La Administración estadounidense bloquea activos afganos por valor de más de 8.000 millones de euros. Los talibanes afrontan el colapso monetario ante la sequía de dólares
La tensión en Afganistán se incrementa con nuevas restricciones económicas. Estados Unidos ha congelado casi 9,5 billones de dólares (unos 8.100 millones de euros) en activos pertenecientes al Banco Central de Afganistán para evitar que caigan en manos de los talibanes, quienes tendrán que afrontar ahora un colapso económico marcado por la sequía de dólares que advierte empeorar la inflación, incrementar el precio de los alimentos y aumentar la supervisión del capital en la nación para prevenir su fuga.
La limitación se suma así a una cascada de frenos económicos que empezaron luego de que el viernes pasado la Administración estadounidense hubiera suspendido el envío de dólares al país asiático, lo que produjo que el banco afgano restringiera la distribución de divisas al día siguiente.
El gobernador del Banco Central, Ajmal Ahmady —quien huyó del país el pasado domingo—, ha asegurado desde su cuenta de Twitter que el grupo islamista recién llegado al poder solo podrá hacerse con un 0,1% o 0,2% de las reservas internacionales de Afganistán.
"Sin el respaldo del Departamento del Tesoro, es improbable que otros donantes apoyen al Gobierno talibán. Han ganado militarmente, pero ahora tienen que gobernar. No es fácil", ha detallado Ahmady.
El cerco económico pone en aprietos a la cúpula talibana, ya que una parte considerable de los activos del Banco Central de Afganistán está en cuentas de la Reserva Federal de Nueva York y del sector financiero con sede en EE UU, a cuyos fondos no pueden acceder porque el grupo islamista figura dentro de la lista negra de sanciones del Tesoro estadounidense. Por ello, los talibanes han apurado el paso para encontrar en otros países como China y Rusia inversores aliados que les permitan reconstruir un país prácticamente en ruinas, luego de 20 años de un frente de guerra abierto con la misión militar estadounidense.
Con un país de un ingreso per cápita casi 60 veces inferior al de España (432 euros al año), las nuevas restricciones de EE UU amenazan con provocar un aumento de los precios de los productos en Afganistán, especialmente en los alimentos, y una intensificación del choque económico que ha sufrido el país en la última semana, en el que el valor del afgani ha llegado a mínimos históricos, con un cambio de casi 100 afganíes por dólar.
En todos los frentes
No ajeno a la pandemia del coronavirus, Afganistán ha registrado desde el inicio de la crisis sanitaria más de 152.000 casos de Covid-19 y 7.031 muertos, según los datos de la Universidad John Hopkins. Y con apenas un 0,58% de la población con la pauta completa de la vacuna contra el coronavirus, los talibanes también deberán afrontar el coste económico de proteger a la población del virus.
Para ello, el país esperaba contar con la asignación de los derechos especiales de giro (DEG) aprobados a principios de agosto por el Fondo Monetario Internacional, de los cuales a Afganistán le corresponde un desembolso de 460 millones de dólares (unos 393 millones de euros). Sin embargo, ante la creciente preocupación internacional por la vulnerabilidad de los derechos humanos de los afganos (en especial de las mujeres, niñas y colaboradores de los gobiernos extranjeros), unos 18 miembros de la Cámara de Representantes de EE UU han pedido a la titular del Tesoro, Janet Yellen, que se recorte también esta financiación a Afganistán.
Los senadores han insistido en que es contraproducente inyectar una liquidez de casi 500 millones de dólares a un régimen con historial terrorista contra Estados Unidos, una petición que esperan sea escuchada al ser el país norteamericano uno de los principales accionistas del FMI y, con ello, tener una influencia de gran peso sobre las decisiones de los DEG.
Pero otro de los obstáculos para los talibanes para acceder a los DEG será conseguir el reconocimiento internacional como nuevos regidores del poder en Afganistán, algo a lo que ya se han negado países como Canadá y el Reino Unido, mientras que Rusia —cuya voluntad espera ganar el grupo islamista— ha señalado que no tiene prisa por reconocer al líder religioso Hibatullah Akhundzada como máximo dirigente del país.