¿Sabías que nuestros intestinos tienen su propio sistema nervioso que se comunica con el cerebro? Por ello, los investigadores se plantean la relación de los microorganismos intestinales con ciertas patologías como las adicciones.
Las adicciones componen un tipo de trastorno muy difícil de tratar debido a la multitud de factores que influyen. Por ello, la investigación acerca de sus mecanismos y posibles tratamientos no para. A día de hoy, se conoce mucho sobre los mecanismos que la producen, pero no dejan de aparecer resultados interesantes que pueden ser muy relevantes, como el papel de la microbiota en la abstinencia.
La microbiota es el conjunto de microbios que se encuentra en la boca, la vagina, la piel o en los intestinos. Este ecosistema corporal ya ha sido relacionado con otras patologías como autismo, parkinson, ansiedad o esquizofrenia. Y, al parecer, también contribuye al desarrollo de las adicciones.
Eje cerebro-intestino
Enla actualidad, se conoce que el tracto digestivo cuenta con su propio sistema nervioso, el sistema nervioso entérico, que está compuesto por más de 500 millones de neuronas. Así, este se comunica con el sistema nervioso central (SNC) contribuyendo al funcionamiento y equilibrio del cerebro.
La comunicación entre estos dos sistemas es dinámica y bidireccional, por lo que la microbiota puede modificar la actividad neuronal del cerebro y viceversa. No obstante, la influencia no es directa, puesto que el cerebro se encuentra protegido por la barrera hematoencefálica. Así, los neurotransmisores intestinales actuarían mediante las células de la pared intestinal, haciendo que éstas se comuniquen con el SNC.
En este sentido, se ha encontrado que el sistema nervioso entérico es capaz de producir una gran parte de los neurotransmisores con los que contamos, como dopamina, Gaba o serotonina.
Adicciones y microbiota
La adicción a sustancias se produce debido a que estas activan el centro de recompensa del cerebro, estimulando la secreción de neurotransmisores, especialmente dopamina. Esto produce una sensación muy agradable a la que el cerebro se acostumbra rápidamente, requiriendo cada vez más dosis o más cantidad.
Como se indicaba antes, actualmente se conoce que el sistema nervioso entérico también produce neurotransmisores como la dopamina y que, cuando la microbiota no está equilibrada, se relaciona con la aparición de patologías. Esto ha hecho entonces que se ponga a este ecosistema en el punto de mira de las adicciones con unos resultados muy llamativos.
Microbiota y alcoholismo
En 2014, se publicó un estudio en el que se analizaba la relación de las bacterias intestinales y la adicción al alcohol. Para ello, se exploró si existía alteración en la permeabilidad intestinal y la microbiota de personas que padecen alcoholismo y si ésta estaba relacionada con los síntomas de dependencia.
Lo que encontraron fue que aquellas personas que habían desarrollado el síndrome del intestino agujereado, el cual produce un aumento de la permeabilidad intestinal, presentaban niveles de ansiedad más altos y un síndrome de abstinencia más intenso.
Además, tanto la composición de la microbiota, como su actividad, estaba alterada. Los investigadores concluyeron que, en la adicción al alcohol, la microbiota juega un papel importante, especialmente en el riesgo a la recaída.
Adicción a la comida
También se ha investigado la relación de la adicción alimentaria y la microbiota analizando las heces de personas sanas, su IMC e imágenes cerebrales. Para ello, se centraron en los metabolitos, los cuales se producen debido a la degradación de triptófano, un aminoácido presente en muchos alimentos y que, tras degradarse, se transforma en serotonina y, por lo tanto, influye en el estado de ánimo y la conducta.
Este proceso tiene dos implicaciones. Por un lado, el triptófano una vez ha sido degradado por las bacterias intestinales, se elimina mediante las heces. Por otro, en la degradación, el triptófano se convierte en indol, un metabolito implicado en el eje intestino-cerebro.
Así, encontraron que el indol estaba relacionado con un mayor grado de obesidad y de ingestas más descontroladas, posiblemente por su actuación sobre el sistema de recompensa. Específicamente, con circuitos relacionados con la amígdala cerebral.
¿Qué tratamientos habría?
Estos hallazgos aportan una perspectiva diferente de las adicciones, así como de nuevos posibles tratamientos. Cabría entonces esperar que reestableciendo el equilibrio de la flora intestinal puedan paliarse algunos de los aspectos clave de las adicciones.
Algunos investigadores proponen, por ejemplo, intervenir en las hormonas intestinales. Otros, en cambio proponen tratamientos que, a pesar de sencillos y utilizados en la medicina china, pueden resultar muy llamativos.
Es el caso del trasplante de microbiota fetal. Este procedimiento consistiría básicamente en un trasplante de heces, por el que se administrarían microorganismos de un donante sano en el intestino de un paciente receptor.
De momento, la eficacia de este tratamiento solo ha sido probado en la colitis recurrente, por lo que su aplicación a otras patologías es, de momento, una idea. No obstante, se continúa investigando el papel de la microbiota en las adicciones y otras enfermedades con la esperanza de encontrar nuevas vías de tratamiento.
Por María Vélez para La Mente es Maravillosa.-
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