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Caleidoscopio
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La orden de Loyola y de Francisco

Se recordará el 4 de abril otro aniversario de la elección en el año 1541 de Ignacio de Loyola como primer general de la compañía de Jesús, la orden que fundó dentro de la iglesia católica para defensa del Papado contra los protestantes, una vez consumado el cisma luterano.

Tras duras vicisitudes históricas, un jesuita, el cardenal Jorge Bergoglio, fue elegido Papa por primera vez en la historia de la Iglesia tras la renuncia de Benedicto XVI.

Los jesuitas tuvieron una actuación destacada dentro de la contrarreforma, movimiento católico de afirmación contra los protestantes, que buscó mantener cuanto fuera posible tras la separación promovida sobre todo por los príncipes alemanes que protegieron a Lutero.

La finalidad de esta compañía es “la perfección cristiana, propia y ajena, para gloria y servicio de Dios”, “ad maiorem gloria Dei”.

Iñaki Loyola, el fundador, quiso que sus miembros estuviesen siempre preparados para ser enviados, con la mayor celeridad, allí donde fueran requeridos donde el Papa los necesitara, de ahí que los jesuitas profesen los tres votos normales de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad) y, aparte, emiten un cuarto voto de obediencia al Papa.

La Formula Instituti de 1540 dice: “Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir sólo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra”, lo que es un programa de acción y un credo al mismo tiempo.

La Compañía de Jesús ha sido una organización que ha vivido entre la alabanza y la crítica, siempre en la polémica. Su lealtad incondicional al Papa los ha colocado en más de un conflicto: con la Inglaterra isabelina, frente al regalismo español y el absolutismo del Rey Sol, con la Alemania de Bismarck, de donde fueron expulsados (durante el Kulturkampf) y con los gobiernos liberales de diversos países en América y Europa, que también los persiguieron. Asimismo los regímenes comunistas de Europa Oriental y de China limitaron ampliamente su actividad a partir de 1945.

La Compañía de Jesús desarrolló una actividad decisiva durante la Reforma católica, sobre todo en los años inmediatamente posteriores al Concilio de Trento; reconquistaron para el catolicismo regiones protestantes como Baviera en el sur de Alemania y los actuales estados de Renania del Norte-Westfalia, Renania-Palatinado y Sarre en dicho país; el oeste de Polonia, Hungría, Austria, Bélgica y el sur de Holanda.

El desplazamiento de las altas esferas de los jesuitas es paralelo a la creciente influencia del Opus Dei, constituido como prelatura personal del Papa.

La Compañía de Jesús a inicios del siglo XXI es un mosaico de diferentes identidades, desde las más conservadoras, como la del jesuita francés Tony Anatrella, que escribió el argumento vaticano en contra de la ordenación de sacerdotes homosexuales en la reciente Instrucción de Benedicto XVI, hasta las más progresistas, como las de algunos jesuitas mexicanos, cercanos a grupos de extrema izquierda como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), o la Appo.

Otro ejemplo de estas últimas posiciones fue la teología de la liberación desarrollada por algunos jesuitas, entre otros sacerdotes y religiosos, en América Latina durante los años 1960 y 70.

El hecho de tomar partido con los oprimidos, bandera del Papa Francisco, ha sido a veces peligroso para los jesuitas. En 1989, el jesuita Ignacio Ellacuría y otros cinco religiosos de la Compañía, fueron asesinados por la Fuerza Armada de El Salvador, luego de años de intensa actividad en defensa de los derechos humanos en ese país.

En 1997, un jesuita fue golpeado en la India por trabajar con "los intocables", la casta social más baja. Otro jesuita indio fue asesinado a tiros en el 2000. Varios han muerto en guerras civiles en África y el sudeste de Asia, realizando acciones de ayuda social.

Si bien en Europa la acción de los jesuitas fue predominantemente conservadora, a veces intrigante y hasta escandalosa, en América su sentido fue muy diferente. Los jesuitas en las misiones rescataron a los indígenas de la esclavitud y de la brutalidad de los conquistadores, los organizaron militarmente para resistir a los cazadores de esclavos lusobrasileños, los “Bandeirantes”, y crearon una firme organización social en el Paraguay que le permitió a ese país, bajo el gobierno de Gaspar de Francia, ser el más adelantado de América en su momento.

Este hecho promovió la acción de la “Triple alianza” de Argentina, Brasil y Uruguay en la guerra del Paraguay, uno de los peores genocidios provocados por los ideales económicos liberales que se compatibilizaban bien con el esclavismo brasileño pero muy mal con la “dictadura” paraguaya.

Cuando los jesuitas por orden de Carlos III fueron expulsados del Paraguay, los traficantes de esclavos brasileños redujeron a los indios y los llevaron a morir rápidamente en las plantaciones o bien los indígenas que pudieron escapar volvieron a la selva y dejaron de lado la civilización.

Jesuita Ignacio de Loyola Francisco

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