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Salud y Bienestar
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Todo lo que hay que saber sobre el Hantavirus

En las últimas semanas (diciembre 2018 a enero 2019) se está desarrollando en Argentina un brote de Hantavirus inusual, cuyo único antecedente es el de El Bolsón en 1996. Se sospecha de la transmisión interhumana como principal modo de contagio. Así lo indica un informe de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi).

Típicamente, la enfermedad por Hantavirus se transmite al ser humano por roedores silvestres. (Foto: Argentina Investiga)
Típicamente, la enfermedad por Hantavirus se transmite al ser humano por roedores silvestres. (Foto: Argentina Investiga)

El 14 de noviembre de 2018 se identificó un caso por Hantavirus en Epuyén (Chubut) con nexo epidemiológico de exposición ambiental. El 3 de noviembre dicho paciente asistió a un evento social y 5 asistentes presentaron hantavirus con inicio de síntomas en las siguientes semanas. Hasta el 10 de enero se informaron unos 25 casos totales y una decena de muertes, todos contactos de otros casos. Inclusive falleció una persona de nacionalidad chilena que había estado conectada al evento.

En Argentina circulan dos especies de virus Hanta (Andes y Laguna Negra) y al menos 10 genotipos virales diferentes, 8 de ellos han sido asociados al síndrome cardiopulmonar por Hantavirus (SCPH). Susana López de Caillou, titular de la cátedra de virología de la Facultad de Bioquímica de la Universidad Nacional de Tucumán en Argentina afirmó que debido a la amplia distribución y dinámica de los reservorios (ratones colilargos), y a la intervención humana en hábitats silvestres, “existen condiciones para que la enfermedad ocurra en otras provincias”.

Las zonas de riesgo de SCPH en Argentina son: 1) Noroeste, que coincide con la ecorregión de Yungas y en menor medida el Chaco Seco; 2) Noreste, que abarca la selva misionera; 3) La región pampeana y el Delta del Paraná; y 4) El bosque valdiviano en la precordillera patagónica.

En una entrevista realizada por Argentina Investiga, la viróloga Susana López de Caillou ha explicado diversas cuestiones sobre los casos registrados en Argentina, la transmisión intrahumana y las medidas preventivas.

Estudios de la Universidad Austral de Chile de 2006 ya describen que algunos genotipos del virus Andes pueden albergarse en glándulas salivales y otros fluidos corporales como el semen de las personas, lo que permite el contagio interhumano. La Revista IntraMed señala que lo que llevó a la comunidad científica a aceptar que hay contagio entre personas fue el caso de una mujer argentina que en 1997 se enfermó en Bariloche. Luego de viajar a Buenos Aires contagió a otras 16 personas que no estuvieron expuestas a fecas de ratones, e incluso la doctora que atendió a la paciente murió de Hanta.

Precisamente ese ‘Virus Andes’ es el único genotipo que posee el factor de transmisibilidad interhumano, de acuerdo a la bibliografía internacional. Si se encuentra que la secuencia genómica del virus en todos los infectados de Epuyén es la misma, se convertirá en el brote por transmisión interhumana con mayor número de afectados en el mundo. En otras regiones del planeta el Hanta no se ha descrito con estas características de transmisión.

López de Caillou aseguró que existe evidencia de transmisión persona a persona, y por ello, las secreciones como la saliva y otros fluidos humanos “deben considerarse potencialmente peligrosos”. Sin embargo, la profesional estableció la diferencia de genotipos de Hantavirus que circulan en el norte porque estos no mostraron hasta ahora ser transmisibles entre personas, a diferencia del genotipo Andes.

Entre el 2013 y el 2018, se reportaron en Argentina 111 casos fallecidos confirmados de Hantavirosis con una letalidad del 18,6 por ciento, llegando la letalidad en algunas provincias de la región Sur del país cercana al 40 por ciento. Esto de acuerdo con registros del Sistema Nacional de Vigilancia de Salud. La Organización Panamericana de la Salud notificó en Argentina 1.350 casos de esta enfermedad, desde 1995 hasta diciembre 2016.

