La situación económica del país no cede y el sector agropecuario no está exento de sus efectos. Al respecto, el cooperativista Felipe Berruhet alertó a AIM: “La sequía es un problema que ya pasó; ahora, tenemos que preocuparnos por las consecuencias: menos dólares y, en lo individual para el sujeto agropecuario, un montón de cuentas a pagar”.
En diálogo con esta Agencia, el productor recordó a AIM: “Argentina nos tiene acostumbrados, cada 10 años, 12 años o 15 años, entramos en una crisis de distintas características; pero lo que siempre se repite es una crisis por falta de dólares”.
Así, “estamos en este proceso, a mediados de 2023, y vamos a terminar el año con otra crisis que tiene un gran ausente que es el dólar, es decir, la falta de dólares provoca una crisis”, explicó a esta Agencia.
De todos modos, “esto no es una circunstancia eventual. La triste realidad es que es una consecuencia de políticas públicas erráticas. Estamos cansados de decir que el sector agropecuario es el único sector económico de la Argentina que produce genuinamente dólares en su balanza comercial como positivo. O sea, que los dólares que trae superan con creces a los dólares que remite al mundo”.
Ahora bien, Ferruhet agregó que “hace unos años, sufrimos desde el sector la intervención del mercado agropecuario, la implementación de trabas burocráticas para exportar, la intervención del mercado cambiario, un dólar diferencial con una brecha cambiaria negativa, y la prohibición lisa y llana de exportar productos”.
Entonces, “lo que tenemos es la consecuencia de una serie de medidas que hacen de que los sujetos encargados de producir mercadería que se exporta para traer dólares sean castigados.”
De ese modo, “no hay un incentivo real para hacer una producción agresiva y poder producir una suficiente cantidad de bienes que nos permita consumir en el mercado doméstico y exportar el excedente y traer la mayor cantidad de dólares posibles”, especificó y afirmó: “esto se llama malas políticas públicas, castigando a la persona que produce y trae dólares”, conllevando una falta de la divisa”. Por eso, “mientras sigamos con esa metodología de pensamiento económico vamos a seguir teniendo recurrentemente crisis de este tipo”.
En esa misma línea, Ferruhet aclaró a AIM que “la sequía es un problema que ya pasó; no tenemos que preocuparnos por eso. Ahora, de lo que tenemos que ocuparnos es de las consecuencias que nos dejó la sequía”.
En ese orden, agregó que “las consecuencias que nos dejó la sequía son: menos dólares que entran al país y, en lo individual para el sujeto agropecuario, un montón de cuentas a pagar; una falta de financiación del sector financiero, nulo acceso a créditos con tasa subsidiada, nulo capital de trabajo que disponga el productor agropecuario, y lo que es más gravoso y difícil de cuantificar: el ánimo con el que el productor agropecuario desanda tres años de seca y poca ayuda del resto del Estado”.
“Eso tal vez es lo más difícil de cuantificar y lo más gravoso que nos dejó esta crisis: la crisis climática”, subrayó y agregó: “es el sector el que precisa ayuda y el sistema político no le ha brindado la ayuda necesaria; muchas promesas que no se han cumplido, muchos anuncios que no han llegado a madurar. El productor agropecuario hasta ahora tiene solo algunos enunciados en los diarios, pero no cuenta con el acceso a créditos a tasa subsidiada y a largo plazo para pagar con tiempo, además, todavía no se le han perdonado los impuestos que se dijo que se le iban a perdonar o condonar”.
Así, “el ánimo del productor agropecuario está realmente complicado, por lo que el balance que podemos hacer es que, ante una sequía de tres años, el sistema político al sector agropecuario no le ha podido dar soluciones”.
Por último, otro tema no menor es el año electoral. “A todas las incertidumbres que nos acarrea la economía en sí misma, con sus leyes económicas; la climatología, le tenemos que sumar un año electoral, lo cual tampoco contribuye con certezas, sino con más incertidumbre”.
“Y en economía, la incertidumbre es uno de los peores elementos que pueden participar en el combo. Cuando uno tiene que determinar en qué aplica recursos humanos, capitales financieros, siempre trata de buscar que haya una compensación entre el riesgo y la rentabilidad. Sin embargo, en un año electoral el riesgo se ve elevado justamente por la incertidumbre que produce un año electoral en sí mismo”, señaló.
“Lamentablemente vamos a transitar una siembra de cosecha fina durante este Gobierno y una recolección de cosecha fina durante otro Gobierno. Eso tiene dos lecturas: uno puede decir: vamos a tener continuidad de política o, caso contrario, saldremos de un régimen para pasar a otro y, ahí, empieza la valoración de cada sujeto en el sector agropecuario de si las expectativas son mejores o peores que las que tenemos ahora”, indicó.
Berruhet señaló que, por lo menos en lo climatológico, “hay mayores esperanzas”, ya que “en lo electoral son todas incógnitas, y las incógnitas lo único que produce es más incertidumbre, la incertidumbre lo único que producen son parálisis en decisiones económicas”.