La realidad del consumo de drogas en nuestra sociedad está variando como consecuencia, entre otros factores, de las transformaciones derivadas de la incorporación de las mujeres al ámbito público y a actividades tradicionalmente consideradas como masculinas, así como de la introducción de nuevos tipos de sustancias y modos de consumo. No obstante, las estadísticas muestran que, con carácter general y a excepción del caso de los psicofármacos y del tabaco en edad joven, el consumo de drogas es una actividad fundamentalmente masculina, tanto por ser hombres mayoritariamente los consumidores, como por concurrir en dichos consumos una serie de factores asociados a lo tradicionalmente considerado como masculino.
De acuerdo con lo establecido en el Informe 2017 Alcohol, tabaco y drogas ilegales en España publicado por el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones1 , la prevalencia de consumo de drogas en los últimos 12 meses en la población de 15 a 64 años es significativamente superior en los hombres en todas las drogas analizadas (tabaco, alcohol, cannabis, éxtasis, alucinógenos, anfetaminas/speed, cocaína, heroína e inhalables), con la única excepción de los hipnosedantes con o sin receta, donde la prevalencia en muy superior en las mujeres.
Los hombres siguen siendo quienes más problemas tienen con el consumo abusivo de drogas y, de hecho, según el mismo informe, el 80,6 por ciento de las personas que murieron en España por reacción aguda tras el consumo de drogas fueron hombres y lo son también el 83,9 por ciento de las personas pacientes admitidas a tratamiento por abuso o dependencia de drogas ilegales.
Por otra parte, en el estudio Drogas de ocio y perspectiva de género se deduce que en general los hombres en comparación con las mujeres: realizan más mezclas, toman dosis mayores y con mayor frecuencia, siguen itinerarios más largos, sufren un menor control social y familiar, evitan menos la agresividad, tienen una percepción menor del riesgo, son menos prudentes, utilizan más drogas ilegales, rehúyen menos los conflictos, alardean de su estado.
Por tanto, no se trata sólo de una cuestión numérica, sino también de que las formas y consecuencias de los consumos de los hombres suelen ser más problemáticas, en tanto que están más relacionadas con actitudes violentas, ilegales y de riesgo y, como ya se ha indicado, también con un mayor nivel de mortalidad.
Seguramente existirá más de una explicación al mayor y más problemático consumo de drogas por parte de los hombres; no obstante, la hipótesis más extendida y avalada es que dicho consumo tiene que ver con el modelo imperante de ser hombre en nuestra sociedad, que se transmite a través de los diferentes medios de socialización (familia, amistades, escuela, medios de comunicación, redes sociales…) y que está muy ligado al poder, la dominación, la competitividad, la violencia, la autosuficiencia, la indolencia, la invulnerabilidad, la insensibilidad, la práctica de conductas de riesgo como muestra de virilidad y la desresponsabilización de lo doméstico y familiar. Es decir, en general, los hombres consumen más drogas y de forma más problemática, tanto para sí como para las personas que les rodean, para reafirmar su hombría, para demostrarse a sí mismos y a su entorno que son “hombres de verdad” o, dicho de otro modo, que no son ni niños, ni mujeres, ni homosexuales, a los que se considera seres débiles y de inferior categoría.
Precisamente para cuestionar este modelo hegemónico de ser hombre, sobre el que se sustentan la desigualdad que sufren las mujeres y otro tipo de discriminaciones y que genera insatisfacción en muchos hombres, en 2007 Emakunde-Instituto Vasco de Mujer puso en marcha Gizonduz, una iniciativa pionera dirigida a promover la concienciación, participación e implicación de los hombres en pro de la igualdad de mujeres y hombres.
El término Gizonduz en euskera significa algo así como “haciéndose más hombre”, y lo que se quiere transmitir con dicho nombre es que la igualdad hace a los hombres más hombres, en el sentido de más humanos, a diferencia de la violencia y las conductas de riesgo y de dominación que los deshumanizan. Los objetivos del programa son los siguientes:
- Incrementar el número de hombres sensibilizados y comprometidos a favor de la igualdad de mujeres y hombres y en contra de la violencia contra las mujeres.
- Incrementar el número de hombres con formación en materia de igualdad de mujeres y hombres.
- Aumentar la corresponsabilidad de los hombres en el trabajo doméstico y de cuidado de las personas.
Desde la puesta en marcha de Gizonduz, se han alcanzado importantes logros en la Comunidad Autónoma de Euskadi: unos 6.500 hombres han participado en su programa de sensibilización y formación; más de 10.000 hombres han firmado la Carta de los hombres vascos por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres; alrededor de 30.000 mochilas con materiales de sensibilización han sido repartidas a padres para fomentar una paternidad igualitaria y corresponsable; se ha incrementado significativamente el número de grupos de hombres por la igualdad en nuestra Comunidad; se ha elaborado y testado en seis centros educativos un vídeo-juego para prevenir conductas machistas y violentas entre la juventud; se ha logrado una importante presencia en Internet y en las redes sociales con más de 5.000 personas seguidoras en Facebook; además, se han realizado numerosas actividades de sensibilización, publicaciones, etc. Y lo que es más importante, el programa se ha convertido en un referente dentro y fuera del País Vasco con relación al trabajo institucional para implicar a los hombres a favor de la igualdad.
Más específicamente sobre la cuestión de las drogadicciones, en 2011 se publicó el artículo “Drogas y Género” en un estudio multidisciplinar sobre masculinidades e igualdad y desde 2009 en la oferta formativa de Gizonduz se incluye un curso sobre masculinidades y prevención de las drogodependencias, en el que se analiza desde la perspectiva de género la relación de las diferentes formas de consumo de hombres y mujeres, así como las prácticas de riesgo de los hombres en nuestra sociedad en general, junto con su relación con los modelos masculinos tradicionales, y se comparten y analizan prácticas de prevención dirigidas a hombres, que abordan las diversas expresiones de la masculinidad y sus consecuencias en el cuidado masculino.
A lo largo de estos años, también se han impartido este curso u otros cursos sobre masculinidad a organizaciones y colectivos que trabajan en dicho ámbito, como Proyecto Hombre. Todo ello, desde el convencimiento de que el método más eficaz para prevenir las drogodependencias y otras consecuencias negativas asociadas al modelo hegemónico de ser hombre como son la violencia en sus diferentes formas, la delincuencia, la siniestralidad vial y laboral, la dominación sobre las mujeres y otros grupos discriminados, etc., es superar dicho modelo y apostar por otras formas diferentes y diversas de ser y sentirse hombre, que pongan el cuidado en el centro de sus vidas y que se fundamenten en la no violencia y en el respeto a las personas y al medio ambiente.
Terminar con la masculinidad hegemónica no solo atañe a los hombres, ya que el género es algo relacional y cultural, por ello debe implicarse la sociedad en su conjunto, y como tal, su solución no puede ser patrimonio de nadie, sino responsabilidad de todas y, sobre todo, de todos.
Por Ander Bergara Sautua, Técnico de Emakunde y coordinador de Gizonduz. Artículo para Proyecto Género. Visión integral de la intervención en adicciones. Revista digital Proyecto Hombre.
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