El 31 de mayo de 1556, hace 463 años, murió Ignacio de Loyola, el religioso católico y militar castellano que fundó la Compañía de Jesús, la orden religiosa a cuyos miembros se conoce como jesuitas.
Iñaki o Iñigo Loyola fue un noble del País Vasco. Su familia portaba un escudo de armas sobre su puerta principal.
Tuvo en su juventud fama de conflictivo y violento. Se ha dicho de él que era un soldado devenido místico con antecedentes policiales de peleas nocturnas.
En 1519, a los 28 años, luchó con un pequeño grupo de soldados contra unos 12.000 franceses el Pamplona. La temeraria aventura le valió un cañonazo que le destrozó una pierna y le dañó la otra. En la convalecencia de este episodio tuvo la revelación que le cambió la vida: decidió imitar la vida de Cristo y de los santos
Se propuso fundar una congregación que se llamaría “Compañía de María”, porque según su relato la virgen se le apareció más de 30 veces
En el santuario de Montserrat, lugar donde se produjo la matanza de los valdenses, Iñaki cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, y se consagró a la virgen
Su pensamiento tomó la forma dualista de espíritus consagrados a dios y al diablo. Determinado a renunciar al mundo, se puso un sayal y zapatos con suela de cuerda
Declaró que dios le pidió convertir a los musulmanes y fue a Palestina en 1523, donde predicó en las calles
Sin embargo, la furia que le producía la presencia de los musulmanes no permitió que permaneciera entre ellos más de un año. De vuelta en España estudió latín, lógica, física y teología.
Los primeros compañeros que tuvo en la Compañía de Jesús, fundada en 1540, fueron descritos como los Siete Diablos Españoles, no en ese momento, sino en el siglo XIX por un historiador inglés.
Los compañeros se habían encontrado con Ignacio durante sus estudios en París y se reunieron en Roma para convertirse en el núcleo de la futura de la Compañía. En menos de un siglo, Ignacio y Francisco Xavier serían canonizados.
Ignacio vivió sus últimos años en una pequeña habitación en Roma. Desde allí gobernó la Compañía de Jesús y fue testigo de su crecimiento: de solo 6 jesuitas en 1541 pasaron a 10.000 en 1556, el año de su fallecimiento.