La tecnología de la automoción ha hecho un gran salto adelante durante los últimos lustros. Teniendo en cuenta que los coches y el transporte por carretera convencional son una gran parte del problema del calentamiento global, no es de extrañar que la industria haya trabajado duro para intentar reemplazar su oferta con vehículos mucho más amistosos con el medio ambiente. Los coches eléctricos, en este sentido, parecen ser la gran promesa que ahorrará mucho CO2 y otros contaminantes en la atmósfera.
Todas las marcas importantes están incorporando vehículos eléctricos a su lista de modelos, y parece que este camino ya no tiene retorno, a la espera de que aquellos de combustión acaben siendo sustituidos por completo. Así pues, los coches eléctricos van a aparecer cada vez más frecuentemente en las tiendas de automóviles, y se espera que desplacen poco a poco a los tradicionales en los próximos años. En España, en 2018 se vendieron 6.151 coches eléctricos, y se espera que esta cifra se quede pequeña en 2019. El parque de modelos disponibles también va ampliándose.
Aunque es evidente que eso ocurrirá así, existen sin embargo voces que no ven a los coches eléctricos con los mismos buenos ojos, y que también encuentran inconvenientes en ellos, como el coste de sus baterías, que deben ser reemplazadas cada cierto tiempo, la escasa red de estaciones de servicio adaptadas (o electrolineras), la limitada autonomía, o el propio coste ecológico de generar la electricidad necesaria para alimentarlo. Algunos de estos problemas, como el de las baterías, se superarán con el tiempo, pero ello no evita que el asunto siga provocando polémica.
Esta no es, en cambio, la visión de Anders Nordelöf, de la Chalmers University of Technology. Este científico cree que es hora de dejar de discutir si los coches eléctricos son buenos o malos. Al contrario, piensa que la industria, las autoridades y los políticos deben empezar a trabajar juntos para convertir a estos vehículos en todo lo ecológicos que puedan llegar a ser.
En efecto, los coches eléctricos reciben críticas últimamente porque requieren mucha energía para sus procesos de fabricación, y porque en la actualidad sus baterías son recargadas con electricidad que se ha generado parcialmente a partir de combustibles fósiles. Pero Nordelöf piensa más en el futuro y en la necesidad de resolver los problemas que vayan surgiendo en la transición hacia la nueva tecnología.
Así que, en vez de discutir sobre lo buenos o malos que vayan a ser, es mejor ir directamente a solucionar aquellos problemas que puedan sufrir, porque la industria basada en el carbono ya no es sostenible y hay que cambiarla de todas formas.
Según Nordelöf, se puede comparar a los coches eléctricos con aquellos alimentados por gasolina o diesel, pero ese no es el tema más importante. Ya sabemos que los combustibles fósiles deben ser abandonados, y además la industria de la automoción ya ha decidido electrificar sus modelos. Lo importante, pues, es encontrar la mejor forma de ir adelante.
Nordelöf señala que la gran fortaleza de los coches eléctricos se halla en su potencial. Si llegamos a recargar sus baterías a partir de fuentes limpias de electricidad, como la solar o la eólica, y combinamos esto con las menores emisiones posibles de dióxido de carbono durante la producción, entonces el coche eléctrico se convertirá en algo revolucionario. La solución perfecta, no obstante, no está aún del todo disponible.
El científico ha trabajado en todo ello, e incluso ha comparado el impacto ambiental de hasta tres motores eléctricos diferentes, de modo que la industria deberá plantearse cuál es la mejor forma de diseñarlos con el menor impacto posible.
Nordelöf deja claro que la eficiencia energética y una mayor producción de electricidad a partir de renovables es la clave para reducir el impacto ambiental de los coches eléctricos en la fase operativa y global. También señala que si vamos más allá de la producción de gases de efecto invernadero, la fabricación de los componentes adoptará cada vez más una mayor proporción del impacto medioambiental de los coches eléctricos, simplemente porque ese impacto ya existe, por ejemplo, a la hora de extraer metales.
El autor propone valorar el problema desde el punto de vista del ciclo de vida completo del producto desde su fabricación (extracción de materiales), procesos de producción, gestión de residuos, etc., incluyendo todo el transporte y consumo de energía en las etapas intermedias.
Ncyt.-