El 15 de octubre de 1917, se cumplen 103 años, acusada de espiar para los alemanes durante la primera guerra mundial, fue fusilada en Francia Margarita Gertrudis Zelle, muy famosa entonces y en los años siguientes con el nombre javanés de “Mata Hari” (Ojo de la aurora).
Mata Hari nació el 7 de agosto de 1876 en Leeuwarden, Holanda, de padre holandés y madre javanesa. Se destacó por su belleza desde muy temprano.
Tras la muerte de su primer marido, con el que se casó a los 19 años, y de su primer hijo, en París aprovechó la sensación de orientalidad que emanaba de sus rasgos y se hizo pasar por una princesa de Java llamada Mata Hari, ejerciendo de bailarina exótica y protagonizando espectáculos de danza donde se iba desnudando poco a poco.
Fue cortesana y tuvo romances secretos con numerosos funcionarios militares e incluso políticos de alto nivel. Este tipo de relaciones, así como los contactos entre lo más florido de la alta sociedad, resultarían el origen de su perdición.
Cuando por la edad perdió su imagen de jovencita, ejerció con más asiduidad de cortesana.
"¿Una ramera? ¡sí!, pero una traidora, ¡jamás!" es una frase que se le atribuye a Mata Hari durante el juicio sumarísimo al que fue sometida.
Según informes de los agentes franceses que seguían sus movimientos durante la guerra se dedicaba a relacionarse con oficiales de las naciones aliadas que se encontraban de paso en París, donde conoció al gran amor de su vida, Vadim Masloff, un soldado ruso destinado en Francia. Durante varios días y varias noches no se separaran uno del otro.
Según Mata Hari ella fue a visitar al capitán Ledoux para solicitar que le extendiera un salvoconducto para Vittel, donde había un hospital militar en el que se encontraba su amado Vadim, al que acababan de herir en un ojo. Mata Hari dijo que en el transcurso de esta entrevista Ledoux le ofreció prestar servicios como espía a favor de Francia, y que ella aceptó.
La versión de Ledoux fue que Mata Hari le ofreció sus servicios como espía, y que él desconfió pues sabía que era sospechosa de trabajar a favor de los alemanes, por lo que decidió dejarla actuar pero manteniéndola vigilada hasta descubrir lo que se traía entre manos.
El caso es que Mata Hari se embarcó para Holanda donde debería entrar en contacto con un agente francés que le daría instrucciones. Sin embargo en el transcurso del viaje fue interceptada por los ingleses que también la consideraban sospechosa, y tras interrogarla le dijeron que no podía ir a Holanda y que debía regresar a España.
Finalmente se produjo el desenlace de la historia cuando los franceses interceptaron un mensaje cifrado de los alemanes que confirmaba sus sospechas, ya que el mensaje se refería a uno de los agentes alemanes llamado H21 y cuyos movimientos eran exactamente los que había hecho Mata Hari en los últimos tiempos. Además en el mensaje se dice cuales serán sus siguientes pasos: ir a París y recoger 5.000 dolares en pago a sus servicios que hay depositados en el banco Comptoir d'Escompte.
De esta manera cuando Mata Hari llegó a París en enero de 1917 ya tenía sobre ella a todo el servicio francés de contraespionaje. Efectivamente Mata Hari recogió el dinero en el Comptoir d'Escompte, lo cual sería definitivamente su perdición.
Tras su arresto fue recluida en la prisión de San Lázaro en las afueras de París. Más tarde fue sometida a juicio acusada de ser una agente doble para Alemania y Francia. Al final se le encontró culpable, aunque sin pruebas concluyentes
Fue ejecutada por un pelotón de fusilamiento en la mañana del 15 de octubre de 1917. Tenía 41 años. Sobre los detalles de este episodio circularon muchas leyendas, como que antes de morir se despidió de los soldados del pelotón agitando la mano, o que sólo vestía un abrigo de piel, del cual se despojó para persuadir a sus ejecutantes, o que los propios soldados tuvieron que ser vendados para no sucumbir a sus encantos. En todo caso, sí parece probado que lanzó un beso de despedida a sus ejecutores y que, de los 12 soldados que constituyeron el pelotón de fusilamiento, sólo acertaron 4 disparos, uno de ellos en el corazón que le causó la muerte instantánea.
Su cuerpo, que no fue enterrado, se empleó para el aprendizaje de anatomía de los estudiantes de medicina, como era habitual para los considerados criminales y ajusticiados en aquella época. Su cabeza embalsamada, que tenía el pelo teñido de rojo, como atestiguan quienes la vieron, permaneció en el Museo de Criminales de Francia hasta que en 1958 desapareció, seguramente robada por un admirador. Siempre proclamó insistentemente su inocencia, hasta el último instante.
Hoy la tesis más extendida es que, aunque reveló datos sobre ciertos movimientos alemanes y franceses sin importancia, como el desembarco nocturno de algunos oficiales del Kaiser en Marruecos, o la insustancial comunicación al enemigo de movimientos de tropas francesas que aparecían incluso en la propia prensa parisina, estos fueron siempre irrelevantes debido a la nula preparación de Mata Hari como espía, aunque en el juicio sus acusadores franceses llegaran a afirmar que había sido entrenada en Holanda en una escuela para tal fin.
Según los estudiosos, sirvió de chivo expiatorio ante la opinión pública por los fracasos de Francia en el frente de guerra, sin olvidarnos del rencor moral inconsciente que provocaba su estilo de vida. Cuando fueron a apresarla, pidió que le concedieran tiempo para asearse, y que llegó a mostrarse desnuda ante los ojos de sus captores, ofreciéndoles bombones en un casco prusiano que un general alemán le había regalado años atrás.
Este atrevimiento y ostentación de contactos con amantes enemigos en plena época de guerra, muestran a una Mata Hari con la actitud propia del mito en vida que representaba, y con la seguridad de que sus contactos en la altas esferas la convertían en intocable.
Todavía no era consciente de que estaba en un grave peligro y que tan pronto como tuviera problemas, todos sus contactos y antiguos amigos no querrían saber nada de ella.
Mata Hari se transformó en una leyenda que curiosamente ha terminado representando la imagen del espionaje, cuando en realidad es su antítesis, ya que para cualquier espía la discreción es un elemento fundamental.
El personaje de Mata Hari, que oculta la persona, optó por la huída hacia adelante de la Dolce Vita, en un intento de ocultarse a sí misma la evidencia del abismo de quien asistió en primera fila al espectáculo de la miseria humana.
Mata Hari no puso en conocimiento de franceses ni alemanes ningún secreto militar de importancia; quizá ella se creía espía, pero no lo era en realidad porque su doble juego era conocido por ambas partes. No era espía más allá de lo que ella creyera, pero la fusilaron como si lo fuera. Fue la víctima propiciatoria que llevó sobre sí parte de la responsabilidad por el estancamiento de la guerra tras las promesas iniciales de rápido triunfo.
A pesar de su vida agitada, tan llena de experiencias límites, mostró un candor notable cuando quiso hacer valer las técnicas de seducción de que se servía en las alcobas incluso ante el pelotón de fusilamiento. La situación en que había entrado como en un juego, y de la que la sacaron trágicamente, la superaba por completo.
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