El 21 de junio es el día en que tradicionalmente, se inicia el invierno en el hemisferio sur; el día del solsticio o día en que el sol deja de retroceder hacia el norte, se "detiene" y comienza a regresar hacia el sur, pero especialistas del Planetario de San Luis afirmaron a AIM que el sábado 20, a las 18:43 (Hora Argentina) se despedirá el otoño y dará paso al invierno en el Hemisferio Sur de la Tierra.
El solsticio de junio, que se produce cuando la estrella solar alcanza su mayor declinación norte y además en el caso del hemisferio sur de la Tierra su menor altura en el firmamento, es el instante astronómico en que se produce el cambio de estación.
Se trata de un fenómeno natural que para los habitantes del sur de la Tierra tiene una característica notable y consiste en que la jornada de éste jueves 21 el Sol permanecerá casi 10 horas encima del horizonte y unas 14 horas debajo por lo que se dará el día más corto y la noche más extensa del año.
Un poco de historia
"Invierno" es una palabra derivada del latín "hibernum", que se ha preservado mejor por ejemplo en "hibernación".
El invierno comienza en el día en que el sol está menos tiempo que cualquier otro por encima del horizonte y en empiezan poco a poco las horas de luz a alargarse hasta llegar al equinoccio de primavera el 21 de setiembre, cuando día y noche duran 12 horas cada uno y al solsticio de verano, el 21 de diciembre, el día más largo del año en el sur.
El invierno comienza con el solsticio el 21 de junio en el hemisferio sur y termina con el equinoccio de primavera, alrededor del 21 de septiembre.
El hecho de que la órbita de la Tierra sea elíptica, se traduce en una duración menor en el hemisferio norte y mayor respecto a este en el hemisferio sur, ya que en julio se produce el afelio, durante el invierno austral, y en enero el perihelio durante el boreal. En resumen, el invierno dura aproximadamente 4 días más en el hemisferio sur que en el norte.
Meteorológicamente se suelen considerar invernales los meses enteros de junio, julio y agosto en el hemisferio sur.
En la mitología griega, Hades, dios del inframundo, tras repartirse sus esferas de influencia a suertes con Zeus y Poseidón, secuestró a Perséfone para hacerla su esposa. Zeus le ordenó a Hades, su hermano mayor, que la devuelva y se la entregue a su madre Deméter, diosa de la tierra. Sin embargo, Hades engaña a Perséfone y le hace comer la comida de los muertos, con lo que logró que Perséfone deba pasar seis meses con su madre, como quería Zeus, pero otros seis con Hades. Durante el tiempo en que su hija está con Hades, Deméter se entristece y provoca el otoño y el invierno.
Desde tiempo inmemorial, se sabe que el sol no aparece en el mismo lugar del cielo en cada equinoccio de primavera, el día tradicional del año nuevo. Cada 72 años, se mueve un grado debido a la precesión de los equinoccios, un fenómeno que es como si se desplazara hacia atrás con relación a las estrellas fijas. Al cabo de 26.000 años, habrá dado una vuelta completa a lo largo de la línea equinoccial, se habrá cumplido lo que los antiguos llamaban "gran año" y era conocido por egipcios, babilonios, chinos, hindúes y muchas otras civilizaciones.
Por otro lado, la prolongación hacia la esfera celeste del eje de la tierra toca una estrella en el cielo, la estrella Polar o Polaris. Esto es así desde hace 5000 años, porque antes la "estrella polar" era Alfa de la constelación del Dragón. Dentro de 8000 años, el movimiento de la tierra hará que la estrella polar sea Vega.
El movimiento precesional es el responsable del cambio de equinoccios y solsticios a lo largo de los milenios, de modo que el sol recorre todo el zodíaco hasta regresar a su punto de partida al cabo de un gran año. Hoy el sol sale todavía en el equinoccio de primavera en la constelación de Piscis, pero dentro de algunos siglos lo hará en Acuario, lo que ha llevado a consideraciones de todo tipo sobre el advenimiento de la "era de Acuario", dada la vieja tendencia a relacionar los fenómenos cósmicos con los humanos.
Aproximadamente cada 2000 años el sol en el equinoccio de primavera sale en una constelación diferente, lo que se ha puesto en relación con el advenimiento de religiones, como Aries para el judaísmo, Piscis para el cristianismo y Acuario para la "Nueva Era".
Estas ideas han tenido relevancia para el caso de los mayas. Estos idearon un sistema astronómico muy preciso, que tenía muy en cuenta el "reloj cósmico" constituido por la precesión de los equinoccios, que según algunos intérpretes los llevó a considerar que justamente el solsticio de invierno de 2012, el 21 de diciembre en el hemisferio norte, tendría cualidades extraordinarias.
Los astrónomos suponen que en el centro de nuestra galaxia hay un masivo agujero negro no mayor que el núcleo de un átomo, pero de una masa millones de veces la de nuestro sol, es decir, tiene una densidad casi infinita.
Para los antiguos mayas, la Vía Láctea representó a la gran madre cósmica de donde nació toda vida. Ellos la vieron estirándose a través del cielo nocturno y consideraron su gran protuberencia central, de enorme densidad estelar, como el "útero cósmico".
Dentro de la protuberancia central está el "corredor oscuro" o "grieta oscura" para los mayas el “paso del nacimiento”, con una analogía transparente.
Los mayas descubrieron que el 21 de diciembre de 2012 el sol se alinearía con la "grieta oscura" de nuestra galaxia, lo que implica para algunos intérpretes que van más allá de la ciencia una especie de "nuevo nacimiento" ya que esa grieta es asimilada a un útero galáctico.
Considerando entonces la importancia de la fecha 2012 en el calendario maya, se ha descubierto que ese año específicamente apunta a un periodo de tiempo cuando el Sol del Solsticio de diciembre se alinea con y surge fuera del telón de la grieta oscura, el "canal galáctico de nacimiento” en la protuberancia central.
De acuerdo con este punto de vista la alineación astronómica del ciclo de precesión del solsticio de invierno (en el hemisferio norte) con el centro de la Vía Láctea representa el "Punto Cero" en el reloj cósmico, nada menos que el inicio de una nueva era.
El 21 de diciembre es un indicador, nada más, porque los movimientos de que se trata son tan lentos que el sol no terminará de alinearse hasta 2020.
De la Redacción de AIM.