La joven de 20 años, condenada a perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo, volvió a su celda tras el castigo que recibió por tener un celular y subir fotos a Facebook.
En su descargo ante las autoridades penitenciarias, Nahir Galarza tuvo que reconocer que se había equivocado. Que no había respetado las reglas de encierro. Una de ellas: no tener celular y, mucho menos, sacarse fotos y publicarlas en su muro de Facebook.
Mientras las selfies que se sacó en su celda se publicaron en todos los medios, ella no pudo ver las repercusiones porque durante cinco días estuvo en un calabozo húmedo y oscuro. Incomunicada. Sin su radio, sin sus libros y, obvio, sin su celular, el objeto prohibido por el que fue castigada.
Las autoridades de la Unidad Penal de Mujeres Número 6 de Paraná, Entre Ríos, la sancionaron después de que subiera con un celular fotos suyas a su cuenta bajo el título “Cumpliendo la maldita condena”.
En las fotos aparece con Soledad Yanina Lescano, acusada de ser cómplice “por omisión” del crimen de su hijastra de dos años. Nahir, de 20 años, la define como “hermana de otra vida”. Y que “sienten que se conocen de vidas pasadas, y son compañeras de sufrimiento”, dice un allegado de las dos.
Repercusión
Por el episodio del celular, Nahir fue sancionada con 10 días de calabozo. Pero su abogado logró que el castigo se redujera a la mitad a partir de los pedidos de disculpas de la joven condenada a perpetua por el crimen de Fernando Pastorizzo, a quien mató de dos balazos con la pistola 9 milímetros de su padre el 29 de diciembre de 2017.
“La pasé mal, pero no me quedó otra que soportar ese encierro, de un lugar muy chiquito, oscuro, que abrían dos veces por día. Fue un día que duró cinco días. A diferencia de la celda, donde me entretengo o hablo con mis compañeras, en el calabozo solo tuve tiempo para pensar, me costó dormir y ni soñé”, le contó Nahir a una compañera.
-Nena, tus posteos tuvieron más de 125 mil me gusta y más de 60 mil comentarios –le contó la compañera.
-¿En serio? No lo puedo creer. ¿Y cómo sabés? –le respondió Nahir.
-Me llamó una amiga para contarme. Hay más a favor que en contra.
Un allegado contó a Infobae: “Ahora que está en la celda otra vez, le volvió el alma al cuerpo. Es más, ella no lo dice porque no quiere quedar como víctima, pero el primer día la tuvieron sin comida. Y el lugar era de un metro por dos metros, algo así. Creo que le tienen bronca porque todo lo que hace trasciende y quisieron darle un castigo ejemplar, pero por más que no se pueda tener un celular, tantos días en un calabozo es demasiado”.
Nahir volvió hoy a cursar una materia de Psicología, a leer un libro sobre sueños y a escribir poemas o su diario, que no tiene nada que ver con el caso por el que fue juzgada y condenada en Gualeguaychú. “Está muy entusiasmada con la escritura y la lectura, la aleja de la realidad del encierro”, dice una persona que pertenece al círculo íntimo de la joven. Hasta un editor le envió una caja con libros y se interesó por su escritura.
Nahir es un fenómeno extraño. El caso despertó interés internacional. Hasta se venden muñecas con su forma o remeras con su cara y frases suyas. Incluso recibió tres propuestas para que su vida sea llevada al cine o se cuente en un documental.
El del castigo en el calabozo (considerado “excesivo” por sus compañeras, algunas de las cuales tenían celular) no es el primer episodio conflictivo que vive Galarza en prisión.
Infobae también habló por teléfono con Soledad Lescano, pero se excusó y prefirió no dar notas: “No puedo hablar si no lo autoriza la Justicia y la Unidad Penal. No podemos dar notas por teléfono porque nos sancionan”, dijo.
La "hermana de otra vida"
El 14 de marzo, Nahir acusó ante la Justicia a una compañera por abuso sexual. Según declaró, la mujer le tocó la cola y estaba obsesionada con ella. “Me sacaba la ropa interior y una compañera me contó que miraba por la mirilla de la puerta cuando yo me bañaba. O, como el cuarto no tiene techo, se subía a una silla para espiarme desde arriba”.
El 18 de agosto, una guardiacárcel encontró un muñeco en su celda. Era una escoba cubierta con un trapo, un pantalón y un buzo con capucha. Las sospechas eran que quería usarlo como reemplazo suyo ante una eventual fuga.
“Justo ocurrió cuando salió para ir a votar en las Paso, no descartamos que fuera parte de un plan para fugarse”, dijo una fuente penitenciaria. Pero Nahir lo desmintió entre risas ante Infobae: “Era una broma que le queríamos hacer a una compañera sonámbula. No quiero escapar y además si lo hiciera, armaría una muñeca parecida a mí, no ese palo”.
Después del incidente, Nahir tuvo que dar una explicación a las autoridades. “Les pedí las cosas porque son nuestras”, dijo.
En prisión asiste a un taller de poesía y lee sobre numerología y astrología. Dos de sus libros de cabecera son La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud y El hombre y sus símbolos, de Carl Jung. Estudiaba Derecho, pero ahora le encanta Psicología.
“Los medios me siguen como si fuera una actriz. Me siento un objeto que es observado todo el tiempo. No se habla de mí como una persona, sí como un producto en venta”, se quejó una vez la joven.
A su pesar, Nahir parece haber ingresado al oscuro Olimpo icónico de la historia criminal argentina. “Me compararon con Robledo Puch, que mató a once personas. Solo por ser rubia, joven y supuestamente linda”, se queja.
Durante el juicio, en julio de 2018, decenas de personas la esperaban en la puerta de los tribunales para gritarle asesina cada vez que era trasladada por la policía. No faltaban los curiosos que iban por la repentina fama de Nahir. “Vine porque nunca vi a una asesina de cerca”, llegó a decir una mujer. Otra agregó: “Se viste como si estuviera en una fiesta. Son hermosas las plataformas que usa. Hasta tachas tienen. Dicen que durante el juicio se peina, sonríe y mira desafiante”.
Ahora, afirman sus allegados, buscará bajar el perfil. “Cada cosa que hago se replica. Como si fuese famosa. Me pasa hasta cuando me trasladan para estudiar o ir al médico, me sacan fotos con el celular", dijo una vez Nahir.
Es por eso que decidió volver a refugiarse en los libros, en la escritura y en el estudio.
Fuente: Rodolfo Palacios/Infobae.