Dejan de comer, no hablan, no responden al entorno y solo duermen. El fenómeno de la resignación afecta en mayor grado a niños refugiados de Suecia que arrastran tras de sí profundos traumas. Lo analizamos.
El síndrome de resignación define una condición psiquiátrica poco común. Afecta a niños y adolescentes que arrastran tras de sí vivencias traumáticas y experiencias migratorias. Suele empezar con un progresivo retraimiento social hasta que, poco a poco, pasan de la depresión a la catatonia absoluta. Dejan de reaccionar al entorno y caen en un estado vegetativo.
La imagen no puede ser más llamativa a la vez que desoladora. En la actualidad, son bien conocidos los casos de las hermanas Djeneta y Ibadeta. La primera lleva dos años postrada en la cama, la segunda, seis. Ambas, como la gran mayoría de niños que sufren esta rara realidad, viven en Suecia en situación de refugiadas.
Se alimentan en sondas, usan pañales y son como pequeñas Blancanieves abandonadas a un sueño profundo del que no desean o no pueden despertar. Sus mentes, demasiado heridas quizá por todas las experiencias que han sentido y visto, se han desconectado del mundo consciente para buscar un segundo refugio más profundo y hermético.
El síndrome de resignación ¿en qué consiste?
El síndrome de resignación fue descrito por primera vez en 1990. Por alguna razón que se desconocía, Suecia empezó a recibir el caso de niños refugiados que se quedaban completamente inmóviles, sin capacidad para comunicarse y en un estado de retraimiento tan severo, que debían ser alimentados por sonda. Desde entonces hasta la actualidad, se han reportado ya más de 500 pacientes.
Bien es cierto que a lo largo de estos 30 años no faltan las voces incrédulas que dudan de la veracidad de esta condición. Es más, durante un tiempo se barajó la posibilidad de que estos niños estuvieran fingiendo ese estado disociativo presionados por los padres. ¿La razón? Para conseguir los permisos de residencia. Ahora bien, este fenómeno apareció nuevamente en Australia en el 2013.
Nauru es una pequeña isla del Pacífico donde hay varios centros de detención de inmigrantes. Aquí, han aparecido desde entonces casos semejantes. La Dra. Louise Newman, profesora de psiquiatría en la Universidad de Melbourne y coordinadora del grupo de defensa Médicos por la Justicia, definió el síndrome de resignación como un estado de abstinencia muy grave que sufren los niños inmigrantes profundamente traumatizados.
Síndrome de resignación. ¿Cuáles son los síntomas?
Tal y como ya hemos señalado, el síndrome de resignación aparece solo en niños y adolescentes que están en proceso de migración. Buena parte de ellos, proceden de grupos geográficos y étnicos muy particulares. En los años 90, por ejemplo, casi todos los pequeños procedían de los Balcanes. Ahora, abundan los yazidíes, una comunidad procedente de áreas como Irak, Irán, Turquía y Siria.
También hay casos de niños no acompañados procedentes de África. Así, algo que suele apreciarse es que este fenómeno no aparece nada más llegar a los centros de inmigración en los países de acogida. En muchos casos, como sucede en Suecia, los pequeños pueden iniciar incluso su escolarización, empezar a dominar el idioma y entonces empezar a manifestar los siguientes síntomas:
· En un momento dado, empiezan a mostrarse irritables y pierden las ganas de jugar, de ir al colegio, etc.
· Se inicia un proceso depresivo en el que el abatimiento y la tristeza deriva en la falta de comunicación y agotamiento.
· Finalmente, dejan de moverse, de comer y al poco aparece la incontinencia fisiológica.
· El síndrome de resignación deja a los niños y adolescentes postrados en la cama. Para mantenerlos vivos, se procede a la alimentación en sonda.
· Estos estados pueden durar años, lo que hace necesaria la asistencia médica y la supervisión constante para que se pueda garantizar su supervivencia.
¿Cuál es la causa?
A principios del 2020 las autoridades médicas suecas publicaron un nuevo informe. En él señalaron no conocer las causas que explican el síndrome de resignación. Ahora bien, buena parte de los psicólogos y psiquiatras prefieren reconocer este síndrome como una forma de trastorno depresivo mayor severo con síntomas psicóticos o catatonia o bien como un trastorno de conversión de disociación.
Hasta el momento, buena parte de los estudios de los que se disponen, como los publicados en la revista Frontiers in Psychology, no pueden llegar a ninguna conclusión. A día de hoy se barajan varias posibilidades:
Es un trastorno que aparece solo en niños que han sufrido el drama de la inmigración.
Todos ellos han vivido experiencias traumáticas en sus países de origen.
Sin embargo, una vez llegan a los países de acogida, lejos de amortiguar el trauma, se intensifica.
Al cabo de unos meses o años tras llegar a esas zonas de acogida o campamentos para refugiados, se apodera de ellos un profundo sentimiento de desesperanza. De algún modo, sus mentes asumen que nada va a mejorar.
Asimismo, en muchos casos, se aprecian también problemas psicológicos en los propios padres de los niños.
En esos contextos, los pequeños se dan física y psicológicamente por vencidos. Se resignan y se abandonan en un limbo abrumador de retraimiento y soledad.
Tratamientos y estrategias
En Suecia crearon hogares específicos para los niños con síndrome de resignación. Se sabe que estos estados catatónicos pueden durar cerca de dos años. La estrategia que parece dar resultado es darles un espacio físico seguro en el que no exista ningún recuerdo asociado a sus pasados. Así, al propio soporte nutricional, la rehidratación intravenosa y seguimiento de las funciones renales, se le añade un programa psicológico.
En esos centros no se habla de guerras, ni de inmigración y de hecho hasta se les separa temporalmente de sus familias. Lo que hacen los terapeutas es revivir todos sus sentidos (olores, tacto, sabores, sonidos…). No importa, por ejemplo, que se les alimente sonda. Se les sienta y se les acerca diversos tipos de comida para que puedan olerla.
Es un proceso largo y exigente con el que revivir a los niños y adolescentes a través de un escenario en el que se sientan tranquilos y seguros. Lo más importante en todos los casos es lograr que recuperen la esperanza, que la vida para ellos vuelva a tener sentido.
Más tarde, y una vez despiertan y vuelven a valerse por sí mismos, se procede al acercamiento familiar. Son sin duda realidades clínicas muy complejas que aún están bajo estudio. Sea como sea, lo que demandan los organismos sociales es reformular la política de asilo a los refugiados para que los niños reciban de inmediato asistencia psicológica.
Por la Lic. Valeria Sabater para La Mente es Maravillosa
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