China ha confirmado que retiene al presidente de Interpol (Organización Internacional de Policía Criminal), y viceministro chino de Seguridad Pública, Meng Hongwei, como sospechoso de delitos no especificados. Meng permanecía en paradero desconocido desde el 25 de septiembre, tras aterrizar en China procedente de Estocolmo. El viernes pasado se hizo público que la policía de Francia, donde tiene la sede Interpol, en Lyon, lo buscaba después de que su esposa hubiera denunciado su desaparición.
En un sucinto comunicado emitido cerca de la medianoche del domingo en China, la Comisión Nacional de Supervisión, el nuevo órgano encargado de vigilar el comportamiento de los funcionarios públicos, reveló que Meng, de 64 años, se encuentra en su poder mientras se le investiga por “violaciones de la ley”.
Una vez en manos de la Comisión, el presidente de Interpol puede, de acuerdo con las normas de funcionamiento de este poderoso organismo creado a comienzos de este año, ser retenido hasta seis meses en un lugar secreto y sin contacto con el exterior, mediante un sistema de detención conocido como liuzhi.
Este domingo, la organización ha informado de que recibió la renuncia con efecto inmediato de Meng como su presidente y que la institución elegirá a un nuevo jefe en una reunión en noviembre en Dubái. Mientras, el surcoreano Kim Jong Yang será presidente interino. Interpol había indicado el sábado que había pedido a China aclaraciones sobre el paradero de Meng, que llevaba dos años como jefe del organismo internacional de cooperación policial. La esposa del alto funcionario, Grace Meng, y sus hijos han quedado bajo protección, según ha informado el Ministerio del Interior francés.
En una rueda de prensa en Lyon, Grace Meng explicó que lo último que supo de su marido fueron dos breves textos por mensajería instantánea el día 25. En uno, el emoji de un cuchillo le informaba de que estaba en peligro y en el otro le pedía que estuviera a la espera de una llamada suya. Después, nada más.
“Esto es una cuestión que corresponde a la comunidad internacional”, declaró la esposa del alto cargo, citada por la agencia AFP. “No estoy segura de qué le ha pasado”.
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Desde la llegada al poder de Xi Jinping, China lleva a cabo una amplia campaña de lucha contra la corrupción que ha causado la caída en desgracia de más de un millón de funcionarios. Entre ellos se encuentran 17 altos cargos —o “tigres”, como los ha descrito el propio Xi—, incluidos destacados posibles adversarios políticos.
Entre los detenidos y condenados a cadena perpetua se encuentra el antiguo ministro de Seguridad Pública Zhou Yongkang, que durante tres años fue el superior directo de Meng y que, hasta pocos meses antes de su arresto ocupaba uno de los puestos en el Comité Permanente, el principal órgano de poder del Partido Comunista Chino (PCCh).
De puertas para afuera, nada hacía pensar que Meng, cuyo nombramiento al frente de Interpol fue acogido con júbilo por China y con preocupación por las organizaciones defensoras de los derechos humanos, estuviera a punto de ser detenido. Pero esta primavera, durante la remodelación de los órganos de dirección del Partido y de las estructuras de Gobierno, el alto cargo policial perdió su asiento en el Comité Central, el tercer órgano de mando dentro de la formación comunista. Era el único en la alta jerarquía de la Seguridad Pública al que se le retiraba ese honor.
“Imagino que debe haber ocurrido algo urgente. Eso es por lo que [las autoridades]optaron por una acción tan inmediata, a riesgo de quedar en evidencia en el escenario internacional”, declaraba el historiador y comentarista político Zhang Lifan al periódico de Hong Kong South China Morning Post. “Si Meng está implicado en un mero caso de corrupción, no habría habido necesidad de que las autoridades gestionaran esto de esa manera”.
Nadie está por encima del partido
El anuncio de la detención de Meng coincide esta semana con el de una multa por valor de 111 millones de euros a la actriz Fan Bingbing, la más famosa y mejor pagada de toda China, por evasión de impuestos. Fan había desaparecido durante tres meses, también mientras era sometida a una investigación. Al reaparecer, la actriz colgó en su cuenta de Weibo, el Twitter chino y donde cuenta con 62 millones de seguidores, un mensaje de arrepentimiento y en el que aseguraba que sin el Partido “no hay Fan Bingbing”.
Los casos de Meng y Fan envían una advertencia contundente de las autoridades chinas: nadie, por popular o aparentemente protegido que se encuentre, está por encima de lo que dicta el PCCh. Y para Pekín sus leyes nacionales pasan por encima de otras consideraciones internacionales. Significativamente, el comunicado de la Comisión Nacional de Supervisión destaca antes el cargo de Meng como viceministro que como presidente de Interpol.
Pekín también deja claro, con esta detención, algo que ya había apuntado al crear la Comisión (heredera de la Comisión Central para la Vigilancia de la Disciplina, el órgano policial del PCCh): que la campaña contra la corrupción, que parecía haber perdido fuelle tras sus primeros e intensos años, se ha convertido en permanente y seguirá teniendo en su punto de mira a altos cargos que den motivos para la sospecha. Según publica el South China Morning Post, el 29 de septiembre el jefe de Gabinete de Xi, Ding Xuexiang, había instado a funcionarios del Estado y del Partido a permanecer vigilantes contra la corrupción.
El País