A 10 años de la derogación de la resolución 125, tras el revés en el Senado, que puso en escena el conflicto rural más largo de la historia argentina, el presidente de la Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar), Felipe Berruhet, afirmó a AIM que la norma "disparó una protesta que no debe volver a producirse, pero advertimos: Si nos suspenden el cronograma de descuentos en las retenciones y nos ponen nuevas trabas, volveremos a la lucha. Los agropecuarios queremos ver el mismo sacrificio económico del campo en los actores de la política, la justicia, los legisladores y los trabajadores. No solo nosotros debemos poner siempre el lomo ".
Al cumplirse 10 años de la derogación de la resolución 125 del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la medida que pretendía instalar retenciones móviles a las exportaciones de soja, maíz, trigo y girasol, que dio pie a una lucha histórica del sector agropecuario, de la familia rural y de la sociedad en su conjunto por defender la producción nacional, Berruhet recordó que esa norma “es una referencia histórica en sí, y no precisa aclaración ni explicación”.
En diálogo con esta Agencia, el agropecuario aclaró que su opinión sobre el tema “es totalmente subjetiva, debido a que, como protagonista que fui de ese hecho histórico, no puedo ni quiero dar una mirada objetiva, y por tanto expongo mi impresión personal.
Para nosotros, los agropecuarios, se conmemoran 10 años de un hecho curioso, histórico y trascendental en la historia contemporánea de nuestra querida patria. Un 11 de marzo de 2008, hace exactamente 10 años, el entonces ministro de Economía de la Nación (Martín Lousteau), hoy devenido en político, anunciaba la hasta el momento desconocida Resolución 125, luego famosa como ninguna de su especie, tal vez y solo tal vez, igualada por la muy conocida y renombrada "Circular 1050" del año 1980, que instituyó un tipo de préstamo por el que las deudas se indexaban a partir de la tasa de interés vigente en el mercado, lo que hizo estragos en la economía de la república, y modificó sustancialmente la estructura socio-económica de toda una generación.
La 125, nombre con la cual pasó a la posteridad, es una referencia histórica en sí, no precisa aclaración ni explicación. Pensemos que una resolución administrativa que modificaba una escala de alícuotas en un impuesto determinado, se convirtió en el emblema de una movilización generalizada del sector rural argentino, acompañado de todo el interior productivo. Un 17 de julio, tras un debate de 18 horas, en la madrugada, el entonces vicepresidente Julio Cobos debía desempatar la votación y se inclinó por el rechazo al proyecto oficial. Mi voto no es positivo, dijo el mendocino, lo que provocó que al otro día, 18 de julio, el Gobierno nacional derogara la resolución 125, tras el revés en el Senado”.
El contador evocó que el conflicto rural más largo de la historia argentina, que duró 127 días, provocó una movilización que fue sui generis, “porque no tenía antecedentes históricos, no estaba en las previsiones de nadie, no fue prevista ni preanunciada por ningún sociólogo ni politólogo, y fue a escala nacional, caótica y desorganizada, voluntariosa, colectiva. Movió a sujetos del sector que nunca antes había sido motivados por nada, a sujetos aledaños al sector que, por pertenecer a una misma cadena productiva, se solidarizaron con sus clientes, proveedores o empleadores. Motivó incluso a sectores ajenos totalmente al sector agropecuario, por amistad, por afinidad, por solidaridad. No se puede explicar en palabras tanta motivación, pero aquellos que vivimos esa epopeya no salíamos del asombro al ver tanto compromiso y respeto por un acontecimiento que nació de improviso, por puro voluntarismo, y que, sobre todo, no sabíamos cómo terminaría esa historia”.
“Todos ganamos”. “Se derrumbaron mitos”. “Esto es el comienzo”, fueron algunas de las frases que se inmortalizaron dentro del sector, luego de la 125 y que, seguramente, el resto de la ciudadanía argentina y entrerriana no conoce.
