A veces, quien tiene el don de despertar sonrisas, buenos ratos y carcajadas es quien más sufre. La depresión sonriente conforma uno de los trastornos del estado de ánimo más graves, porque estas personas suelen ser muy reacias a la hora de solicitar ayuda.
Sentido del humor y depresión están íntimamente relacionados. Porque, a menudo, quien más hace reír a los demás es quien más sufre en silencio, quien menos atiende sus universos internos y el laberinto de sus desesperaciones. De hecho, hay expertos que señalan que la llamada «depresión sonriente» o depresión atípica es una de las más peligrosas, a la vez que persistentes.
Si hay algo que escuchamos con frecuencia es que la risa es la mejor medicina, que en cada carcajada liberamos un sin fin de endorfinas y que nuestro cerebro se inunda de una buena dosis de serotonina. Sin embargo, es muy frecuente que un gran número de personas usen el sentido del humor, los chistes y la máscara sonriente como escudo, como recurso cotidiano para camuflar sufrimientos.
Puede que ahora mismo estemos visualizando la clásica imagen de ese payaso con un maquillaje donde deslumbra una gran sonrisa. No obstante, hay artistas que no dudan tampoco en aplicar el dibujo de una lágrima bajo un ojo. Porque, de algún modo, a pesar de la alegría, el chiste y la broma, tras el personaje también está la persona y en ella habita la disconformidad y esas penas que a veces duelen menos con el aplauso del público.
También nos puede venir a la memoria Robin Williams. Pocos actores cómicos nos resultaron tan entrañables; pocos también escondieron de manera tan hermética el propio sufrimiento, ese al que en ocasiones se decide dar fin de la manera más dramática posible.
Profundicemos un poco más en este tema.
Sentido del humor y depresión ¿cómo se relacionan?
Hay muchos tipos de humor. Como bien sabemos, está ese humor que hace daño y que utiliza el desprecio, el ataque y la burla como aguijón para hacer daño a los demás. Así, tras este tipo de comportamientos se esconde no solo la mala fe, sino también la ira contenida, el narcisismo e incluso el deseo de control. Ahora bien, la persona que sufre una depresión no suele recurrir a este estilo, a esta conducta agresiva.
En realidad, sentido del humor y depresión se vinculan cuando alguien necesita de esta dimensión para enmascarar sus sentimientos, sus realidades internas. De ahí que se haga uso más bien de dos tipos muy concretos de humor. Son los siguientes:
Humor afiliativo. En este caso, se busca el contacto constante con los demás, aportando al entorno cercano una visión humorística y desenfadada de las cosas. Crear instantes de distensión donde fluyan las risas, es un intento de disuadir la angustia y la desesperación; de ahí también que sean personas muy activas socialmente, de las que nunca paran y están organizando cosas casi cada instante.
Humor de autoalimentación. Este tipo de humor busca que la sonrisa y la alegría del otro revierta en uno mismo. Se busca hacer reír a los demás para impregnarse de esa emoción a modo de bálsamo. Sin embargo, su efecto es muy breve. Basta con llegar a casa para que las realidades internas, afloren nuevamente de manera descarnada.
Características de la depresión sonriente, el dolor silencioso
No todas las personas viven una depresión de la misma manera. Hay quienes son altamente funcionales y dan al mundo una imagen de infalibilidad absoluta; son esas personas que llevan sobre sus hombros mil cosas, de los que rara vez paran en casa y de los que siempre tienen para los demás una sonrisa y una palabra de ánimo.
Pueden tener una red social extensa, familia, hijos y un trabajo que les apasiona. Y aún así, algo desafina en esa vida aparentemente perfecta.
Sentido del humor y depresión están vinculados porque el primero es el escudo que esconde la segunda dimensión, pero aún así, hay pistas que pueden ayudarnos a ver esta realidad camuflada:
Su estado de ánimo es como una montaña rusa: subidas y bajadas. Sin embargo, les basta un pequeño refuerzo (como una propuesta para salir, un elogio o un mensaje) para experimentar alegría y efusividad. Sin embargo, esa positividad dura muy poco.
No manejan bien las críticas, los reproches o las llamadas de atención. Cualquiera de estas cosas les enerva y les cuesta mucho gestionarlo.
Suelen sufrir hipersomnia. En la depresión sonriente o atípica, la persona siente una necesidad de dormir muchas horas.
Se experimentan dolores en las extremidades, sobre todo pesadez de piernas y brazos.
¿Cómo se trata la depresión atípica?
Cuando sentido del humor y depresión se relacionan y tenemos a una persona que enmascara su dolor mediante la risa, las bromas, el contacto social casi constante y esa hiperactividad de quien se niega siempre a detenerse, podemos estar ante una depresión atípica. Es una condición grave porque estamos hablando de una depresión mayor o trastorno depresivo persistente.
Es común que estos pacientes no suelan solicitar ayuda. De ahí que arrastren durante años esa realidad, pudiendo llegar al extremo de rozar ya la ideación suicida e incluso, en los casos más extremos, cometer un primer intento. También hay pacientes que recurren a abuso de las drogas o al alcohol para llenar de algún modo dicho vacío. No podemos llegar a estos límites.
En estos casos, es necesario solicitar ayuda especializada. Combinar la terapia psicológica con los tratamientos farmacológicos como los antidepresivos suele dar buenos resultados.
Evitemos por tanto dejar para mañana la angustia que sentimos hoy, evitemos camuflarla, disuadir malestares, miedos y desesperaciones con estrategias que solo dan un bienestar efímero. Porque lo que merecemos es un equilibrio y una satisfacción permanente, de uso diario.
La Mente es Maravillosa.-
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