El estado de Israel moderno (Medinat-Yisrael) proclamó su existencia el 14 de mayo de 1948, hace 73 años, pocos meses después de que la Asamblea General de las Naciones Unidas optó por la partición como única solución posible a las rivalidades árabe-judías en Palestina.
Su creación fue el momento culminante de más de sesenta años de agitación sionista. Desde sus mismos inicios Israel ha sido un país sitiado, en lucha por su existencia en cuatro guerras contra los países árabes vecinos. Palestina, una gran parte del imperio otomano, quedó bajo control británico durante la primera guerra mundial y desde 1923 bajo la administración de Gran Bretaña por mandato de la Liga de Naciones.
Los británicos ya habían prometido su ayuda a los judíos para el establecimiento de un hogar nacional en Palestina en la Declaración de Balfour (1917), con tal de que fueran respetados los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías allí existentes. En los tiempos del mandato, en Palestina había sólo 80.000 judíos; pero Gran Bretaña hizo honor a su promesa y fomentó la inmigración de tal manera que, hacia 1939, la población judía casi alcanzaba ya el medio millón.
El resentimiento de los árabes ante la creciente inmigración judía se había puesto ya de manifiesto en una clara rebelión, hasta el punto en que los británicos se vieron obligados a poner límites a una ulterior entrada de judíos. Tras la segunda guerra mundial, y en plena actividad terrorista judía y árabe, la situación se deterioró rápidamente y los británicos se vieron obligados a entregar su mandato.
El plan de las Naciones Unidas en 1947
Contemplaba la división de Palestina en dos países independientes y la conversión de Jerusalén en ciudad internacional, fue aceptado por los judíos palestinos y rechazado por los árabes. Gran Bretaña había fijado el 15 de mayo de 1948 como fecha de entrega de su mandato, pero el 14 de mayo se proclamó el Estado de Israel.
Los países árabes vecinos invadieron inmediatamente Palestina. Cuando finalizó la batalla, con un armisticio en abril de 1949, los israelíes habían ganado para su nuevo estado una extensión mucho mayor de la que habían propuesto las Naciones Unidas.
A partir de entonces y hasta 1967, las fronteras de facto de Israel fueron las líneas de demarcación señaladas por el armisticio, si bien durante la guerra de Suez (1956) Israel ocupó temporalmente la mayor parte del Sinaí. La Guerra de los Seis Días (5-10 de junio de 1967) significó una aplastante derrota para Egipto y sus aliados y dio a Israel el control de la franja de Gaza y todo el Sinaí hasta el Canal de Suez, juntamente con el territorio situado en la margen occidental del río Jordán, así como los altos del Golán sobre la frontera siria. Fue con la intención de recuperar estos territorios perdidos por lo que Egipto y Siria iniciaron la cuarta guerra árabe-israelí (7-24 de octubre de 1973), conocida también con el nombre de guerra del Yom Kipur porque empezó el día de la expiación. Cuando ambos lados aceptaron la llamada de las Naciones Unidas para un alto el fuego, los israelíes se encontraban ya a muy poca distancia de Damasco, la capital siria, y, atravesando el Canal de Suez, habían penetrado también en Egipto hasta las proximidades de los lagos Amargos, al tiempo que los egipcios habían irrumpido entre las líneas defensivas israelíes a través del canal y habían penetrado en el Sinaí.
Las Naciones Unidas organizaron una comisión para la supervisión de la tregua, y tras la voluntad aparente de ambos lados para el inicio de negociaciones, se produjo una intensa actividad diplomática que en 1974 dio por resultado el establecimiento con Siria y Egipto de unos territorios negociados por el secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. En ellos se establecía una zona neutral a lo largo de la margen oriental del Canal de Suez y a lo largo de los altos del Golán, patrullada por las fuerzas de las Naciones Unidas. En 1977 el presidente egipcio Sadat visitó Israel, iniciándose así un período de negociaciones que culminó con la firma de un tratado de paz entre ambos países y la devolución a Egipto de la península del Sinaí, operación que finalizó en abril de 1982. En junio del mismo año, las tropas israelíes invadieron el sur del Líbano y llegaron hasta las puertas de Beirut, en una ofensiva militar destinada a destruir las bases de los guerrilleros de la OLP, que proseguían sus operaciones de hostigamiento contra la región septentrional de Israel. La retirada de los israelíes al interior de sus fronteras, cediendo a la presión internacional, no se produjo hasta 1985.
