El tapón que mantuvo al pequeño Julen Roselló a 71 metros bajo tierra en el interior del Cerro de la Corona de Totalán (Málaga) ha sido clave en el angustioso rescate y, a la vez, el mayor enigma del trágico suceso. Este tapón fue el principal impedimento en el operativo de 300 personas que trabajó día y noche en el lugar.[{adj:33851 alignright}]
Pero la relevancia de dicho tapón, cuya composición no ha trascendido aunque necesariamente debe constar en las pesquisas de la Guardia Civil, es mayor aún para dirimir responsabilidades y determinar cómo sucedió todo, de qué manera el niño se pudo colar por un agujero en una peripecia que tuvo hipnotizado a todo el país y al mundo por varios días.
Miembros del equipo de rescate deslizan, pidiendo absoluta confidencialidad, que la existencia del tapón es difícilmente explicable. "Para empezar, porque no es razonable que el crío cuando cae, probablemente golpeando las paredes, provoque desprendimientos en el interior de la cavidad como para generar tanto material que luego se coloca sobre sí mismo y obtura el hueco al completo, de forma tan fuerte", cuentan.
No se trata sólo del material en sí, sino del volumen: pese a que en los primeros días se extrajo tierra con un potente equipo de succión y se rebajó entre 30 y 60 centímetros su grosor, el tapón siguió impidiendo el acceso al niño y desconcertando tanto a los investigadores como, más importante, a los rescatadores que al principio tenían la esperanza de que el niño pudiera seguir con vida en el subsuelo.
"Es mucha tierra, y sobre todo está demasiado compacta", dicen las mismas fuentes, que pertenecen al ámbito de la ingeniería y estuvieron desde el principio presentes en los trabajos: "La verdad es que eso no tiene una explicación clara, pero seguro que la Guardia Civil la encontrará ".
Saber de dónde proceden esos materiales será importante para componer el puzle de la película de los hechos, creen quienes ven improbable que tierra "llovida" sobre el niño se compactara tan rápido, sin que mediara verdadera lluvia o humedad, que solidifica los sedimentos. "En seco, eso tarda en compactar semanas", dicen. Cuando se descubrió el tapón al intentar rescatar a Julen el clima era seco, y el subsuelo ahí no parece especialmente húmedo, opinan. Había llovido 30 horas antes, algo prácticamente indiferente al caso.
El tapón, en fin, podría dar la clave de por qué el pozo estaba destapado, si es que se estaban echando escombros al agujero, e individualizar la negligencia que permitió la caída del niño. Antonio Sánchez, el pocero que ejecutó la prospección, sin permisos de ningún tipo, asegura que él lo tapó con "unas piedras" y que el terreno, cuando ocurrió el accidente, estaba "transformado", diferente a como él lo dejó. Para él, se había destapado el hueco porque se había realizado una zanja en una amplia extensión de terreno, rebajado. También se habían desplazado las varias toneladas de tierra que él había dejado al aire como resto de sus trabajos de búsqueda de agua.
Varias fuentes que han visto el exacto lugar con sus propios ojos han asegurado que a todas luces el propietario de la finca, familiar de los padres de Julen, estaba preparándolo "para construir algo", de manera ilegal en principio dado que el terreno no es en absoluto urbanizable. Se trata, según ha admitido el alcalde de Totalán, Miguel Ángel Escaño, a este periódico, de "un problema habitual en la comarca de la Axarquía: aquí la gente primero construye y luego legaliza, es un clásico".
La evolución de esos trabajos para construir "algo" en el lugar pudo destapar el pozo y facilitar la caída del pequeño. Pero en este punto la Guardia Civil va a tener que hilar muy fino, buscar las rendijas y las contradicciones en las versiones del pocero y el dueño de la finca. El primero dice que las obras fueron posteriores a su intervención, sugiere que la tierra sobre Julen podría no provenir de la que él sacó de la montaña, y se descarga de responsabilidad.
El segundo, de nombre David, dice que las obras fueron anteriores a la prospección, lo que apuntaría al pocero. La identidad y las características de la tierra compactada sobre el pequeño pueden ayudar a despejar la incógnita del mayor enigma de un caso con otras, la tardanza de los padres en avisar al 112 y las primeras versiones, contradictorias, del suceso, y a determinar cómo terminó un niño de dos años cayendo por un pozo de algo más de 100 metros de profundidad, en mitad del campo, en un pueblecito de Málaga.
El Mundo