Marcada por la presencia de Lula da Silva y la crisis democrática, los mandatarios sellaron un documento en defensa de los recursos naturales y estratégicos, exigieron el levantamiento del bloqueo a Cuba y el fomento del diálogo con Venezuela. Malvinas, Lacalle Pou y la situación en Perú como ejes de la reunión a puertas cerradas.
Los países de América Latina y el caribe nucleados en la Celac llevaron adelante un encuentro histórico en Buenos Aires en el que firmaron una declaración conjunta con cien puntos de consenso vinculados a un nuevo proceso de integración en la región, que pretende "promover la unidad y la diversidad política, económica, social y cultural de los pueblos".
La presencia del presidente de Brasil, Inácio Lula da Silva, en la séptima cumbre de jefes de Estado, fue uno de los acontecimientos más importantes del evento ya que su triunfo significa un giro en la dinámica de la región.
El documento rubricado por los jefes de Estado hace hincapié en la defensa de los recursos naturales y estratégicos; exige de manera reiterada el levantamiento del bloqueo a Cuba; resalta la importancia de fomento del diálogo con Venezuela y el principio de no intervención e injerencia en las democracias de sus pueblos. Hubo respaldo explícito al reclamo argentino por Malvinas, divergencias con Luis Lacalle Pou y tensa situación por Perú, todos ejes del encuentro que mantuvieron los mandatarios a puertas cerradas.
A partir de ahora se abre un nuevo tiempo. El gobierno y Brasil buscarán potenciar de ahora en más el Mercosur, cuya presidencia tendrán ambos países de forma continua y también reflotar la Unasur, un espacio cuyo primer secretario general fue el expresidente argentino, Néstor Kirchner, y que fue clave en el proceso de integración del que también fue protagonista Lula da Silva. En el plenario de la Celac, además, se eligió a un nuevo presidente protémpore en reemplazo del argentino Alberto Fernández. El organismo pasó a manos de Ralph Gonsalves de las islas de San Vicente y Granadinas.
Puertas adentro de los plenarios
En los plenarios que se sucedieron durante toda la tarde, uno a uno los presidentes fueron haciendo intervenciones de siete y diez minutos. Cada uno con postura y matices ideológicos abordaron distintos temas. Uno de los ejes centrales de la discusión estuvo puesto en la situación que transita Perú luego de la destitución y detención de su presidente electo, Pedro Castillo. Sobre ese tema varios países estuvieron de acuerdo en pedir, además del repudio de lo ocurrido, la liberación del presidente peruano. Pero la postura no fue unánime y hubo cruces.
Por la liberación de Castillo se pronunciaron Gustavo Petro, Nicolás Maduro y Andrés Manuel López Obrador, de forma insistente. Gabriel Boric pidió que el repudio a lo que sucede en Nicaragua, pero no pidió por la liberación de Castillo.
Otros, como Fernández y Lula da Silva le bajaron el tono a la discusión, no pidieron por la liberación, sino por el fin de la violencia y dijeron que era necesario llamar a elecciones. Fernández expresó que a la Argentina le preocupa lo que está pasando en Perú, y añadió: "La muerte de más de medio centenar de personas no puede pasar desapercibida para nosotros". Y dijo que la región quiere ayudar al pueblo de Perú para que rápidamente recupere la institucionalidad plena.
Luego, en conferencia de prensa, el clima volvió a tensarse en este punto cuando el presidente de Colombia, Petro, aseguró: "Castillo perdió los derechos políticos", y se preguntó "¿cómo puede haber un presidente preso sin que haya sentencia, que haya perdido sus funciones constitucionales?".
Lacalle Pou tuvo el discurso más disonante. Pidió por el libre comercio y dijo que uno de los puntos del documento final proclama que la región defiende los derechos humanos y eso "no sucede en muchos países miembro". Luego, en la conferencia de prensa posterior, sostuvo que los discursos dentro del plenario tuvieron un profundo sentido ideológico, y que para él cualquier organismo o espacio no puede estar unido por la ideología porque significaría que es corta vida y no genera confianza. "Son un club de amigos ideológicos", fustigó, aunque luego aclaró que la Argentina "no hizo un discurso ideológico hoy", y que ambos países tienen muchas cosas para hacer juntos. Incluso habló de eso durante la cumbre privada con el canciller Cafiero y hasta con el presidente Fernández en una conversación de pasillo.
Para cerrar la sesión, Fernández volvió a tomar la palabra, esta vez, a diferencia del mensaje inicial, no fue público. En esa ocasión había dicho que "el mundo está necesitando hoy energía y alimentos y América Latina y el Caribe puede ser proveedora de ambas cosas". Mencionó el gas y el litio y dijo que "debemos unir esfuerzos para lograr esa integración energética". También aprovechó la ocasión para responderle en tono conciliador a Lacalle Pou: "Días atrás, escuchando con atención las palabras del querido Luis Lacalle Pou, releía un libro, que a los argentinos se los recomiendo que se llama 'Conocer a Perón' y hablaba de la necesidad de que las fuerzas progresistas y populares pudieran unirse, más allá de las diferencias que pudiéramos tener porque teníamos un común denominador que nos obligaba a estar unidos, que es hacer de nuestros pueblos, pueblos prójimos, pueblos que crezcan".
Sobre la situación de Venezuela y otros países que fueron cuestionados durante las semanas anteriores por la oposición, aclaró: "No debemos inmiscuirnos en las cuestiones internas de otros países y lo que siempre hacemos, es que cuando existen desacuerdos en esos países, promover el diálogo para que sean los mismos países los que encuentren la solución adecuada".
Además de los videos que enviaron Maduro y Amlo también mandaron los suyos los invitados especiales, entre otros, el presidente chino, Xi Jinping y el enviado de Biden, Chirs Dodd. Xi destacó que la Celac "ya se ha convertido en una fuerza propulsora indispensable para la cooperación global Sur-Sur y que están dispuestos a seguir solidarizándose con los países de la región y avanzando con manos unidas.
Dodd, en tanto, dijo que Biden lamentaba no poder estar, que mandaba su más alta estima, y que Estados Unidos "ha sido y seguirá siendo un socio en los desafíos", y que había que permanecer unidos para renovar las democracias. Además, condenó los ataques antidemocráticos en Brasil.
Desde el departamento de Estado temprano habían publicado un documento en el que expresaron que enviaban a Dodd por "el compromiso de la Administración Biden-Harris de comprometerse con nuestros vecinos", pero aclarando que "el gobierno de Estados Unidos reafirma el valor de fortalecer la colaboración regional a través de la Organización de los Estados Americanos, el principal foro multilateral en el hemisferio occidental".
Es decir, marcó la tensión que existe entre la OEA y otros espacios que están creciendo en la región como la Celac, en el que no hay participación de Estados Unidos y Canadá. Algunos presidentes como Amlo creen que es fundamental que esos dos países, en especial Estados Unidos, formen parte de los debates de la región y otros como Lula, les parece clave que haya espacios como la Celac y la Unasur donde esos países no tienen intervención.