“Todos ganamos”
El presidente de Coopar recordó que hasta 2008, el sector agropecuario era una comunidad dentro de otra. “Nosotros no participábamos de los acontecimientos políticos, sociales, económicos o culturales de nuestra nación, nos veíamos puros, correctos, honestos, trabajadores, y sobre todo inmaculados. No éramos responsables de nada de lo malo que le había acontecido a nuestro país, la responsabilidad por omisión de acción todavía no había asomado en el horizonte de nuestra conciencia. Estábamos en la certeza que nuestro trabajo competitivo y eficiente tranqueras adentro era suficiente como contribución al desarrollo de nuestra sociedad y con ello cumplíamos con dios, la patria y nuestros hermanos argentinos. La 125 pulverizó tanta estupidez, el sector agropecuario es uno más del pueblo argentino, ni mejor ni peor. Le caben las mismas responsabilidades que al resto, debe proveer hijos suyos a la política, a la ciencia, a las artes. Debe velar por los ingresos públicos, la educación, la salud y la provisión de justicia, y sobre todo debe reclamar enfáticamente cuando eso no se da en la calidad y cantidad que los argentinos nos merecemos. Debe estar en las discusiones sobre política pública, el empleo nacional, la pobreza estructural, la deuda externa, en fin en todos los temas importantes de una nación, pero no porque le hagamos el favor al resto de nuestro compatriotas, sino simplemente porque es nuestra responsabilidad moral y ciudadana. Eso sea quizás lo más importante que la 125 le enseñó al sector agropecuario”.
Para el agropecuario, “la 125 también le brindó a la política enseñanzas importantes, pero al sector no le corresponde hablar de ello: Seria provechoso que alguien las plasme en palabras porque a todos nos cultivaría tal enseñanza. Los aciertos y errores cometidos en esos días fueron inmensamente positivos para todos, el sector agropecuario, la política, el interior productivo, las ciudades pequeñas de las provincias nunca volvieron a ser lo que eran, todos, absolutamente todos, fuimos a clase y aprendimos la lección, aún aquellos que todavía no lo saben”.
“Se derrumbaron mitos”
Hasta la resolución 125 no era imaginable siquiera pensar en ver sentados en una misma mesa a Sociedad Rural Argentina (SRA), con la Federación Agraria Argentina (FAA), enemigos históricos desde sus orígenes el grito de Alcorta. Sin embargo, las cuatro entidades gremiales del campo no solo compartieron mesa, hotel, viajes, tribunas, programas y actos, sino que lograron tejer entre ellos un entendimiento armonioso aun en las diferencias. “No eran todos lo mismo, no todos pensaban igual y no todos representaban al mismo sector dentro de la ruralidad, pero las bases los obligaron a convivir en la mayor armonía aceptable. Fue la totalidad del pueblo rural la que no les dio lugar a desplegar los egos personales en desmedro del objetivo colectivo planteado como lucha. Las cabezas del movimiento que despertó la 125 supieron desde el inicio que ellos eran solo la cara visible de ese movimiento, no el movimiento en sí mismo, sino que eran los labios que expresaban lo que las bases les manifestaban que debían pronunciar. Por eso sabemos que todos los argentinos podemos unirnos. La imagen del empresario, trabajador o productor rural que fue protagonista de las movilizaciones producidas durante la protesta de la 125 terminó por desdibujar el preconcepto ciudadano que todos ellos eran representantes de la oligarquía terrateniente vacuna. Que el sector agropecuario no opina, no protesta, no importa, no tiene líderes, no molesta, fue otro mito pulverizado”.
Berruhet afirmó que ahora, “en los Concejos Deliberantes de todas las ciudades, en las Cámaras Legislativas provinciales, en el Congreso Nacional, hay actores presentes que provienen de la ruralidad con participación activa en temas diversos. Por eso sabemos que todos los argentinos podemos evolucionar. La lección de que nadie puede decidir por nosotros en temas agropecuarios, que nadie puede defender nuestros legítimos intereses mejor que nosotros, que nadie puede entender nuestra idiosincrasia mejor que nosotros y que nadie más que nosotros somos dueños de nuestro presente y forjadores de nuestro futuro nos la dio la 125, en un curso de aprendizaje acelerado, de compartir un corte con desconocidos que eran a esa altura de los acontecimientos, verdaderos hermanos de la movilización””.
