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Ciencia y realismo

Todo hombre con raciocinio normal tiende a considerar que los objetos existen independientemente de la conciencia humana, aunque un examen más a fondo del problema aparte de esta idea. Es el realismo ingenuo, certeza espontánea de que el mundo, por su naturaleza, es material.

Carl Sagan compartía en buena medida las posiciones realistas.
Carl Sagan compartía en buena medida las posiciones realistas.

Este realismo no es una concepción materialista científica del mundo, y puede ser fácilmente desorientado por el idealismo. Berkeley y los machistas afirmaban que el realismo ingenuo es una concepción del mundo según la cual el hombre tiene que ver sólo con sus sensaciones, y le es indiferente si las cosas existen realmente o no.

Carl Sagan compartía en buena medida las posiciones realistas. Era un entusiasta de la ciencia que había alcanzado gran renombre. En buena medida había adoptado el punto de vista realista propio de los científicos

El realismo ingenuo implica la idea, para la gran mayoría irreflexiva, de que hay un mundo exterior a nuestra conciencia, fuera de ella, y que es material, idea que deriva posiblemente de la necesidad del esfuerzo muscular para actuar, que hace pensar en objetos exteriores sólidos, resistentes, independientes de nuestra voluntad.

El mensaje de Sagán al pedir a la Nasa fotografiar la Tierra desde gran distancia en el espacio, está dentro de esta línea de pensamiento, aunque él le agrega un mensaje sentimental tendente a guiar las voluntades en la dirección de su concepción original a la vista de un mundo en riesgo de perderse, como el rey moro Boabdil lloró cuando tras la pérdida de Granada volvió la cabeza y vio la ciudad amada por última vez.

El realismo ingenuo de los científicos, útil en un ambiente estrecho, no sirve fuera de él. Los filósofos, cuya profesión es meditar estos asuntos, han llamado la atención de que lo que nos parecen cosas fuera de nuestra conciencia, exteriores, no son conocidas sino cuando son representadas en la conciencia. El mundo es nuestra representación. Es objetivo y subjetivo al mismo tiempo. Objetivo sin conciencia no puede ser conocido.

El universo es para los astrónomos aquello que dentro su campo de estudios cae bajo su percepción, ampliada por instrumentos como el telescopio óptico, el radiotelescopio, las sondas y el espectrógrafo. Sin embargo, lo que sabemos de él, limitándonos al punto de vista científico, es que se amplía, crece, se extiende y complica indefinidamente y continuamente empequeñece nuestra capacidad de entenderlo.

Diferente es considerar al universo como un objeto para el sujeto, como algo que existe en la medida que aparece en nuestra conciencia. (“Objeto" para la escolástica es aquello que aparece en la conciencia como "arrojado" en ella).

Estos objetos presentes en la conciencia cambian a cada momento, no son eternos. Pero no son inexistentes, porque mientras perduran los percibimos como existentes, aunque solo de manera temporaria. Pero cuando los examinamos más de cerca para descubrir su naturaleza, su realidad se atenúa hasta desaparecer.

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