El ministro de Ciencia y Tecnología del kirchnerismo, Lino Barañao, se mantuvo en el cargo con Cambiemos, posiblemente por su vinculación con las multinacionales relacionadas con la revolución verde. Ahora tuvo expresiones despectivas hacia los ecologistas, que comparó con "borrachos".
“La diferencia entre un ecólogo y un ecologista es la misma diferencia que hay entre un enólogo y un borracho”, dijo Barañao. En el último Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (Cofecyt), representantes de los gobiernos provinciales coincidieron con Barañao en librar una batalla contra los ecologistas, considerados enemigos públicos porque vienen advirtiendo sobre los peligros del modelo extractivo.
Los ecologistas, equiparados con borrachos por comparación con los ecólogos, que tienen formación científica, vienen denunciando el uso indiscriminado y sin controles de agrotóxicos, la contaminación de los cursos de agua, la minería a cielo abierto, el aumento de casos de cáncer en varias zonas del país y el conflicto de la pastera de Botnia, hoy UPM, en Fray Bentos.
Por poner trabas al extractivismo y obstaculizar planes de las multinacionales y beneficios inmediatos para sus gobiernos, las provincias se comprometieron a combatir a los "fundamentalistas"
Barañao, sin apelar a ninguna ciencia en particular, dijo estar seguro de que "ha muerto mucha más gente en accidentes de tránsito o electrocutada que por el uso de agroquímicos en los cultivos. Sin embargo, ninguna de estas organizaciones ha salido a manifestarse en contra del automóvil o de la energía eléctrica"
Ecólogos y ecologistas, no intercambiables pero afines
Aunque se tiende a confundir ecólogos con ecologistas existen grandes diferencias, como ocurre con políticos y politólogos
La objetividad y la generalidad del mensaje de unos y otros son muy diferentes al basarse en argumentos científicos en el caso de ecólogos y politólogos, frente a ideologías y posiciones éticas en el caso de ecologistas y políticos
Lo ideal es un diálogo fluido entre estos dos tipos de actores sociales ya que hay mucho en juego
La preocupación por el medio ambiente se comparte por amplios sectores de la sociedad y aquellos que se organizan para hacer algo al respecto entran en la categoría de ecologistas. El ecologismo como movimiento social tiene su origen en la segunda mitad del siglo XX y cobra definición e impacto a partir de la publicación de dos libros de divulgación científica claves, la Primavera silenciosa (1960) de Rachel Carson y la Bomba demográfica (1968) de Paul y Anne Ehrlich. Ambas obras contribuyeron sin duda a despertar conciencias, cambiando para muchas personas la visión prevalente hasta la fecha de que vivíamos en un medio ambiente inagotable.
Pero realmente poco se puede hacer por el medio ambiente sin una base científica, y esa base la aportan la ciencia de la ecología y los científicos que la practican, que se denominan ecólogos . La ecología arranca mucho antes que el ecologismo, el nombre fue acuñado por Ernst Haeckel en 1866, aunque se pueden identificar los primeros conceptos ecológicos, no ecologistas, en filósofos griegos como Hipócrates o Aristóteles. Pero la ecología apenas tiene notoriedad hasta que los ecologistas la ponen en las portadas de la prensa y sobre la mesa de negociaciones a finales de los 70 del pasado siglo.
Aunque muchas personas tienden a confundir ecólogos con ecologistas, y de hecho no es raro que los ecólogos sean ecologistas y viceversa, existen grandes diferencias. La confusión se acrecienta en parte por el hecho de que el término inglés “ecologist” se refiere tanto al científico de la ecología como al ecologista, para el que se suele reservar el término de “ambientalist.”
El ecologismo es antropocéntrico, mientras que la ecología no. El ecologismo define cosas que convienen y que no convienen a la sociedad humana por sus impactos en el medio ambiente, sea éste natural o urbano. Y sobre esa base de cosas buenas y malas para la Humanidad propone una concienciación social y unos cambios jurídicos y políticos.
La ecología por el contrario no valora la bondad de las cosas para la especie humana sino que aporta información científica sobre las consecuencias de cada cambio ambiental, de cada perturbación, haciendo un fuerte énfasis en la interconexión entre organismos, factores ambientales y procesos biológicos y ecológicos. Con frecuencia el mensaje primario de la ecología, es decir, el resultante de la investigación científica, es complejo y poco práctico. Los ecologistas suelen ser los primeros en recibir este mensaje primario y transformarlo en información más inteligible por la sociedad. Y en este paso suelen aparecer divergencias. Mientras ecólogos y ecologistas coinciden en la trascendencia y en los principales efectos de la biodiversidad o el cambio climático, las posturas difieren en cuestiones como los transgénicos o la importancia de ciertas especies “emblemáticas” para el funcionamiento del ecosistema.
Los ecólogos no quieren ser confundidos con ecologistas posiblemente porque la objetividad y la generalidad del mensaje son muy diferentes si éste se basa en argumentos científicos, como es el caso de ecólogos y politólogos, que si se basa en ideologías y posiciones éticas. Del mismo modo que los politólogos necesitan de los políticos para que interpreten distintos guiones que luego puedan analizarse, los ecólogos necesitan de los ecologistas para que se desarrollen la dimensión social y las implicaciones prácticas de su investigación. Del mismo modo que un buen político requiere de los politólogos para desarrollar su programa, un buen ecologista requiere de los ecólogos para comprender la base real de sus propuestas ambientales y socioeconómicas. No es casualidad que muchos ecólogos sean ecologistas, ya que enamorados como están del objeto de estudio suelen desear su conservación. Ni tampoco es casualidad que muchos ecologistas sean ecólogos, pues sólo se puede proteger aquello que se conoce.