Con la aparición de la pandemia del SARS-CoV-2 nuestra cotidianeidad se ha visto modificada por completo. La cuarentena dispuesta por el gobierno de Alberto Fernández obligó a que todos tengamos la “responsabilidad” de resguardarnos en nuestros hogares para evitar la propagación del virus. Sin embargo, este confinamiento que se presenta de manera desigual para los distintos estratos sociales, parece tener un único relato por las grandes empresas de comunicación. Por: Nicolás Zuttion*.
Para el presente artículo, en el que se busca dar cuenta, de manera breve, de las significaciones y sin dudas los fenómenos ideológicos que producen las coberturas periodísticas, tomaremos el accionar de los medios registrado desde el 19 de marzo. Si bien el “coronavirus” es un tema que ya ocupa a los medios desde fines de noviembre del 2019, la fecha mencionada es testigo de una acción nunca antes vista por los medios de nuestro país.
El día que el presidente informó oficialmente el aislamiento social, preventivo y obligatorio, tuvo como consonancia la tapa unitaria que imprimieron todas las prensas gráficas. En una especie de “cierre de grieta”, desde Clarín hasta Página 12, fueron voceros de las consignas “Al virus lo enfrentamos entre todos”, “Viralicemos la responsabilidad” y el hashtag #SomosResponsables. Así inició el primer capítulo de la amplificación discursiva del gobierno de Fernández. El tsunami de las tapas azules fue la aceptación, por parte de los medios, de una política que centra la responsabilidad en todos nosotros, como si no existieran diferencias de responsabilidades entre el funcionariado político y los trabajadores de a pie.
Periodismo como vocero del régimen
Medios gráficos, radiales y televisivos (además de sus respectivas cuentas de redes sociales) desde la llegada de la pandemia, en líneas generales, se comportan como amplificadores del gobierno nacional, y compartiendo la tonalidad con este, han tomado, en muchos casos, un viraje conservador. Editoriales enteras dedicadas a la justificación de las fuerzas en las calles para el cuidado de la gente, despotricar una cantidad innumerable de veces sobre casos particulares donde han faltado a la cuarentena -como repetición de los actos del presidente en cadena nacional- y el llamamiento a no hacer política en esta situación, son los patrones del comportamiento cotidiano de los medios masivos.
Se puede afirmar que para estas empresas informativas repetir de forma programada estas matrices comunicativas, es más importante que debates políticos de fondo que necesitan escuchar y formar parte la mayoría de los públicos. Haciendo uso de la omisión como recurso, rechazan la discusión de si hay otra forma de enfrentar la pandemia dejando de lado el registro periodístico de experiencias fructíferas, como las de Corea del Sur y Alemania haciendo uso de test masivos para detectar de manera temprana los focos infecciosos que provoca el virus. Sólo nombran al pasar las medidas tomadas por los gobiernos, como el de Irlanda, omitiendo el intercambio de si es necesario unificar el sistema de salud en Argentina, haciendo uso de la infraestructura privada en un sistema único y público. Menos se menciona el tópico de cómo nuestro país, con una economía mundial destruida y una local totalmente alicaída, hace uso de sus recursos. Como sostiene Alberto y todo el arco político tradicional, el discurso periodístico por excelencia es “a las deudas hay que pagarlas”.
Así el fenómeno vivido sin precedente para las actuales generaciones, está siendo cubierto por los medios masivos sin la pretendida “parcialidad” que ellos mismos se adjudican. La porción de la realidad representada, tiene la letra de sectores políticos y patronales que contraponen sus intereses al de la mayoría.
Materialidad del recorte
En la actualidad pareciera que las grillas televisivas, las ofertas de los diales y los titulares se han acotado. Pero lo cierto es que, en vez de existir menos ofertas de programas, lo que ocurre es que hay una gran concentración de las empresas mediáticas. Según estudios “Los cuatro primeros grupos de medios acaparan más del 74% de los diarios, concentran el 56,7% de la audiencia en tv abierta y el 53% en radio en la Argentina”. [1]Durante los distintos gobiernos que han sucedido a la dictadura, nunca se ha visto reflejada una política que vaya en pos de la democratización de las voces. Tal es así que, como el kirchnerismo fue el artífice del triple play, el macrismo remató una política de convergencia dictando el cuádruple play. Así se aceptó que, monopolios como el Grupo Clarín, tengan el aval de ahora ser partícipes del sector de las telecomunicaciones con la fusión Cablevisión – Telecom. De esta forma, desde el Estado, se dio permiso a que ocurra algo inédito en América Latina. El Grupo Clarín tiene ahora dominio “de mercados que abarcan desde la producción de papel, la televisión abierta y por cable, la radio AM y FM, la conectividad a Internet fija y móvil, los contenidos web, la telefonía fija y la móvil”. [2]Poco se lo ha escuchado a Alberto Fernández referirse al tema y desde que asumió pareciera no importarle ir contra esta concentración sin igual. Permitiendo aún la confluencia de intereses privados que se da en la propiedad de los medios. Un caso ejemplar de esto es la participación de Claudio Belocopitt (mayor accionista de Swiss Medical Group) en el multimedio América. Hoy este personaje, que pregona la precarización de los trabajadores de la salud, es un incansable vocero de la medicina privada.
La pluralidad de voces, un derecho que el capitalismo esconde
Entrando a una nueva crisis del capitalismo, que trae aparejado más penurias sociales como colapsos del sistema de salud, mayores niveles de pobreza, destrucción del medio ambiente y una radicalización del patriarcado con altos índices de femicidios, es necesario dar un giro de 180° en el acceso y producción de la información. Eventos extraordinarios como la pandemia actual, deja a la vista que es necesario que existan espacios donde los trabajadores de la salud y sus organizaciones sindicales, puedan reflejar el estado de situación que existe en sus puestos de trabajo. No sólo se tienen que escuchar discursos, como mercancías, de periodistas totalmente burocratizados por las agendas de las fuerzas políticas tradicionales y las grandes empresas.
La verdadera solución, que va contra el recorte de la realidad de los capitalistas, está en la democratización del acceso a la información, las comunicaciones y la conectividad, a través de servicios públicos y no de empresas que persigan el lucro.
[1] https://martinbecerra.wordpress.com/2019/04/26/concentracion-mediatica-un-simbolo-de-la-era-macri/
[2]ídem
Por: Nicolás Zuttion. Militante del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Entre Ríos.