El 24 de junio de 1860 la reina Isabel II de España reconoció la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, 44 años después de celebrado el congreso de Tucumán en 1816.
España reconoció por primera vez la Independencia argentina mediante un “Tratado de paz y amistad” firmado en Madrid. Sin embargo, el trámite de reconocimiento iba a ser largo y complicado, y concluyó recién en setiembre de 1863, cuarenta y siete años después de la Declaración de la Independencia en el Congreso de Tucumán y a más de medio siglo de la Revolución de Mayo.
El rey Fernando VII nunca se resignó a la pérdida de las colonias americanas y el desmoronamiento de lo que fuera el gran imperio español. En 1831 rechazó un ofrecimiento de los Estados Unidos para lograr la reconciliación y después de su muerte en 1833 comenzaron a mejorar las perspectivas de entablar relaciones diplomáticas. En 1836 el Ministro de Estado español había presentado ante las Cortes una proposición en favor de la independencia de las repúblicas americanas y de la concentración de tratados de paz y comercio.
Aunque las Cortes aprobaron el proyecto, el gobierno español no tomó en cuenta la resolución y las relaciones oficiales entre Madrid y Buenos Aires continuaron en cero. En 1853, el general Urquiza reconsideró el tema y decidió que había llegado el momento de mejorar las cosas y nombró un cónsul interino.
Poco después Juan Bautista Alberdi fue encargado de normalizar las relaciones diplomáticas, teniendo en cuenta además la gran cantidad de españoles que ya habían emigrado a estas tierras. Las gestiones de Alberdi terminaron con el tratado firmado en 1859 y el reconocimiento por parte de Isabel II en 1860.