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Salud y Bienestar
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Un análisis de sangre para detectar el Alzheimer con 16 años de antelación

Detectar Alzheimer hasta 16 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de deterioro cognitivo y hacerlo sólo a través de un análisis de sangre.


Todo gracias a una proteína capaz de dar el ‘chivatazo’ con información muy precisa sobre la progresión de la enfermedad. Un marcador en sangre que abre las puertas a posibles vías de tratamiento. Así lo revela un estudio que acaba de publicar la revista Nature Medicine.


Tal y como recuerda el principal autor de este trabajo, Mathias Jucker, “el hecho de que todavía no haya una terapia eficaz para el Alzheimer se debe en parte a que se detecta demasiado tarde”. Sin embargo, la investigación realizada por un equipo de neurólogos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington (San Luis, Estados Unidos) y del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (Dzne, por sus siglas en inglés) podría cambiar este panorama.


Existe un biomarcador que podría utilizarse para monitorear los daños cerebrales que se van produciendo dos décadas antes de manifestarse los primeros signos de confusión y pérdida de memoria. Se trata de la proteína de cadena ligera de los neurofilamentos (NfL), que forma parte del ‘esqueleto’ interno de la neuronas. Cuando estas células cerebrales se dañan o mueren, la proteína se filtra hacia el líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro y la médula espinal y, desde allí, al torrente sanguíneo.


Se ha demostrado que niveles altos de la cadena ligera de neurofilamentos en el líquido cefalorraquídeo es una prueba sólida de daño cerebral. Pero la obtención de líquido cefalorraquídeo requiere una punción lumbar. Por esta razón, el neurólogo Jucker, del Hospital Universitario de Tübingen (Alemania), y un equipo internacional de investigadores quisieron comprobar si los niveles de esta proteína en sangre también reflejaban daño neurológico.


Atrofia cerebral


Para ello, seleccionaron a un grupo de familias con variantes genéticas raras que causan Alzheimer a una edad temprana (entre los 30 y 50 años). Esta parte de la población brindaba la oportunidad de estudiar lo que sucede en el cerebro en los años previos a la aparición de los primeros síntomas. De esta manera, se analizaron las muestras sanguíneas de más de 400 personas (247 con variante genética de inicio temprano y 162 sin familiares afectados) que se sometieron a exploraciones cerebrales y pruebas cognitivas.


Jucker y sus colegas monitorearon la concentración de la proteína en estos individuos año tras año. Hasta 16 años antes del inicio calculado de los síntomas de demencia, hubo cambios notables en la sangre. En el primer grupo, los niveles de la proteína fueron más altos al inicio e iban incrementando con el tiempo. “Tenían más probabilidades de mostrar signos de atrofia cerebral y disminución de las capacidades cognitivas en sus siguientes revisiones clínicas”, relata el artículo. Sin embargo, entre quienes no tenían la variante genética, la cadena ligera de neurofilamentos se mantenía en bajas concentraciones.


Al observar los escáneres cerebrales, los investigadores descubrieron que la rapidez con la que aumentaban los niveles de esta proteína iban acorde con la disminución cada vez mayor de una parte del cerebro involucrado en la memoria: el precúneo. “Pudimos ver estas diferencias realmente pronto, dieciséis años antes de que aparecieran los primeros síntomas”, subrayan los autores en su estudio.


Sin cura de momento


Dados los resultados, “este podría ser un buen biomarcador preclínico para identificar a aquellos que desarrollarán síntomas clínicos”, apunta los científicos. Antes, habrá que “confirmar nuestros hallazgos y definir el período de tiempo durante el que deben evaluarse los cambios de esta proteína para realizar una predicción clínica óptima”, aclara Jucker. También habrá que determinar cuánta proteína en sangre es demasiado alta y a partir de qué momento la velocidad con la que aumentan dichos niveles serán motivo de preocupación.


Además, hay que tener en cuenta que el problema de esta prueba sanguínea es que “no es un marcador específico, identifica el daño cerebral, que puede deberse al Alzheimer o a otras afecciones neurodegenerativas como la esclerosis múltiple”, apunta Ángel Martín, neurólogo del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Es decir, los altos niveles en sangre podrían ser un signo de muchos tipos de lesiones neurológicas diferentes, no sólo de Alzheimer.


No obstante, añade el especialista español que comenta este trabajo, “es un paso hacia adelante y dado que “no existe cura ni forma de evitar este daño neurodegenerativo”, lo cierto es que “la detección precoz podría permitir desarrollar fármacos para fases en las que aún no hay señales clínicas de demencia y, por lo tanto, se pueda prevenir”.


Fuente: El Mundo (España)

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