Entre los pastizales templados más extensos del planeta se encuentra el Bioma Pampa, una de las áreas de mayor riqueza de especies de gramíneas en el mundo, que es compartida por tres países del Cono Sur: la Argentina, Uruguay y la región brasilera de Río Grande Do Sul. Sus campos naturales proveen una amplia gama de bienes y servicios. La carne, la leche, la lana y el cuero suelen ser los productos más reconocidos. Pero, además, proporcionan una serie de servicios ambientales que han sido generalmente subvaluados.
Con el objetivo de proteger los servicios ecosistémicos que aportan los sistemas ganaderos familiares de estos tres países, el Inta y el Senasa en asociación con institutos de investigación y universidades de la Argentina, Brasil y Uruguay trabajan en proyectos para mejorar la productividad y el impacto ambiental de la ganadería a baja escala.
Algunas de las experiencias fueron presentadas en el marco de la tercera edición del Seminario Internacional de Ganadería Familiar, en el que investigadores y extensionistas compartieron metodologías de trabajo, indicadores económicos, manejo y diseños de co-innovación para poner en valor los servicios ecosistémicos que aportan los ganaderos de la región.
En la apertura, Andrea Maggio –directora del Cipaf del Inta– destacó: “El seminario está enfocado en el bioma Pampa, integrado por regiones de Argentina, Uruguay y Brasil, económicamente fuertes para el sistema agroalimentario regional, y permite aprovechar los conocimientos sobre tecnologías y metodologías de trabajo con el productor ganadero para que aumente su productividad, disminuya costos y ponga en valor las prácticas que hacen a la sustentabilidad ambiental”.
De acuerdo con la información de la Agenda Ganadera 2025 de la secretaría de Agroindustria de la Nación, del total de los establecimientos ganaderos registrados en el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (Renspa), en la provincia de Buenos Aires, el 58 por ciento pueden considerarse familiar dado que corresponden a la categoría de cero a 100 vacas. Ese valor asciende al 88 por ciento en el caso de Entre Ríos.
“Sumados, resultan casi 32.000 los establecimientos de cría vacuna y estos valores son mucho más significativos si se contemplan porcinos u ovinos”, valoró Maggio.
Entre los pastizales templados más extensos del planeta se encuentra el Bioma Pampa, una de las áreas de mayor riqueza de especies de gramíneas en el mundo.
Por su parte, en Uruguay, la ganadería es la principal actividad de las familias productoras. De 44 mil establecimientos agropecuarios, 25 mil corresponden a la agricultura familiar y 20.000 de esos establecimientos de pequeña escala se dedican a la ganadería mixta (sobre todo, bovinos y ovinos).
“Un 90 por ciento de esos ganaderos no contrata mano de obra. Si protegemos el bioma en la superficie con sus pasturas naturales, que es nuestro oro verde y a los actores sociales que viven en esos territorios, estamos protegiendo también nuestro oro azul: el acuífero más grande del mundo”, sostuvo Virginia Rosso, especialista de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República- Uruguay y organizadora del seminario junto con Claudio Marquez Ribeiro (Universidade Federal Do Pampa- Brasil) y Raúl Perez (Inta).
En el caso de Río Grande Do Sul, que tiene la misma superficie que todo Uruguay (18 millones de hectáreas), cuenta con 400.000 establecimientos, de los cuales el 86 por ciento son productores familiares. Existen unos 100 mil ganaderos, 60 mil son de tipo familiar. Estos establecimientos, ubicados en territorios con pasturas naturales conservadas, tienen una importancia económica en la cadena cárnica de la región, ya que aportan el 40 por ciento de los terneros.
“Son productores invisibilizados y, sin embargo, persisten por generaciones en la actividad. Tenemos mucha similitud entre los países que compartimos el Bioma Pampa, con experiencias exitosas o fallidas que nos obligan a construir metodologías, indicadores, estrategias comunes y políticas públicas”, apuntó Marquez Ribeiro.
Respecto del Bioma Pampa en la Argentina, Perez advirtió que la presión sobre la ganadería familiar ha sido muy fuerte por la modernización y agriculturización. Sin embargo, muchos de estos productores con poca tierra y capital, en tierras poco aptas para el cultivo han sufrido un proceso de modernización incompleta que, finalmente, ha hecho perdurar la actividad ganadera y los pastizales naturales.
“Aunque estos ambientes se encuentren con algún grado de degradación, con buen manejo son el punto de partida para su recuperación, mejora de la productividad forrajera y plena expresión de los servicios ecosistémicos”, remarcó el especialista del Inta.
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