A 10 años del hito histórico, “todavía nos preguntamos, al encontrarnos con otros productores: En la 125, ¿a vos, dónde te tocó? Aprendimos el significado del término sector en su concepción más profunda, dejamos de ser la suma numérica de persona que trabajan de algo en común, para formar un todo con las sumas de las voluntades individuales como engranajes unidos que dan movimiento a una maquinaria mayor. Esto tiene algunas particularidades, es voluntario el ser sujeto rural, es territorialmente vasto, ya que está en las 24 provincias, es diverso en sus actividades y, sin embargo, todos somos agropecuarios, pero, en particular, nos une un sentimiento por la tierra que es difícil de contar. Por eso sabemos que todos los argentinos somos capaces”.
Tomar consciencia de nosotros mismos
El profesional evocó que, “cuando estábamos arriba de la ruta, nos preguntábamos hasta cuando deberían hacer algo que estaba reñido con nuestro ser, cuando terminaría esto, capaz en el próximo encuentro con el gobierno, o en la próxima cadena nacional de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sin siquiera imaginar que eso era el comienzo de algo que recién se iniciaba y la dirigencia rural intuía que lo que se inició como la 125, se transformaría en algo continuo, perpetuo y evolutivo.
Es que el sector agropecuario, por primera vez en muchos años, tomó conciencia de sí mismo, se sintió protagonista de la realidad argentina y no actor de reparto, tuvo cabal idea de su importancia económica, social y territorial. Y empezó a dilucidar que, de a poco, también tiene importancia política. Esto le adosó una gran masa de derechos y obligaciones que resultaron novedosas para el hombre rural común y para el dirigente del sector, y que estamos en estos días aprendiendo a cumplir con ambas y tratando de sostener la premisa que nos propusimos en aquellos días de rebelión, aquello de ser tranqueras afuera tan competitivos y eficientes como somos tranqueras adentro.
Con ello, la Argentina ganó dos situaciones importantes. Primero, la República incorporó un sector más a su vida institucional y política, uno de peso relativo, pero además, el sector agropecuario dejó de ser una parcialidad autoexcluida y se comprometió con la realidad de la nación. Visto a la distancia que dan 10 años vividos, esto es lo que humildemente creo que dejó la 125 al sector el agropecuario, al cual, orgullosamente, pertenezco”.
Advertencia, por las dudas
Además, el profesional se refirió al documento que publicó el Fondo Monetario Internacional (FMI) titulado "La recuperación económica de Argentina: Ocho respuestas para explicar el plan", en donde se refiere a la baja gradual de retenciones que actualmente lleva adelante el Gobierno.Entre otros puntos, especifica que uno de los objetivos centrales es reducir el déficit fiscal: "Hay algunas medidas fiscales (en particular, la suspensión de los recortes fiscales que se habían anunciado anteriormente) pero solo representan una pequeña parte del reequilibrio fiscal".
Sobre el Mantenimiento del promedio de la tasa de exportación de los productos de soja al 25,5 por ciento, propone suspender por un tiempo el cronograma de descuentos. Cabe destacar que el presidente, Mauricio Macri, cuando se reunió con la Mesa de Enlace les ratificó que seguiría con el esquema de baja de retenciones sin embargo, algunos sectores del Gobierno hubieran visto con buenos ojos que el campo hubiera ofrecido una demora en la aplicación. Ahora al ser parte del acuerdo es probable que recrudezcan las presiones para suspender este beneficio.
Berruhet afirmó a AIM que la 125 "disparó una protesta que no debe volver a producirse. Si nos suspenden por un tiempo el cronograma de descuentos en las retenciones y nos ponen nuevas trabas, volveremos a la lucha. Los agropecuarios queremos ver el mismo sacrificio económico del campo en los actores de la política, la justicia, los legisladores y los trabajadores. No solo nosotros debemos poner el lomoque publicó siempre".
El dato
Actualmente los derechos de exportación para la soja se encuentran en un 27 por ciento y desde enero pasado vienen reduciendo 0,5 por ciento por mes. En tanto, la sugerencia concreta del FMI es congelar la baja cuando se alcance un 25,5 por ciento en septiembre próximo.
De la Redacción de AIM .