La enfermedad por Hantavirus es una zoonosis emergente producida por virus ARN pertenecientes a la familia Bunyaviridae. Los virus tienen una distribución mundial, y producen en humanos dos formas clínicas graves, la Fiebre Hemorrágica con Síndrome Renal en Asia y Europa y el Síndrome Cardiopulmonar por Hantavirus en América. Se transmite al ser humano por roedores silvestres. Estos animales presentan una infección crónica asintomática con virus en sangre, en forma persistente y eliminan el virus a través de la orina, la saliva y excretas. En particular lo transmite el ratón de campo o colilargo, pertenecientes a las familias Muridae/Cricetidae (de hábitos silvestres y nocturnos)

Los Hantavirus se transmiten fundamentalmente por inhalación de aerosoles cargados de partículas virales provenientes de las heces, orina y saliva de roedores infectados. Otras posibles vías de transmisión son: contacto con excrementos o secreciones de ratones infectados con las mucosas conjuntival, nasal o bucal, o mordedura del roedor infectado.

La transmisión al ser humano generalmente ocurre al introducirse en el hábitat de los roedores en zonas suburbanas y ambientes rurales, principalmente en los peridomicilios y durante el desarrollo de actividades laborales, recreativas, o en lugares cerrados como galpones o depósitos infestados por roedores.

La otra forma de transmisión que hasta el momento solo se dio en Argentina es de persona a persona, modalidad que está siendo estudiada por los investigadores de este país y de Chile.

En cuanto a los síntomas, el síndrome cardiopulmonar por Hantavirus puede presentarse como un cuadro leve con un síndrome febril inespecífico o llegar hasta la manifestación más grave con insuficiencia respiratoria grave y shock cardiogénico.

Los primeros síntomas son similares a un estado gripal: fiebre de 38 grados centígrados, dolores musculares, escalofríos, cefalea, náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea sin compromiso de vías aéreas superiores.

El tiempo de incubación que suele tener el virus es, por regla general, de entre 15 y 20 días, aunque puede aparecer a los pocos días o extenderse hasta 40 días, según algunos casos reportados.

En cuanto a cómo prevenir el contagio, estas son las principales medidas preventivas:
- Evitar la convivencia con roedores y el contacto con sus secreciones.
- Tapar orificios en puertas, paredes y cañerías.
- Realizar la limpieza (pisos, paredes, puertas, mesas, cajones y alacenas) con una parte de lavandina cada nueve de agua (dejar 30 minutos y luego enjuagar). Humedecer el piso antes de barrer para no levantar polvo.
- Colocar huertas y leña a más de 30 metros de las viviendas, cortar pastos y malezas hasta un radio de 30 metros alrededor del domicilio.
- Ventilar por lo menos 30 minutos antes de entrar a lugares que hayan estado cerrados (viviendas, galpones). Cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo húmedo antes de ingresar o mascarilla respiratoria.
- Tener especial cuidado en la puesta en marcha de ventiladores y de aparatos de aire acondicionado cuyos filtros o conductos puedan haber tenido contacto con polvo contaminado, roedores o excretas de estos.
- Al acampar hacerlo lejos de maleza y basurales, no dormir directamente sobre el suelo y consumir agua potable.
- Si se encuentra un roedor vivo: usar veneno para roedores o tramperas para capturarlo (no intentar tocarlo o golpearlo). Consulte en el municipio si se dispone de un servicio de control de plagas.
- Si se encuentra un roedor muerto: rociarlo con lavandina junto con todo lo que haya podido estar en contacto y esperar un mínimo de 30 minutos. Luego recogerlo usando guantes y enterrarlo a más de 30 cm de profundidad o quemarlo.
- Las personas que presenten síntomas de la enfermedad deben concurrir rápidamente a un establecimiento de salud para la consulta y evitar el contacto estrecho con otras personas.

(Fuente: Daniela Orlandi / Argentina Investiga)

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