La incertidumbre política por la cercanía de las elecciones presidenciales, el salto en la brecha cambiaria y el impacto desfavorable del clima, se conjugaron para conformar un escenario adverso a la hora de concretar un mayor ingreso de divisas del agro.
Es que, según señalan analistas, en este contexto los productores decidieron demorar la venta de granos en las últimas jornadas y la comercialización mantuvo poco dinamismo durante la semana pasada, mientras el denominado “dólar agro” transita sus últimos días: tiene vigencia hasta el próximo viernes.
“El productor prefiere demorar decisiones y quedarse con el poco grano disponible tras la seca, por lo que la demanda está reducida. Los compradores, por su parte, intentan colocar su capital de trabajo en granos, aún a pérdida, ya que esto les resulta más orgánico y hasta una pérdida menor que dolarizarse con activos financieros”, analizó al respecto Dante Romano, profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
“Todos quieren comprar, nadie vender, los precios suben, pero sin negocios. De hecho, ni siquiera la extensión del dólar agro y la inclusión de más productos logró despertar los negocios”, remarcó el especialista, quien detalló que “la ampliación del dólar soja incluyó también cebada, girasol y sorgo, pero el remanente de esos productos es menor y las operaciones están frenadas”. “De hecho, los precios de soja se dispararon y esto no traccionó ventas, todo lo contrario, se está operando menos de un tercio de lo que se trabajó el mes pasado”, agregó.
Es que, más allá del incentivo que propuso el Gobierno para las agroexportadoras, el salto de la brecha cambiaria terminó por desincentivar decisiones de venta de parte de los productores. A esto se le suma que en el sector especulan con una nueva devaluación del dólar oficial y la cercanía de las elecciones, con algunos candidatos que prometen la reducción e incluso la quita de las retenciones.
Por otra parte, tal como señaló Romano, en el frente internacional, la guerra en Israel también genera una gran incertidumbre económica a nivel mundial: “Los precios fueron empujados a la suba hasta tanto se tenga mejor noción de cómo seguirá el conflicto. En medio de todo esto, el USDA presentó un reporte de oferta y demanda con rindes más bajos que los esperados en maíz y soja. El trigo en tanto sigue cargado por una oferta muy barata y voluminosa de Rusia, aunque otros países como Australia y Argentina siguen bajando producción”.
Finalmente, otro factor de preocupación es el clima. Es que, según señaló el analista, “las lluvias no llegan y afectan gravemente al trigo”, despertando la expectativa de menor producción de maíz temprano, ya que se agota la fecha de siembra sin lluvias. “Lo que no se siembre de temprano iría en una proporción menor a soja”, estima.
En ese contexto, de acuerdo a datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, “la comercialización mantuvo poco dinamismo durante la semana pasada, con un promedio de negociación de alrededor de 47.000 toneladas, en contraste con semanas anteriores con volúmenes promedio de 280.000 toneladas”.
De esta manera, más allá de la implementación del “dólar soja”, todavía restan por comercializarse unos 5,6 millones de toneladas de la oleaginosa de la campaña 2022/23. Lo que representaría divisas por más de u$s2.800 millones.
Impacto de la sequía
Dichas divisas serían clave para el Gobierno, como puente de cara a la última quincena de diciembre, cuando comenzarían a ingresar los dólares de la cosecha de trigo. En un año marcado a fuego por el impacto de la sequía.
De hecho, un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario analizó el impacto de la sequía en el agro y cómo repercutió en el nivel de actividad: “El PBI argentino en los primeros seis meses de 2023 registró una caída del 1,86 por ciento, y esta disminución se atribuye prácticamente en su totalidad a los efectos de la sequía que ha asolado al sector agrícola. Los demás sectores de la economía experimentaron un crecimiento del 1,8 por ciento en el mismo período, lo que subraya la importancia de la agricultura en la economía argentina”.
“Además, el aporte de las cadenas agroalimentarias al PBI en el primer semestre de cada año ha alcanzado su punto más bajo, con una participación del 19,6 por ciento, comparada con el 20,6 por ciento en 2018 y el 21,3 por ciento en 2009. Estos años también estuvieron marcados por sequías que afectaron la producción de granos”, agregaron desde la entidad.