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Salud y Bienestar
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Cómo transitar emocionalmente las fiestas de la mejor manera

Cuando llegan las fiestas de Noche Buena y Año nuevo, inevitablemente, casi de modo inconsciente, tendemos a experimentar ciertas emociones que, muchas veces, impiden que podamos disfrutar totalmente de las mismas. “Son fechas especiales  que a nivel mundial conllevan la idea del compartir con los seres queridos desde una perspectiva diferente, a lo que puede ser otro evento festivo, como un cumpleaños, un casamiento o aniversario, ya que tienen lugar en un momento que a todo ser humano moviliza y que esta relacionado con la transición”, afirmó a AIM la Licenciada en Psicología Mariela Garabello.

Todo aquello que hemos perdido – no sólo seres queridos, sino también trabajos o relaciones- se consideran duelos que debemos elaborar.
Todo aquello que hemos perdido – no sólo seres queridos, sino también trabajos o relaciones- se consideran duelos que debemos elaborar.

La vivencia de lo nuevo, lo desconocido, genera incertidumbre y miedos, pero por sobre todo, incita a cerrar o elaborar lo que finaliza.  Por ello es que también  son momentos que llevan a la reflexión de nuestro presente, o el replanteo de lo que hemos hecho, lo que nos ha pasado, lo que hemos vivido y  logrado hasta aquí.

En diálogo con esta Agencia, la psicóloga explicó que “las metas que nos habíamos propuesto, las personas con quien se quisiera compartir y ya no se puede, las personas queridas con las que estamos distanciadas, y cualquier otra dificultad que se esté experimentando, terminan generando una desestabilización emocional que, si no se maneja asertivamente, nos terminará llevando a que prime lo negativo y contamine desde allí, dichas ocasiones especiales, impidiendo poder disfrutar el momento, y ubicándonos en situaciones de evasión o, lo que es peor, canalizándo de modo autodestructivo, con la comida y el alcohol”, entre otros.

Cómo mejorar los resultados

Podemos evitar este resultado y mejorarlo. ¿Cómo? Recordando en primera instancia, a anticiparnos y planificar, para lograr un mejor autocontrol, pero también saber que las emociones están para ser experimentadas, ya que si no le damos voz o lugar y las reprimimos, terminan presentándose, de modo poco saludable.

Garabello destacó que “de ese modo, si algo nos pone mal, es importante no esperar para hablarlo  y no  obligarse -a modo de pantalla- a estar o mostrarnos bien.  También es clave incentivar y reforzar nuestros recursos, como el autodiálogo interno positivo, teniendo muy en claro en primera instancia (ya que nuestros pensamientos determinan nuestras emociones y desde allí nuestro accionar), que se termina un año, pero no nuestra vida. Que lo malo o lo que nos hizo sufrir es siempre para nuestro crecimiento, para que podamos aprender de nuestros errores y, desde allí, mejorar y progresar”.

Afrontar y asumir las pérdidas

En estas fechas, el recuerdo por la falta del ser querido que ya no está tiende a  intensificarse, sobre todo cuando su pérdida es relativamente reciente y junto a ello la tristeza y la nostalgia. Los expertos sostienen que justamente evitar no es lo aconsejable. En estos procesos, el afrontar y  asumir, hablando de lo que nos pasó o nos pasa es la mejor estrategia, ya que el posponer o reprimir prolonga el dolor. La muerte es un proceso natural que a todos -tarde o temprano- nos va a tocar, y el mejor homenaje para esa persona que ya no esta, no es aislarnos desde ningún aspecto, sino recordarlo pero continuando con nuestra vida.  Las personas nos acompañan espiritualmente, sobre todo desde nosotros mismos, en todo aquello que nos han dejado desde lo que hemos compartido y vivido con ellos. La muerte no le pone fin a una relación, sino que las trasforma. Ya no esta la presencia externa, pero que mediante el proceso de duelo, dando lugar al dolor para poder sanar y luego recordarlo sin él, se remplaza por un vinculo interno y eterno.

“Todo aquello que hemos perdido – no sólo seres queridos, sino también trabajos o relaciones-  se consideran duelos que debemos elaborar.  No obstante, en este sentido, tanto en  las fiestas y en la cotidianeidad, debemos tener presente que si algo no hemos logrado, o tenemos un problema, nunca se trata de algo definitivo. Debemos reevaluar cómo hemos transitado hasta aquí para ver y mantener lo que nos ha servido, y descartar lo que no, para luego -y que es fundamental- comenzar a practicar aquello que nos faltó. Las cosas no se dan por arte de magia, sino cuando trabajamos para conseguirlas, afilando nuestra voluntad y persistencia, y saliéndonos de la pasividad que nos paraliza, buscando alternativas y no justificaciones, fortalezas y no debilidades. Pero también siendo cuidadosos de nuestra autoestima y autoeficacia que constituyen la llave para lograr nuestro bienestar y desde allí nuestro funcionamiento optimo  y eficaz.

No debemos olvidarnos de lo que hemos logrado, de lo que tenemos y por lo que debemos estar agradecidos y de todo lo positivo que también hemos experimentado, para festejar por ello, desde el compartir saludablemente y no en excesos, bailando y brindando, corrigiendo desde lo que aprendí y aquello que voy a alcanzar. Que el pasado sea un maestro para disfrutar mi presente y conquistar mi futuro”.

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