Las Fuerzas Armadas patrullan las calles de Washington tras duros enfrentamientos mientras los saqueos de Los Ángeles llegan al centro de Hollywood.[{adj:82013 alignright}]
Donald Trump terminaba su discurso a la nación, en el que anunciaba la movilización del Ejército para sofocar las protestas, y en el exterior de la Casa Blanca la Policía Militar, formando detrás de escudos antidisturbios, cargaba contra los centenares de manifestantes congregados pacíficamente, ayudándose con gases lacrimógenos y arropados por agentes a caballo, para abrir una vía en la plaza de Lafayette. Minutos después, el presidente pasaba con una pequeña comitiva caminando hasta la iglesia de Saint John, cuyo sótano ardió en las revueltas del domingo por la muerte de George Floyd, para fotografiarse a las puertas del templo sujetando una Biblia en la mano, antes de regresar a su residencia.
La obispo de la diócesis episcopal de Washington DC, Mariann E. Budde, a la que pertenece la iglesia de Saint John, ha dicho sentirse “indignada” por el hecho de que Trump visitara la iglesia "después de amenazar básicamente con un diluvio de fuerza militar”. “El presidente utilizó la Biblia, el más sagrado texto de la tradición judeocristiana, y una de las iglesias de mi diócesis, sin avisarnos siquiera, como telón de fondo de un mensaje antitético a las enseñanzas de Jesús y a todo lo que defiende nuestra iglesia”.
Los helicópteros militares vigilaban Washington a tan baja altura que era posible observar las piernas de los soldados colgando desde las puertas del aparato. En la capital estadounidense, el único territorio donde el presidente puede desplegar al Ejército sin consultar antes con el gobernador, se ven tanques aparcados en varias esquinas. Arrancaba la segunda jornada de toque de queda, adelantado cuatro horas, hasta las 19.00 (medianoche en la España peninsular), para evitar el caos que se vivió en la víspera, con saqueos e incendios en distintos puntos de la ciudad.
Escenario de guerra
Por el centro de la capital, los hoteles, las farmacias, los bancos y las licorerías se preparaban para una nueva noche de protestas cubriendo sus escaparates con placas de aislamiento. Ya habían sido testigos de cómo otros negocios habían sido destruidos o saqueados. Los manifestantes se encargaron rápidamente de rayar las nuevas cubiertas con el eslogan “Black Lives Matter” o el característico “fuck 12”, que se podría traducir como “que se joda la policía”, aludiendo al código policial “10-12,” que usan para comunicarse por radio.
La tensión recorría también toda la ciudad de Los Ángeles después de tres días de conflicto en los que la policía, pese a un gigantesco despliegue no visto desde hacía tres décadas, parecía incapaz de distinguir entre las manifestaciones pacíficas y los actos de violencia organizada contra comercios. Varias manifestaciones estaban convocadas informalmente a través de las redes en distintos puntos de la ciudad. Las calles más conocidas de Hollywood daban una sensación de estado de sitio, con todos los comercios tapados con tablones y la Guardia Nacional en las esquinas. Las duras advertencias de las autoridades, que se solidarizan con la indignación popular pero están subiendo el tono día a día, fueron en vano.
Una de las protestas, en la intersección de Sunset Boulevard y Laurel, sirvió para medir quiénes son y qué quieren los manifestantes. Sade Sellers y EJ Joseph eran dos de sus organizadores. Habían convocado la protesta y luego, a lo largo del día, vieron cómo se desconvocaba sola por “el miedo” de algunos ante el despliegue de la Guardia Nacional, decía Sellers. “Nosotros no podemos cancelar nuestro color de piel porque tengamos miedo”, decía para justificar haber seguido adelante. Sobre los saqueadores, Joseph decía que eran “unos cualquiera que andan por la calle y les importa una mierda”. Finalmente, se juntaron unas 200 personas en la intersección.
La protesta vivió un momento simbólico de estos días cuando el policía al mando del operativo que les vigilaba les propuso un trato. Él hincaría la rodilla en el suelo solidarizándose con la protesta, ellos se irían pacíficamente al entrar en vigor el toque de queda. Así sucedió. Exactamente a las cinco de la tarde, Sellers y Joseph pidieron a la gente que se fuera a su casa. Se quedaron unas 50 personas esperando alguna acción de la policía. En EE UU no es raro en una manifestación dejarse detener pacíficamente por la policía para dejar claro el compromiso con una protesta, como hace Jane Fonda frente al Congreso. Joseph creía que este lunes sería el último día de protestas y se alegraba de que hubiera terminado de forma pacífica.
Los días anteriores, Los Ángeles había podido ver por televisión cómo bandas organizadas de saqueadores entraban en comercios de la zona de Fairfax y de Santa Mónica. Este lunes, sucedió lo mismo en Hollywood, a pesar del toque de queda. Aprovechando una pequeña protesta en la conocida intersección de Sunset y Vine, una banda que se movía en coche en la zona más turística de la ciudad asaltó varios comercios. La respuesta masiva de la policía no consiguió frenarlos a plena luz del día. El tráfico en ese momento no respetaba el toque de queda, ni mucho menos la cuarentena. Escenas parecidas se vivieron en Van Nuys, al norte de la ciudad. Entrada la noche, los helicópteros y sus sirenas inundaban el cielo de Los Ángeles.
Cientos de personas desafiaban el toque de queda recorriendo las calles de Washington mientras gritaban el nombre de George Floyd, cuya muerte ocurrió el pasado 25 de mayo, a manos de la policía, ha disparado una ola de protestas por todo el país. Irónicamente, los agentes desplegados por la capital les iban indicando a los manifestantes por dónde seguir su ruta mientras violaban la orden de quedarse en casa.
Decenas de ciudades por todo el país estaban este lunes por la noche en toque de queda. Pero la medida cobra un simbolismo especial en Nueva York, cuyos ocho millones de vecinos se preparaban para una cauta vuelta a la normalidad después de semanas de confinamiento en sus casas debido a la pandemia del coronavirus, que ha golpeado sin piedad a la Gran Manzana, dejando decenas de miles de muertos. “Había 4.000 agentes de servicio anoche”, dijo el gobernador Andrew Cuomo este lunes. “Esta noche habrá el doble”.
En Minneapolis, epicentro de las protestas, donde el 25 de mayo el policía blanco Derek Chauvin ahogó al afroamericano George Floyd, apretándole el cuello con su rodilla mientras la víctima pedía auxilio, en una acción que la autopsia oficial ha calificado este lunes de homicidio, el hermano de Floyd se ha acercado por primera vez al lugar de los hechos, cubierto ahora por flores y dibujos de tiza. Allí, luciendo una mascarilla con el rostro de su hermano, se ha arrodillado y ha soltado un gemido que representaba la rabia que se extiende desde hace ya siete días por el país. “Educaos y sabed a quién votáis”, ha dicho a través de un megáfono. “Así es cómo les vamos a golpear. Porque somos muchos”.
Fuente: El País de España.