amarte a ti mismo, difícilmente podrás hacerlo con otra persona por muchas historias y excusas que te cuentes.

8. No des por sentada tu relación
No se te ocurra asumir que hagas lo que hagas el otro siempre estará ahí porque no es así. Y tampoco dejes de esforzarte porque lo vuestro ya está consolidado porque en el momento menos esperado ocurre: todo se esfuma y llega el fin. El amor hay que cuidarlo, no es un sentimiento pasivo, se alimenta de nuestros actos. No se mantiene por la inercia, sino por el movimiento: los detalles, el afecto, el cariño… Si no cuidas tu relación, se acabará debilitando y si la cuidas mal, tú mismo la sabotearás. Al igual que ocurre si te desentiendes y te dejas llevar por la rutina. ¡No dejes de estar alerta!
Por Gema Sánchez Cuevas para codigonuevo.com

psicología Pareja relaciones

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