Si alguno de los lectores de este artículo tuviera algún día la peregrina idea de vestirse con la basura que encontrara en el mar, no le iban a faltar materiales: un par de botellas de plástico por aquí, algunas latas de conservas por allá, tal vez algún inodoro que sirviese de espectacular tocado…
Eso sí, el aspecto sería el de un mamarracho camino del carnaval o el de un extra salido de una versión ‘low cost’ de Mad Max o cualquier otra fantasía postapocalíptica. Porque sí, lo que sobra en el mar es basura; pero claro la porquería nunca resultó ‘trendy’… hasta ahora. Porque si quien lleva sobre su espalda una mochila hecha con residuos sacados del mar es una estrella de Hollywood como Gwyneth Paltrow, o quienes visten una colección creada con basura son estrellas del fútbol , la cosa cambia mucho. Aunque, por supuesto, para llegar a este nivel hay que superar unas cuantas barreras. Y también tener muy claro que es posible encontrar un equilibrio entre el compromiso con el medio ambiente y las apuestas empresariales.
El principal responsable de esta apuesta es Javier Goyeneche, fundador de Ecoalf, una compañía nacida en 2009 para ofrecer ropa y complementos fabricados con los productos de desecho recogidos del mar. Se trata de una respuesta coherente ante un modo de vida que sigue propugnando un consumo irresponsable y suicida, en el que el plástico de un solo uso (un material que tarda cientos de años en desaparecer) continúa ganando terreno, a pesar de los esfuerzos cada vez mayores para ponerle coto.
El propio Goyeneche explica en la página web de la marca que su idea surge de la frustración “por el uso excesivo de los recursos naturales del mundo y la cantidad de residuos producidos por los países industrializados. El objetivo era fabricar la primera generación de productos de moda realizados con materiales reciclados de la misma calidad, diseño y propiedades técnicas que los mejores productos no reciclados. Demostrando que no es necesario seguir abusando de los recursos naturales del planeta de una forma indiscriminada”.
Detrás de Ecoalf hay un importante proceso de investigación para conseguir sus tejidos reciclados. Así, las redes de pesca o las botellas de plástico sirven para fabricar hilo de nylon, los posos del café aportan a las telas, entre otras cualidades, resistencia a los rayos ultravioleta y de los neumáticos se pueden sacar suelas para las chanclas. Como la energía, nada se destruye, todo se transforma para darle una nueva vida a los materiales. Carol Blázquez, directora de Sostenibilidad e Innovación de Ecoalf, asegura que “se puede ir bien vestido a partir de residuos” y que lo que buscan en último término es “demostrar que es posible hacer las cosas de una manera mejor, mucho más respetuosa con el planeta y con las personas”.
Para paliar este problema, la Fundación Ecoalf creó el proyecto Upcycling the Oceans, que tiene como objetivo recoger la basura del fondo del mar. A la propuesta se unió Ecoembes en 2015 y desde entonces ya se han recogido 200 toneladas en las costas españolas. Los mejores aliados son los pescadores, quienes más sufren a diario esa basura que todos arrojamos al mar. Ellos son los que recogen los plásticos y otros productos, los reciclan en contenedores instalados en los puertos y que luego se envían para que sean transformados en ropa y complementos. Una alianza que busca grabar en el cerebro y el corazón del mayor número de gente posible el lema que han estampado en sus camisetas: “Because there is no Planet B”. No tenemos otro planeta.