El conflicto tuvo su origen en las actitudes del movimiento sionista, que desde finales del siglo XIX planteó el retorno judío a Palestina, entonces bajo dominio turco, después de dieciocho siglos de éxodo. Si bien es cierto que la primera consagración de ese proyecto sólo se consiguió cuando en noviembre de 1917, en el Parlamento de Westminster, el entonces Ministro de Asuntos Exteriores Lord Balfour, anunció la disposición de Su Majestad de facilitar el nacimiento de un "hogar nacional judío"; que empezó a hacerse realidad cuando Palestina, no casualmente -y faltando a todas las previas promesas británicas a favor de la creación de una Gran Nación Arabe- se convirtió en un mandato de la Sociedad de Naciones bajo administración de Londres.
Poco después, en 1922 los mandatarios autorizaron la creación de la Agencia Nacional Judía, que desde ese momento pasó a ser el embrión de un verdadero Estado. En tales condiciones, el flujo inmigratorio fue in crescendo, para trastocarse en una auténtica invasión una vez terminada la Guerra Mundial en 1945. Todo ello al amparo de las organizaciones pro-Estado de Israel, que organizaron, además fuertes movimientos terroristas -siendo los más importantes Hagana, Stern y el Irgun Zvai Leumi, para acabar con las dudas del protectorado británico.
Hasta el punto de que éstos, ante la imposibilidad de resolver un problema cada vez más enrevesado, recurrieron a las Naciones Unidas, que en célebre reunión del 19 de noviembre de 1947 decidió la partición de Palestina en dos Estados: uno israelí y otro árabe con una zona internacional para Jerusalén. Poco después se proclamaría la independencia del Estado judío el 15 de mayo de 1948, con la huida masiva de palestinos de su territorio. Y la guerra que siguió, hasta 1949, permitió ampliar el espacio israelí en 5.000 kilómetros cuadrados sobre la previa partición de la ONU, incluyendo una zona muy importante de Jerusalén. La Palestina árabe quedó sometida a sendos despojos, la franja de Gaza y de Cisjordania.(Ramón Tamames)
Separación de razas
La clave del problema es que en 1917 se adoptó la opción étnica como guía de la política. Y en 1947 se fue aún más allá, dividiendo un país originario de judíos y árabes -que por siglos habían convivido pacíficamente- con el arbitrismo de separar razas y creencias.
Mal sistema en ambos casos, porque los estados étnicos son lo peor para la protección de las minorías y de los derechos ciudadanos. Llegando en ocasiones, como ésta, a los integrismos... la solución a largo plazo no podrá pasar sino por una confederación de árabes y judíos en todo el territorio de la antigua Palestina. Renunciando a pretensiones teocráticas y de hegemonía racial, y restableciendo la concordia de otros tiempos. (Ramón Tamames)
Winston Churchill y Palestina
Durante los años veinte, se produjeron la mayoría de los movimientos independentistas de las Colonias del siglo XIX e Inglaterra tuvo que negociar con ellas diferentes estatutos, ya que como se demostró más tarde, aparte de los problemas políticos, el costo de mantenimiento de las colonias podía llevar a la metrópoli a la bancarrota.
Su primer trabajo, pues, como Ministro de las Colonias fue el de estudiar un sistema de gobierno para el Medio Oriente que redujese el costo de la dominación inglesa. Sólo en 1920, Palestina, Iraq y Arabia habían costado al contribuyente británico 37 millones de libras esterlinas.
El objetivo de Churchill era reducir la cifra al menos en un 50 por ciento. Nombró consejero para los asuntos árabes al coronel T.E.Lawrence, quien sería conocido después como Lawrence de Arabia.
Lawrence negoció con el emir Feisal quien aceptó renunciar a todas las reivindicaciones de su padre en Palestina a cambio del trono de Iraq para él y de la Transjordania para su hermano Abdullah.
Esta división creaba una línea de repartición natural: el río Jordán, y Churchill -confiando en que los dos hermanos aceptarían no atacar a los franceses en Siria- dio así la orden de evacuar a los soldados ingleses de Iraq en el plazo de un año. En Palestina, sin embargo, las cosas serían más difíciles.
En la reunión del 31 de mayo de 1921, los árabes de Palestina exigieron la creación de una Asamblea Legislativa, opción que había sido descartada pues cualquier órgano elegido prohibiría sin duda la emigración de los hebreos. Pero para no ganarse la total enemistad de los árabes se aprobó una propuesta para limitar la emigración judía según los límites económicos de Palestina.
Finalmente, y temiendo que los desórdenes en Palestina continuasen, aceptó una propuesta de Lloyd George y el 9 de junio se cedió a Estados Unidos el mando sobre Palestina e Iraq.
Tomado de trabajos de Ramón Tamames y Pilar Pastor
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