El 9 y 10 de abril se realizará en el centro cultural y de convenciones La Vieja Usina, la décimo sexta edición de la Feria de alimentos artesanales y de la agricultura familiar (Faaaf), organizada por el Instituto de Control de Alimentación y Bromatología de Entre Ríos (Icab), con el acompañamiento de la secretaría de Cultura de Entre Ríos y la municipalidad de Paraná. La iniciativa promueve generar espacios de comercialización distintos a las góndolas habituales. “No sólo se trata de la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos. También reconocemos que éstos están asociados conceptualmente a la soberanía alimentaria, y entendemos que el fruto del trabajo de estos pequeños productores representan verdaderas economías regionales”, afirmó a AIM el director del Icab, Pablo Basso.
La creación de las “ferias del Icab” tiene numerosos objetivos, entre ellos, los que el director del Icab, Pablo Basso, explicó: “En el comercio convencional, los productores no pueden vender sus productos en las góndolas habituales, por las condiciones leoninas que tienen para poner productos en esos mercados, y ésta es una de las causas por las cuales se necesita generar espacios de circulación de producción local y regional”.
Pero no sólo se trata de la seguridad alimentaria y la inocuidad de los alimentos, sino que “también reconocemos que éstos están asociados conceptualmente a la soberanía alimentaria, así como entendemos que el fruto del trabajo de éstos pequeños productores representan verdaderas economías regionales. Por eso la importancia de visibilizarlas y mostrarlas; e inclusive fomentar la formalización de habilitaciones a sus productos”.
Si bien el Código Alimentario antes no permitía esa posibilidad, ahora hay nuevas disposiciones nacionales y provinciales, diseñadas exclusivamente para pequeños productores. “Entonces esos productores tienen un lugar dentro del esquema de habilitaciones y de formalidad”.
Para que esto ocurra, es necesario que el Icab como institución, aplique estrategias para captarlos y hacer ver una cara más amigable de la bromatología. “Colaborar con ellos, ayudarlos, acompañarlos, sacándonos el mote de inspector que llega a cerrar el comercio y transformarnos en quienes debemos ayudar a agregar valor bromatológico y de inocuidad”.
La cadena beneficia también a los consumidores, ya que también se necesita venta directa, que haga que productos de alta calidad, que no están en los mercados habituales, lleguen a sus manos a buen precio y directamente de sus productores. Esta venta directa en mercados de cercanía, de productor a consumidor, es el deber ser de casi todas las ferias. “Nosotros quisimos trasladarlo y hacerlo más visible a nivel provincial”.
La actividad permite además que los mercados de cercanía tengan un lugar donde reunirse y debatir sus problemas. “Se han discutido en el ámbito de estas ferias, cuestiones que tienen que ver con la agricultura familiar, la economía social, los microemprendimientos y alimentos artesanales, que han tomado gran relevancia y luego muchas han sido incorporadas en normas nacionales”.
Turismo y cultura en las ferias
Los alimentos también forman parte de los acervos culturales regionales, y por eso se puede encontrar en esta feria un mismo alimento con distintos sabores, y todo traccionado por lo cultural de cada una de las regiones.
La venta de los productos en la feria, que se hace en toda la provincia de manera itinerante, siempre está acompañada por un movimiento turístico y un condimento cultural. “A tal punto que no se imagina nadie una feria si no va acompañada de esas cosas. Son atractivos para la gente, espacios de encuentro”.
En el balance de organizar estas ferias desde el área de Bromatología de la provincia, el punto más destacable es que, en sus inicios, comenzaron con personas y sus productos sin habilitaciones, o con acompañamiento de instituciones, pero no de Bromatología y sin carnet de manipuladores. Actualmente el 100 por ciento de los productores que llegan, tienen carnet de manipulador, y en su mayoría, tienen sus productos habilitados o en vías de realizarlo.
Para los productores que venden en estos espacios, la ganancia es total, a diferencia de cuándo deben entregar el producto a acopiadores, que les dejan pocas ganancias finales. La ganancia queda en manos del productor. Esto es positivo porque puede reinvertir. Y el productor elige hacer inversión en inocuidad, porque mejora las condiciones de producción.