Miles de fanáticos dieron el último adiós al ídolo en una jornada en la que no faltaron las anécdotas personales, los cantos de cancha y la emoción, pero tampoco la represión y el sinsabor de una despedida que no pudo ser.
Cuando el martes por la tarde finalizó la primera reunión del Comité de Vacunación, los funcionarios dijeron a la prensa que el operativo que preparaban para suministrar las dosis iba a ser “épico”. Menos de 24 horas después, Casa Rosada preparaba un funeral en tiempo récord para un millón de personas y abría sus puertas para despedir a (todavía cuesta tipearlo) Diego Armando Maradona.
No pudo ser. El adiós masivo, que comenzó ordenado, finalizó con hinchas ingresando a la sede de Gobierno y colgados de las rejas que la separan de la Plaza de Mayo en una imagen que se asemejaba mucho a la de los fanáticos del fútbol en los alambrados, solo que esta vez, la locación era otra, aunque el aliento era el mismo.
No se sabrá cuántos días iba a llevar que el millón de personas que se esperaban se despidiera del ídolo del fútbol. Luego de ceder tres horas (estaba previsto que el velorio público finalizara a las 16 pero debido a la cantidad personas que seguían llegando se pospuso para las 19), la familia de Maradona pidió que sus restos vuelvan al Salón de los Pueblos Originarios, donde habían estado durante la madrugada, ya que cientos de fanáticos lograran romper el operativo de seguridad e ingresar a Balcarce 50 escapando de los gases lacrimógenos y la represión que intentó dispersarlos para que abandonen el lugar.
La organización del evento, que pasó entonces de épica a fallida en pocos minutos, opacó una jornada de por sí triste. "El objetivo del gobierno nacional siempre fue que pudiéramos despedir a Diego de forma pacífica, sabiendo que todo el país y gran parte del mundo está conmocionado por su fallecimiento", explicó Presidencia a través de un escueto comunicado argumentando que se respetó en todo momento la voluntad de la familia de Maradona y que, por ello, y en contra de todo pronóstico, la duración fue corta para la magnitud de personas que se acercaron. Minutos después, otro comunicado oficial, esta vez de Seguridad, volvía a desligar al Gobierno del desenlace de la jornada.
La Casa de Gobierno fue ofrecida desde el primer momento para el velatorio. El propio presidente Alberto Fernández se comunicó con Claudia Villafañe y fue el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, el encargado de organizar el velorio que tuvo dos etapas: una privada durante la madrugada y una para público en general.
A las 6.17 horas se abrieron las puertas de Balcarce y comenzó el ingreso de la gente en pequeñas tandas mientras la seguridad presidencial trataba de lograr lo imposible: mantener el distanciamiento social, preventivo y obligatorio. Porque claro, el mundo sigue atravesando una pandemia, aunque en Argentina nos hayamos olvidado de eso por un momento.
En tanto, afuera comenzaba a avanzar la fila de gente que acampó entre las vallas montadas sobre Plaza de Mayo, al tiempo que en otros puntos de la Ciudad y el mundo se levantaban altares en memoria del astro del fútbol.
Las imágenes de la primera mitad del día distaron mucho de las que se vieron en la segunda mitad. Durante la mañana todo fue emoción y abrazos en la calle. Mientras decenas de camisetas y cientos de flores eran arrojados al féretro de Maradona, 1200 efectivos de seguridad montaron afuera de Balcarce un operativo con vallado, cortes al tránsito de vehículos y cierre de estaciones de subte.
En una jornada de sol intenso que promedió los 25 grados, dos camiones estacionados en la entrada de la Catedral descargaron a primera hora 48 pallets de agua para comenzar a repartir entre la gente, la misma que más tarde recibiría la descarga de los camiones hidrantes.
Apostados a cada lado de la Plaza de Mayo, otros dos camiones del ministerio de Salud atendieron a los descompensados por el calor y la deshidratación, entre ellos, un hincha de River que fue socorrido por un fanático de Boca, que lo acompañó a tomarse la presión y a sentarse juntos en un banco a la sombra frente a la Catedral de Buenos Aires. "Somos amigos", dijeron a este medio al mismo tiempo. “Tomame la presión también a mí, a ver” pedía el veterano xeneize a una enfermera mientras su compañero se recuperaba y ambos protagonizaban una foto que recorrería todos los portales.
