Por cuarto día consecutivo, las calles de Santiago de Chile viven una jornada de protesta por reclamos contra el gobierno de Sebastián Piñera, que mantiene el decreto de estado de Emergencia para hacer frente a las manifestaciones. Este lunes, pasadas las 20, hora local, cientos de personas violaron el toque de queda en Plaza Italia, uno de los puntos céntricos de Santiago.
Durante varios minutos, la manifestación se mantuvo por parte de los ciudadanos ante la mirada de los agentes de la Policía y, finalmente, abandonaron el lugar por propia voluntad.
Durante la tarde, la congregación generó tensión ya que organizaciones estudiantiles habían lanzado la convocatoria para el mediodía en Plaza Italia, uno de los centros de reunión de la ciudad. Poco después de la hora señalada, comenzaron a aglomerarse grupos de ciudadanos y las autoridades intentaron dispersarlos con algunos incidentes y detenciones.
Las cadenas locales mostraron cómo vehículos policiales antidisturbios buscaban mantener a raya a los manifestantes que salieron a las calles de la capital chilena, así como en Valparaíso y Concepción.
El gobierno anunció que el toque se extenderá por una tercera noche en las siguientes localidades: Región Metropolitana de Santiago (de 20 a seis del martes), Valparaíso (de 18 a seis del martes); Rancagua (de 20 a seis) y la provincia de Concepción (de 18 horas a seis del martes).
En los alrededores de la plaza Italia de Santiago se escucharon cánticos, gritos y cacerolazos de forma pacífica, con algunas bengalas cerca de los cordones policiales. “Que se vayan los milicos”, gritaban a coro aquí los manifestantes, en abierto desafío a las fuerzas militares y policiales que resguardan en gran número el centro de la capital chilena, bajo estado de emergencia.
Más temprano, el acceso había sido bloqueado para realizar tareas de limpieza, tras los incidentes de los días previos. En la Alameda, una de las principales arterias de la ciudad que llega hasta Plaza Italia, las principales tiendas no abrieron sus puertas por temores a saqueos. En cambio, se formaron largas filas en locales de comercio minoristas.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, declaró el domingo que su país estaba “en guerra contra un enemigo poderoso”, luego de habilitar la intervención militar para controlar las protestas, que han dejado al menos 10 muertos y millonarios daños en el sistema del Metro.
Por su parte, la ex mandataria chilena Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, pidió a los manifestantes que salgan a las calles “de forma pacífica” y a las autoridades que “se aseguren" de que el derecho a la libertad de expresión sea “respetado”.
Bachelet admitió que hay “acusaciones inquietantes del uso excesivo de la fuerza” por parte de las fuerzas del orden y pidió que todos los actos que han derivado en heridos y muertos sean objeto de “investigaciones independientes, imparciales y transparentes”.