Si a un ratón le dan una rueda de ejercicio, correrá. Pero quizá no queme muchas calorías adicionales porque también comenzará a moverse distinto cuando no esté sobre la rueda, según reporta un nuevo estudio sobre el comportamiento y el metabolismo de los ratones deportistas.
La investigación, publicada en la revista Diabetes, se hizo con animales; sin embargo, podría tener algunas implicaciones para la gente que comienza a ejercitarse con la esperanza de perder peso.
En años recientes, todos los estudios que analizan el ejercicio y la pérdida de peso en gente y animales han llegado a la conclusión de que, por sí mismo, el ejercicio no es una manera eficiente de eliminar kilos.
Los científicos involucrados en esta investigación sospechan, y a veces han demostrado, que las personas que se ejercitan suelen sentirse más hambrientas y consumir más calorías después de la actividad física. También pueden volverse más sedentarias entre cada sesión de ejercicio. Juntos o por separado, estos cambios quizá compensen la energía extra gastada durante el ejercicio, lo que significa que, en general, el gasto de energía no cambia y el peso de la persona o del roedor se queda igual.
No obstante, demostrar esa posibilidad ha sido una tarea compleja, en parte, porque es difícil cuantificar cada uno de los movimientos que hacen tanto las personas como los animales y cómo estos Movimientos cambian o no después del ejercicio. Los ratones, por ejemplo, se escabullen, corren a toda velocidad, se quedan quietos, se asean, comen, deambulan, evacuan y, en general, se mueven de modo errático.
Sin embargo, recientemente, los investigadores empezaron a utilizar rayos de luz infrarroja para rastrear cómo se mueven los animales dentro de sus jaulas. Después usan un programa informático sofisticado para realizar gráficos de los patrones diarios de actividad física y así mostrar, segundo a segundo, cuándo, dónde y durante cuánto tiempo un animal deambula, se sienta, corre o pasa el rato de otra manera.
Intrigados, los científicos de la Universidad Vanderbilt y otras instituciones pensaban que esta tecnología sería ideal para registrar el movimiento de los ratones antes y después de que comenzaran a ejercitarse, en particular si la tecnología se usaba en jaulas especializadas con cámaras metabólicas que pueden cuantificar la energía que su habitante gasta a lo largo del día.
Así que los científicos prepararon las jaulas, añadieron ruedas de ejercicio con candado y dejaron que ratones jóvenes, saludables y con peso normal deambularan y exploraran durante cuatro días, con lo cual los investigadores obtuvieron datos de referencia sobre el metabolismo e itinerario de cada ratón.
Después, las ruedas de ejercicio se abrieron y durante nueve días los ratones pudieron correr, comer y moverse también fuera de la rueda tanto como quisieran. Los ratones, que parecían disfrutar el ejercicio, saltaron con presteza a las ruedas y corrieron, en intervalos, durante horas. En consecuencia, mostraron un pico en su gasto diario de energía, según las mediciones metabólicas, lo que tiene sentido, puesto que añadieron ejercicio a sus vidas.
Sin embargo, sus hábitos alimentarios no cambiaron. A pesar de estar quemando más calorías, no ingirieron más comida.
No obstante, sí cambiaron sus movimientos. Casi de inmediato, después de que comenzaron a usar las ruedas, dejaron de deambular en sus jaulas como lo habían hecho antes de que las ruedas estuvieran abiertas.
En particular, dejaron de pasar tiempo en los largos vagabundeos que realizaban antes de que comenzaran a correr. En vez de eso, ahora corrían en sus ruedas durante algunos minutos, se bajaban, descansaban o vagabundeaban por lapsos cortos, y después se volvían a subir a las ruedas, corrían, descansaban, merodeaban por poco tiempo, y repetían el ciclo.
Estos cambios en el modo de pasar su tiempo lograban contrarrestar de manera muy eficiente las calorías extra que gastaban al correr, dijo Daniel Lark, investigador asociado de fisiología molecular en la Facultad de Medicina de la Universidad Vanderbilt, quien dirigió el nuevo estudio.
En general, los ratones corredores mostraron un equilibrio energético ligeramente negativo, lo que significa que estaban quemando un poco más de calorías durante el día que las que estaban ganando con la comida.
Sin embargo, el déficit calórico podría haber sido 45% mayor, según demostraron los cálculos metabólicos, si no hubieran dejado de moverse tanto en sus jaulas. Aún es incierto qué ocasionó que los ratones corredores deambularan menos.
Lark sostuvo que es posible que los cuerpos y mentes de los animales sintieran el inicio de un déficit de energía cuando comenzaban a correr por lo que emitieron señales biológicas para bajar el ritmo, conservar energía y mantener la homeostasis, con lo que evitaron perder peso.
A él y a sus colegas les gustaría explorar el modo en que, fisiológicamente, los cuerpos de los roedores sienten los cambios en su equilibrio energético y en qué punto comenzarían a comer más. También les gustaría estudiar a hembras, animales más viejos y otros obesos.
Los ratones nunca serán personas, por supuesto, así que no podemos decir que estos resultados y los de experimentos futuros puedan ser aplicables a nosotros.
No obstante, los resultados dan a entender que, si esperamos perder peso haciendo ejercicio, debemos vigilar nuestra dieta y tratar de no dejar de movernos aunque estemos haciendo más ejercicio.
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