Del otro lado de Plaza de Mayo, en la esquina frente al Cabildo, un puesto de hamburguesas alimentaba al público que hacía la fila para poder ingresar. Uno de los puesteros era Maximiliano, de Lanús, y el otro Marcelo, de Claypole. “Hoy es mi cumpleaños”, contó a este medio el segundo, mientras el primero agregó: “Estamos desde anoche vendiendo y como me enteré que era su cumpleaños y lo vi tan mal unificamos los puestos y nos hicimos amigos”. Hacia el mediodía llevaban vendidas cuatro cajas de hamburguesas.
Hasta las ocho y media la fila para ingresar a la Rosada llegaba hasta la estación de subte Perú, pero durante la mañana cada vez más gente se congregó para despedir a Maradona, y para el mediodía la hilera humana llegaba hasta 9 de Julio y San Juan. Fue exactamente a las 13:30 cuando las fuerzas de seguridad comenzaron a cerrar el ingreso a los nuevos fanáticos y a reprimir a quienes querían ingresar a los últimos lugares del vallado. El caos de los últimos lugares fue llegando hasta Plaza de Mayo.
No hubo cinco minutos de silencio en la calle. Cada vez que parecían apagarse los cánticos, revivían, en alguna zona de la Plaza de Mayo, las canciones de cancha y los coros alentando a Maradona. Las ofrendas fueron variadas pero la mayoría traídas desde casa: banderas y camisetas. Para quienes arribaban con las manos vacías los vendedores ambulantes ofrecieron remeras con la cara del ídolo por 600 o dos por 1.000 pesos. Las rosas que terminaron sobre el féretro se vendían de a dos por 150 en la vía pública.
Además de las flores, banderas y los tradicionales puestos de venta de comida completaban el camino de ingreso a Casa Rosada vendedores de barbijos con la cara del campeón del mundo. Apostadas en distintos sectores de plaza de Mayo tres pantallas gigantes reproducían las imágenes del velorio combinadas con las mejores jugadas de Maradona para mitigar la espera.
Entre las camisetas que vestían los fanáticos primaron las de la Selección nacional pero también las hubo de Boca y River mezcladas con las de Newell's y Rosario Central y hasta las de Gimnasia y Estudiantes de La Plata. Banderas de Bolivia, México, Alemania y Estados Unidos fueron algunas de las que pudieron verse en la larga fila de gente aguardaba pacientemente su momento para despedirse. Tampoco faltaron quienes llegaron en sillas de ruedas, en muletas y con cochecitos de bebé.
La despedida de Maradona no solo afectó la circulación en la zona de Plaza de Mayo sino en los comercios ubicados en varias cuadras a la redonda. Los bares y cafés se fueron llenando a medida que avanzaba el día. Pablo, trabajador de una agencia de lotería ubicada en Alsina a media cuadra de Balcarce, confirmó a este medio lo que, si bien las ventas bajaron un 30 por ciento desde la reapertura por la pandemia, entre ayer y hoy se recuperó el nivel pre-cuarentena con las apuestas a tres cifras: 10, 60 y 25.
Poco antes de que las fuerzas de seguridad disipen a los simpatizantes el presidente Alberto Fernández ya había rendido honores en la explanada interna de Casa Rosada. También concurrió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a dar el pésame a la familia de Maradona, quien para entonces ya había recibido varios saludos, pasando de los miembros del Gabinete hasta los integrantes del programa Masterchef.
Cuando el sol alcanzó su punto más alto en Plaza de Mayo la gente, preocupada porque el tiempo no le alcance para decir adiós a su ídolo, comenzó a patear las vallas y se precipitó sobre la Casa de Gobierno, donde se los recibió con gas pimienta que no logró disuadir su ingreso. Una vez adentro, los fanáticos cantaron y gritaron su amor por el jugador. Cien de ellos se concentraron en el Patio de las Palmeras, donde se enjuagaron en la fuente el gas de sus caras. Pasadas las 16 ya habían sido desalojados.
El ingreso de los hinchas a la Rosada precipitó todo y finalmente se desistió de la idea de extender el velorio hasta las 19. "Hablamos permanentemente con la familia y les consultamos sobre la posibilidad de extenderlo, pero respetamos su decisión", se excusaron fuentes de Gobierno.
Poco antes de las 17:30 el féretro con los restos de Maradona abandonaba Casa Rosada. Afuera, miles de hinchas lloraban y pedían más tiempo para hacer el duelo. Algunos corrieron al lado del cortejo que llevaba al jugador que tantas veces corrió por ellos.